Nuestra educación se contextualiza en la discriminación y desconoce la diversidad. En nuestras salas de clases se discrimina por religión, por etnia, por sexo y por condición social. También se discrimina a la adolescente embarazada, al menor discapacitado y a quienes tienen necesidades educativas especiales, entre otros casos.
Se discrimina por notas, conducta, y se privilegian alumnos de mejor rendimiento, marginando al resto.
Nuestra educación esta sumergida en un crisis detonada por la ausencia de valores que sean capaces de proveer la solidaridad, la convivencia, la justicia y la diversidad.
Es paradojal que la educación superior privada se haya convertido en el destino de jóvenes que de menores recursos imposibilitados de pagar la educación universitaria del Estado. Por el contrario, las universidades tradicionales cuentan en su ingreso con un significativo grupo de puntajes fraguados en colegios particulares
A nuestro juicio, constituye una seria amenaza a la educación el lucro desmedido de quienes ven en esta labor un espacio para crear riqueza, y no toman conciencia que recursos de todos los chilenos les han sido confiados para formar personas y entregar reales oportunidades de desarrollo.
Amenaza a nuestra educación, la existencia de un sistema de educación municipal en donde los recursos son escasos y la gestión de desarrollo se enfoca en administrar la pobreza.
Ambas formas expresan la ausencia de los valores que hemos enunciado.
Somos firmes partidarios de la equidad en el acceso, calidad y ejercicio del proceso educativo. De la misma forma promovemos la participación activa de estudiantes, padres y profesores en forma organizada e individual. En este aspecto, entendemos a la familia como un soporte fundamental del proceso educativo y del mejoramiento continuo.
Proponemos la creación de una Superintendencia de Educación, como organismo destinado a cautelar el correcto funcionamiento de los centros educativos, a fiscalizar aquellos aspectos que el sistema actual no ha sido capaz de supervisar.
Demandamos un rol mas activo del Estado, particularmente a través del Ministerio de Educación, generando mecanismos de vigilancia e instancias de participación que se orienten a la mejoría del sistema educativo.
Por: Obispo Emiliano Soto. Presidente Consejo Unidades Pastorales de la Iglesia Evangélica. Integrante del Consejo Asesor de Educación.
Santiago de Chile, 8 de agosto 2006
Crónica Digital
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