Tras la abrumadora manifestación democrática dada por los chilenos este domingo 30 de junio, se abre un complejo escenario para las fuerzas políticas y sociales del país lo que plantea la necesidad de una lectura serena en el marco de una perspectiva creadora.
Hay motivos, sin duda para la satisfacción política, para la alegría de un triunfo indiscutible. Pero es evidente que no basta con congratularse.
Lo logrado, sin duda es encomiable: La votación de Michelle Bachelet, la de toda la oposición agrupada en Nueva Mayoría, constata una voluntad popular de profundizar la democracia a través de una participación protagónica en el escenario del país.
Se evidencia una decisión de cambios.
Aquí habló claro el pueblo. Los ciudadanos, las fuerzas sociales, se expresaron a través de su voto, como lo dijo la ex presidenta “por una nueva constitución, por una reforma tributaria que permita gratuidad en la educación”.
Como lo enfatizó Michelle: “Aquí ha triunfado el proyecto colectivo que representa las voces de millones de chilenos”.
Pero, como también lo dijo en el momento de celebración del triunfo, es la hora de un nuevo impulso, de nuevos compromisos de trabajo, de concertación de esfuerzos de toda la oposición para consolidar, ampliar, profundizar lo logrado.
“La carrera presidencial no es una carrera ganada. El peor error, por más felices que estemos hoy día, es bajar la guardia”, dijo, en un llamado a no dejarse estar, a asumir nuevas tareas, a desplegar los mayores esfuerzos.
El desafío es electoral sin duda. Las elecciones se ganan con votos, que expresan una esperanza, pero las tareas de la democracia no terminan en una urna receptoras de todos.
La elección es un medio para construir, para responder a las demandas ciudadanas, que son muchas veces, las urgencias y necesidades de una época, tareas que la historia ha hecho madurar.
Los resultados de la Primaria de este domingo 30, constatan una tendencia prometedora, pero falta convencer a varios millones de electores , entre los cuales están los jóvenes, los movimientos sociales, sectores medios, muchos descontentos y hasta molestos con la sociedad, las políticas, los partidos, las instituciones.
Hay muchos sectores que reclaman, cada vez con más fuerza, y a veces enojados, su lugar en el escenario,
El peso de los “independientes” -los no afiliados a partidos políticos- es evidente y es necesario tenerlos en cuenta, no en la estadística, sino en los hechos, en los contenidos y en el protagonismo, junto a los partidos polìticos, los sindicatos, las organizaciones estudiantiles, medioambientales, regionales.
Y claramente hay que apurar el tranco. Porque no queda mucho tiempo. Los poco más de cuatro meses de campaña pasarán volando. Y no se pueden dejar las tareas de hoy para mañana. Mucho menos para ultima hora.
Los objetivos inmediatos son el pacto electoral parlamentario que garantice una mayoría legislativa,”que se juegue por los cambios que Chile requiere”, como lo señaló la candidata.
“Necesitamos más mujeres y jóvenes en el Parlamento y la toma de decisiones. Tenemos que abrir espacios a los nuevos liderazgos, surgidos de movimientos sociales en los últimos años”, agregó.
Algunas tareas urgentes, que demandan responsabilidad política, espíritu unitario, creatividad: la elaboración colectiva del Programa, el pacto electoral parlamentario eligiendo a los mejores y más comprometidos con las tareas del futuro y con las capacidades para derrotar a la Derecha , el despliegue organizativo, la capacidad de percibir y recibir las propuestas que nazcan de la bases social.
Desde luego el gobierno ha puesto en marcha todas sus capacidades, los recursos del Estado para repartir prebendas y “bonos”, para el cohecho más masivo y descarado de que se tenga memoria.
Las inaguraciones, preinaguraciones, proyectos e iniciativas diversas con su correspondiente fanfarria serán el pan de cada día, y hasta la Primera Dama ha sido convertida en objeto publicitario.
Han entrado en acción, en calidad de operadores políticos, los ministros, subsecretarios, intendentes, gobernadores y todos los funcionarios a los que se puede echar mano.
Entonces, ante las fuerzas progresistas, ante los partidarios reales del cambio se alzan desafíos apasionantes. Y no hay tiempo que perder.
LOS DATOS DUROS:
Luego del escrutinio de 13.530 mesas a lo largo de todo el país, de un total de 13.541, se determinó que concurrieron a sufragar 3.007.486 personas, contabilizándose 2.943.826 votos válidamente emitidos, 46.229 nulos y 17.431 votos blancos.
En cuanto a los resultados, el pacto Nueva Mayoría consiguió 2.137.266 votos, de los cuales 1.561.419 fueron para la candidata del PS-PPD-MAS-PC, Michelle Bachelet, quien obtuvo la victoria para su sector con el 73,05% de los votos, seguida del independiente Andrés Velasco, con el 13% (278.054 votos), Claudio Orrego con el 8,87% y José Antonio Gómez, del PRSD, con el 5,06% (108.217).
Por su parte, el pacto de la Alianza sumó en total 806.560 votos (poco más de un tercio de la votación del conglomerado opositor), imponiéndose como vencedor el candidato de la UDI Pablo Longueira con el 51,37% (414.355 votos), por sobre el 48,62% del abanderado de RN Andrés Allamand (392.205 votos).
Por Marcel Garces, el autor es periodista. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 2 de julio 2013
Crónica Digital