La organización pacifista Shalom Ashav (Paz Ahora, hebreo) denunció hoy que las autoridades israelíes preparan la aprobación final para la construcción de mil 86 viviendas en la Cisjordania.
El anuncio contradice la demanda del gobierno palestino de congelar los asentamientos en la Cisjordania y Jerusalén como premisa para el reinicio de las conversaciones de paz, cuyas dos primeras sesiones preparatorias se realizaron la semana pasada en Washington, la capital estadounidense.
De esa cantidad, 166 unidades ya fueron construidas sin esperar por la autorización y las restantes 920 tienen el visto bueno del ministro de Defensa, Moshe Yaalon.
El portavoz de Paz ahora Lior Amihai declaró a la prensa que las nuevas construcciones ponen «un marcado signo de interrogación sobre las intenciones del gobierno israelí en relación con las pláticas de paz».
De momento, el gobierno palestino guarda silencio sobre el trascendido.
Tel Aviv, 8 de agosto 2013
Prensa Latina
Jue Ago 8 , 2013
Durante el gobierno de Pinochet en Chile, el activista pro derechos humanos José Zalaquett fue detenido dos veces y finalmente se vio obligado a exiliarse. Como abogado comprometido, el gobierno intentó impedir que defendiera los derechos humanos. Aquí cuenta su historia y lo que piensa que significa actualmente la figura de Augusto Pinochet. Cuando Augusto Pinochet tomó el poder en Chile, hace 40 años, el profesor de Derecho José Zalaquett impartía clase en la Universidad de Chile. Aunque la noticia no le sorprendió en su momento, los días siguientes empezaron a parecerse a un guión cinematográfico. “Vimos que iba a producirse el golpe. Fue como una tragedia griega anunciada de la que todo el mundo sabe el final, pero nadie puede evitarlo”, dice. Cuando Pinochet tomó el poder por la fuerza, Zalaquett, su entonces esposa y sus dos hijas de corta edad tomaron algunas pertenencias y se marcharon de su casa para vivir relativamente a salvo con un amigo, en las afueras de la ciudad. Allí pasaron horas reunidos frente al televisor, viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos, incluidas la muerte del presidente Allende y las declaraciones de las nuevas autoridades, que prometieron públicamente “erradicar el cáncer marxista en Chile”. Poco después de tomar posesión, las autoridades militares publicaron listas de personas a las que buscaban para detener. El jefe de José apareció en la primera de ellas. Un trabajo peligroso Sin dejarse intimidar por la posible amenaza para su seguridad y la de su familia, unos meses después del golpe José se incorporó al Comité pro Paz. Era una nueva organización de la iglesia que asumió la peligrosa labor de documentar abusos y proporcionar asistencia letrada gratuita a los detenidos y a sus familias. José estaba encargado de recopilar información sobre cientos de hombres y mujeres detenidos o desaparecidos. Los acontecimientos se desarrollaron con rapidez y para los chilenos la vida se convirtió en algo casi irreconocible. Partidos políticos y sindicatos fueron prohibidos, las detenciones de activistas aumentaron y se impuso el toque de queda, lo que significaba que nadie podía ser visto en la calle entre la medianoche y las 6 de la mañana. “El gobierno militar impuso un control muy estricto… si estabas en la calle entre esas horas podían dispararte”, recuerda José. Los detenidos eran llevados inmediatamente a centros repartidos en todo el país, algunos de ellos secretos. Unas 18.000 personas terminaron en el Estadio Nacional, una de las canchas de fútbol más grandes de Chile, que fue reestructurado para alojar a un gran número de personas. Al mismo tiempo, el régimen de Pinochet creó la DINA, una unidad de policía política secreta encargada de realizar detenciones sistemáticas y decometer abusos contra quienes consideraban opositores al régimen. Secuestraban a la gente en su casa, en el trabajo o en la calle, y a veces no se volvía a saber de ellos. A medida que aumentaba el número de personas detenidas y desaparecidas, los familiares empezaron a contactar con abogados como José en buscade ayuda. Aunque poco era lo que podía hacer realmente, José comenzó a acompañar a los familiares de las personas detenidas en el Estadio Nacional. Había largas colas de gente que entregaba comida y ropa a los soldados, con la esperanza de que llegaran a sus seres queridos. “La gente necesita saber que hay un abogado a cargo, les da tranquilidad espiritual que están haciendo todo lo posible por sus seres queridos”, recuerda. “A los militares no […]