Sr. Director:
La masiva y populosa despedida así como el notable cariño y aceptación de todo un pueblo por el ex párroco de La Victoria Pierre Dubois, debe resultar curioso, pintoresco, surrealista y a lo menos envidiable a ojos del 100% de los pingos que están en la carrera municipal de la Región Metropolitana y me atrevería a decir de un porcentaje significativo a nivel nacional (tanto de oposición, como de la coalición de Gobierno).
Estoy seguro que muchos de los candidatos deben haber pensando por un microsegundo lo bonito y fácil que sería contar alguna vez con tamaña adhesión popular. Lo que tal vez no saben o no alcanzan a darse cuenta, es que para que un pueblo quiera, acepte, confíe y respete a un representante, se necesita mucho más que un eslogan y un montón de buenas ideas y promesas de distinto pelaje. Se necesita mucho más que verborrear una supuesta vocación de servicio público. Se necesita mucho más que las candilejas y fuegos de artificio que iluminan un apretón de mano de cartón y una sonrisa vacía e hipócrita.
Para ganarse el cariño y respeto de un pueblo pienso que la humildad, transparencia e integridad, son las primeras monedas que hay que poner sobre la mesa. Hay que estar hecho de una madera especial que impida que los gusanos del poder horaden y debiliten sus tejidos.
Como electores deberíamos ser como aquellos artesanos ebanistas capaces de reconocer la buena madera. Sospecho con tristeza eso sí, que en la carrera de octubre muchos de los pingos son de aserrín prensado, donde las termitas y gusanos de siempre se darán un festín con los ganadores.
Atentamente,
Marcelo Saavedra Pérez Biólogo
Santiago de Chile martes 2 de octubre 2012