El diputado Socialista Fidel Espinoza, afirmó este martes, que el intercambio de correos entre el controlador de Penta, Carlos Eugenio Lavín y el diputado Ernesto Silva, demuestran que “los aportes a las campañas que realizan las empresas no son por bolitas de dulces”.
“Esto demuestra lo que hemos venido diciendo desde el principio, en cuanto que aquí hay empresas que se dedican a comprar escaños en el Parlamento por medio del aporte de las campañas electores”, dijo el legislador.
En este marco, el diputado Espinoza agregó que “detrás de los aportes están los intereses de las empresas que buscan ser defendidas en el Parlamento”.
“Por eso creemos que el caso Penta dejará como lección que hay que terminar con esta relación incestuosa entra la política y las empresas y que se requiere, de forma urgente, transparentar los aportes en campañas electorales. Estas situaciones le hacen daño al país en su integralidad y dañan la democracia”, concluyó Fidel Espinoza.
Crónica Digital, 6 de Enero 2015
Mar Ene 6 , 2015
El costo de la vida sube otra vez…” en una canción y, frente a los últiJuan Luis Guerra nos decía “mos acontecimientos, ésa es nuestra triste realidad. El año nuevo 2015, empezó con varias alzas: subió el pasaje de la locomoción colectiva y subió el Tag. No subió la bencina, por lo menos esta semana, porque el famoso “Sepco”, sistema de estabilización de los precios de los combustibles, no está funcionando, gracias al hecho que los genios que lo inventaron, aparentemente, están de vacaciones… menos mal. Todo lo anterior cabe aquilatarlo con las constantes fallas del Metro, las que han dejado a millones de chilenos sin posibilidad de transportarse cada vez que eso ocurre. Y ocurrirá nuevamente. El famoso sistema del Transatiago, implementado en el primer gobierno de Michelle Bachelet, prometía ser “la solución” para los problemas del transporte urbano, garantizando ahorro de dinero y tiempo. Años más tarde, este sistema sigue siendo la misma porquería que inventó un grupo de “expertos” electos en cuatro paredes y que, lo más probable, es que su único acercamiento al transporte público haya sido el roce de las micros y peatones a sus vehículos ultra tecnológicos de lujo de jeques. Pero volvamos a lo que nos concierne. ¿Qué pasaba hace años cuando existían las famosas, muy feas y contaminantes micros amarillas? Bueno, pasaba exactamente lo mismo que hoy. Las micros verdes son famosamente feas y contaminantes. Además, hay que sumar que son muy incómodas (las amarillas no lo eran), lentas, y siempre están en TAS, o sea, en “tránsito a servicio”. En buenas cuentas son malas, funcionan mal. Recuerdo que una vez hablé con un empresario quien me dijo que estos vehículos iban a funcionar con fallas constantes, porque eran una suerte de Frankestein de micro, al estar armadas de partes y piezas de distintos fabricantes. El motor era Volvo, la carrocería era Metalpar y los amortiguadores eran fabricados en Noruega o Suecia, o algo por el estilo. Las micros amarillas eran enteras Mercedes Benz, por lo que se arreglaban en una sola planta y salían a rodar mucho más rápido. Peor aún, las micros nuevas, en el caso de las articuladas, fueron tan mal concebidas para esta ciudad que atropellan más peatones que una manada de elefantes desbocados. Además, están los costos asociados a nuestro querido y bien amado papá Fisco. Las amarillas no le costaban ningún peso al Fisco, se financiaban solas y eran eficientes a costos menores que los actuales. Quién no le dijo al conductor de una micro: ¿tío, me lleva por $200 hasta el faro? ¿Cuánto cuestan las de hoy? Miles de millones de dólares, es cosa de analizar el presupuesto de la nación. Ahora, ¿podemos reemplazar el transporte público por el privado? Honestamente, es cada vez más difícil. Primero, porque las bencinas suben casi todas las semana a pesar que el precio del crudo baja constantemente, debido a que pagamos un impuesto específico que según sus creadores era para reconstruir la infraestructura destruida por el terremoto del […]