Los resultados de las recientes elecciones departamentales en Francia confirmaron la insatisfacción con la gestión del Gobierno, al tiempo que devinieron clara alerta sobre la urgencia de actuar si quiere evitar debacles mayores.
Estos comicios se celebraron a dos vueltas el 22 y el 29 de marzo, con el fin de elegir para un mandato de seis años a los nuevos consejos del centenar de departamentos existentes.
Cerca de 40 millones de electores fueron llamados a participar en esta elección que concierne a todo el territorio salvo París y Lyon, ciudades en las que las atribuciones de esas demarcaciones son ejercidas por otras instancias.
La alianza entre la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), liderada por Nicolás Sarkozy, y la Unión de Demócratas e Independientes (UDI) ganó 66 departamentos de los 101 del país, mostraron los últimos resultados divulgados.
El gubernamental Partido Socialista (PS) y sus aliados, que administraban 61 de esos departamentos, perdieron 25; el ultraderechista Frente Nacional (FN) obtuvo el 21 por ciento de los votos, pero no conquistó ninguna de las demarcaciones.
Según lo previsto, la abstención estuvo en el entorno del 50 por ciento.
Dichos comicios sirvieron para elegir a cuatro mil 108 consejeros, dos en cada uno de los dos mil 54 cantones distribuidos en 98 departamentos o provincias.
Los resultados son vistos como una evidencia de la insatisfacción de los franceses con la gestión del Ejecutivo de turno, que no ha cumplido la mayoría de las promesas que lo llevaron al triunfo en 2012.
De esa forma, a la derrota en las elecciones municipales, europeas y senatoriales de 2014, el Gobierno sumó el reciente revés resultante de las departamentales, consideradas un test de cara a las presidenciales de 2017.
«La izquierda, demasiado dispersa, demasiado dividida en el primer turno, conoce un claro retroceso, pese a un buen balance de los gobiernos departamentales», reconoció el primer ministro Manuel Valls; sin embargo, en su alocución no dio indicio de posibles cambios en la política gubernamental.
A su juicio, la economía ha mejorada debido a las reformas implementadas, las cuales buscan impulsar la inversión y mejorar la situación laboral.
El funcionario dejó entrever la posibilidad de llevar a cabo una remodelación gubernamental con la entrada del partido Europa Ecología-Los Verdes, en caso de que estos y los socialistas lleguen a un acuerdo.
Una vez más insistió en que es necesario mantener el rumbo y profundizar en las reformas emprendidas por su Gobierno.
Al celebrar el triunfo, Sarkozy expresó que los resultados demuestran una desautorización sin apelación del Gobierno, y subrayó que la alternancia está en marcha y nada la detendrá frente al fracaso de un PS que representa «el socialismo más arcaico de Europa».
Por su parte la presidente del FN, Marine Le Pen, apuntó que, si bien su partido no obtuvo mayoría absoluta para lograr la presidencia de ningún departamento, logró varias decenas de consejeros.
¿GOBIERNO HARÁ OÍDOS SORDOS?
Estas elecciones generaron incertidumbre y preocupación sobre todo por lo que podía suceder tras ellas, ya que algunos especialistas hablan de una reconfiguración del mapa político galo.
Un sondeo del Instituto Odoxa, divulgado tras la victoria conservadora de la primera vuelta, reveló que la mayoría de los franceses no desea a ninguno de los principales partidos políticos al frente de los departamentos del país.
El triunfo de la UMP no corresponde a una enorme ola de adhesión a esa formación, sino al hecho de que los ciudadanos opinan que de los males sería el menor, mostró la pesquisa.
En un contexto de crecientes problemas internos como el insuficiente crecimiento económico y el elevado desempleo, así como las divisiones en el seno del PS, expertos señalan que la derecha y hasta la ultraderecha siguen siendo las más beneficiadas.
Especialistas alertan sobre la falta de credibilidad y de orientación que invade a los individuos con relación al entorno político de la nación, pues no se sienten identificados con ninguna de las propuestas de las principales formaciones del país.
No obstante las críticas, el presidente François Hollande aseguró que mantendrá el rumbo de las medidas políticas, económicas y sociales para el resto de su gestión.
Hay quienes parecen desdeñar que, antes de las elecciones presidenciales de 2017, el Ejecutivo vivirá otra prueba de fuego con las regionales de fines de 2015.
Desde ya, analistas opinan que si Hollande se presentara a las presidenciales, corre el riesgo de ser eliminado en la primera vuelta frente a la derecha y la extrema derecha, si no logra aglutinar sus fuerzas.
Hasta el momento, un Gobierno que se rehúsa a cambiar su política, una derecha en franco ascenso y un electorado descontento por persistentes problemas domésticos como el elevado desempleo, son los elementos más claros del actual panorama francés. Pero como reza el refrán: «guerra avisada».
Por Masiel Fernández Bolaño*Corresponsal de Prensa Latina en Francia.
Paris, 4 de abril 2015
Crónica Digital / PL