Un agujero en la capa de ozono, que comenzó a crecer a inicios de septiembre, alcanzó el 1 de octubre su mayor tamaño, con una dimensión de 23 millones 400 mil kilómetros cuadrados, informaron hoy instituciones científicas niponas.
Ese volumen equivale a 1,7 veces la superficie de la Antártida y coincide casi con la media de la década pasada, difundió la Agencia de Meteorología de Japón (AMJ).
Pese a que disminuye en alguna medida el volumen de los gases en el aire por el cumplimiento de disposiciones internacionales, no será hasta la segunda mitad del siglo XXI que el agujero en la capa de ozono recuperará el tamaño previo a 1980, sostuvo Atsuya Kinoshita, investigador de la AMJ.
Indicó que la pérdida de la capa de ozono, zona de la estratosfera terrestre que contiene una concentración relativamente alta de ozono, se debe a la acción de gases nocivos como los clorofluorocarbonos, resultado de la negativa acción humana.
Según fuentes médicas, la capa de ozono impide el paso hacia la tierra de los dañinos rayos ultravioletas, provenientes del sol.
La exposición prolongada de la piel humana a esas radiaciones electromagnéticas provoca el desarrollo del cáncer de piel y afecta los ojos, entre otras consecuencias.
Tokio, 12 de noviembre 2014
Crónica Digital / PL
Mié Nov 12 , 2014
Investigadores de la Universidad de Basilea, en Suiza, desarrollaron un interruptor genético controlado por el pensamiento que permite activar genes para que produzcan proteínas a voluntad, publicó hoy la revista Nature Communications. Señala el investigador Martin Fussenegger que, por primera vez, se ha podido utilizar las ondas cerebrales humanas, transferirlas de forma inalámbrica a una red de genes y regular así la expresión de un gen en función del tipo de pensamiento.El dispositivo, controlado por los pensamientos de varias personas, ha sido probado inicialmente en cultivos de células humanas y en ratones.Los investigadores utilizaron una proteína humana fácil de detectar, la fosfatasa alcalina secretada (SEAP), que se difunde desde una diminuta cámara de cultivo del implante al torrente sanguíneo del ratón.La fuente de inspiración, según dicen, fue el juego Mindflex, salido al mercado en 2009 y que aparentemente utilizaba las ondas cerebrales para hacer levitar una pelota.En su trabajo, los investigadores utilizaron, al igual que en el juego, un casco para medir, mediante un electroencefalograma. Las ondas cerebrales se analizan y transmiten a través de Bluetooth a un dispositivo que genera un campo electromagnético.Según la ley de Faraday, ese campo electromagnético genera una corriente eléctrica, que va a una lámpara LED que emite luz en el rango del infrarrojo cercano. Esa luz pone en funcionamiento a unas células modificadas genéticamente para producir proteínas.Para su labor, los investigadores utilizaron una tecnología reciente, la optogenética, que permite activar y desactivar células a voluntad. Cuando la luz infrarroja se enciende, una proteína sensible en las células modificadas genéticamente hace de interruptor y activa genes que desencadenan la producción de SEAP.Los estudiosos eligieron la luz del infrarrojo cercano pues no es perjudicial para las células humanas, puede penetrar profundamente en el tejido y permite rastrear a simple vista el funcionamiento del implante. El sistema impulsado por las ondas cerebrales funciona de manera eficiente y efectiva en cultivo de células humanas y en ratones.De acuerdo con los científicos, en un futuro este dispositivo podría ayudar a combatir enfermedades neurológicas como los dolores de cabeza crónicos o la epilepsia. Londres, 12 de noviembre 2014 Crónica Digital