El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic, afirmó que la medida sanitaria, anunciada la pasada semana por el Ministerio de Salud, «pretende regular desde el Estado la vida íntima de las personas».
La declaración ha sido el ataque más fuerte de la jerarquía eclesiástica chilena contra alguno de los cuatro gobiernos de la Concertación que se han sucedido en Chile desde el fin de la dictadura militar, en 1990.
Aunque autoridades de la Iglesia habían hecho sentir su malestar por la nueva política de fertilidad del Ejecutivo y la decisión de entregar gratis la denominada «píldora del día después» a adolescentes desde los 14 años, ninguna crítica había llegado tan lejos.
Tanto el presidente del episcopado como el cardenal de Santiago, Fracisco Javier Errázuriz, defendieron enérgicamente lo que ellos llaman «un imperativo moral e irrenunciable» y se quejaron que la medida no fue consultada a la ciudadanía ni tramitada en el Congreso.
Establecer normas para regular la fertilidad -aseguraron- debiera ser objeto de una discusión amplia y no una acción unilateral del Ministerio de Salud, en cuya elaboración colaboraron solamente sectores «de una determinada tendencia ideológica».
La mención se refiere a los partidos Socialista (PS) y por la Democracia (PPD), considerados el ala más progresista del gobierno, que han respaldado la medida. La Democracia Cristiana (DC), y en menor medida los radicales, las otras dos agrupaciones, se han opuesto.
En respuesta, el ministro del Interior y jefe de Gabinete, Belisario Velasco, aseguró que el gobierno tiene «en el centro de su actuar el derecho a la vida de las personas, su dignidad y la protección de los derechos fundamentales».
«Por su carácter incuestionablemente democrático, el Gobierno no impone conductas, sino que pone a disposición de la población opciones con las cuales nos hacemos cargo de una realidad de nuestra sociedad», aseveró Velasco.
Al describir el fenómeno del inicio cada vez más precoz de la actividad sexual en los jóvenes y el embarazo de las adolescentes, el jefe del equipo ministerial -perteneciente paradójicamente a la DC- repasó cifras que avalan la posición gubernamental.
«La realidad insoslayable es que en las comunas más pobres las madres menores de 18 años representan sobre el 20 por ciento, mientras en las más ricas apenas llegan al 2,0», explicó Velasco al insistir en que la medida está inspirada en la necesidad de igualdad social.
Además de recordar que la píldora no es abortiva como afirman sus críticos, el secretario de Estado recordó que en Chile nacen 40 mil niños de madres menores de 19 años, de las cuales al menos mil 700 tienen menos de 15 y pertenecen a los segmentos más humildes del país.
Laura Albornoz, ministra del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), rechazó también los ataques de la iglesia y dijo que su opinión sobre el tema es una más en el debate nacional. «Me parece que calificar la medida como autoritaria no es efectiva», subrayó.
Insistió que el gobierno trabaja en función de las necesidades y requerimientos de todos los chilenos y no solamente para una parte de la sociedad, en clara referencia a las clases adineradas que no tienen dificultades económicas para acceder a los métodos anticonceptivos.
La medida sanitaria recibió el respaldo del conservador Colegio Médico de Chile y ha tenido también una buena acogida entre jóvenes estudiantes, aunque éstos se quejan de las insuficiencias que presentan los programas oficiales de educación social en las escuelas.
Santiago de Chile, 8 de septiembre 2006
Crónica Digital/PL , 0, 96, 19