El escándalo del futbolista chileno Arturo Vidal por conducir ebrio y provocar un accidente de tránsito, dejó serias dudas en torno a la veracidad de su versión de los hechos.
Como obtuvo el perdón del «Supremo» Jorge Sampaoli, el técnico de la selección de Chile y, por lo tanto, podrá seguir en la Copa América, la hinchada comienza a pasar la página e igual algunos colegas locales hacen borrón y cuenta nueva.
Pero hasta ahora ningún medio chileno ha intentado profundizar en el caso. Destrozó su auto Ferrari al impactar con otro vehículo, sin recibir ni ocasionar lesiones de cuidado, salvo los daños materiales.
El hecho ocurrió cerca de la medianoche del pasado martes. Vidal, mediocampista con tres goles en el torneo y pilar de Chile en su selección nacional, provocó el choque en el kilómetro 25 del acceso sur a Santiago con su vehículo.
Lo peor es que un test detectó que manejaba en estado de embriaguez y además, llegaba tarde el centro de entrenamientos donde está concentrada la escuadra del país austral.
La primera pregunta en el ambiente es el estado de salud de las personas que viajaban en el auto impactado. De eso no se habla aquí. Sospechoso cuando hay una billetera rebosante en manos del futbolista.
En añadido, surgen numerosas interrogantes basadas en las investigaciones científicas en relación con los test de alcoholemia. Vidal dijo que se tomó dos copas y que no tuvo la culpa del accidente.
Luego de difundirse un video en el cual desafía a los agentes del orden de modo prepotente, quedó claro que fue su Ferrari el causante del percance. Utilizó su popularidad para enviar un mensaje por Twitter a sus fans con cara de inocencia.
Apareció en una aparatosa rueda de prensa, después de que antes su protector Sampaoli lo perdonara, y con lágrimas en los ojos pidió disculpas por lo ocurrido, al tiempo que prometió una gran actuación en lo sucesivo en la Copa América.
De acuerdo con el test realizado, Vidal tenía 1,2 gramos/litro de alcohol en la sangre. Esa cifra no es, como aseguró, equivalente a un par de copas, sino al menos de cinco vasos de bebida fuerte (pisco, ron, whisky o vodka).
No se trata de una aseveración festinada. Así lo revelan las mediciones científicas que añaden, además, las características del comportamiento con índices entre 1,00 y 1,99 g/l, a la sazón vaivenes emocionales, bullicio, enojo o tristeza (…).
Luego, la discapacidad de la persona se traduce en los reflejos, tambaleo o titubeo, motricidad fina o dificultades al hablar, destacan los expertos.
Su expediente no lo favorece y lo publicado hoy por el influyente diario Marca de España termina por poner el dedo en la llaga: son famosas sus indisciplinas a lo largo de su carrera y explican las razones de no haber escalado más en el fútbol.
El Real Madrid no lo quiere, no obstante reconocer la calidad del jugador y sus potencialidades como mediocampista en el cuadro merengue.
En su Ferrari corría al momento del choque a 160 kilómetros por hora y según algunas infidencias, llegó a un acuerdo con el conductor del otro coche, un tal Felipe González a quien no se ha visto nunca.
Un repaso al prontuario de conflictos de Vidal revela varios ejemplos negativos. Primero en 2007, tras perder con Argentina en el Mundial Sub20, se enfrascó en una pelea con la policía canadiense y fue detenido junto a otros compañeros.
Luego, en la Copa América de Venezuela se emborrachó en el hotel de la concentración de Puerto Ordaz, donde igual con otros jugadores, acosaron a las camareras y provocaron destrozos. Brasil les pasó factura en cuartos de final con goleada 6-1.
Las andanzas de Vidal prosiguieron y en 2011, al lado de Gonzalo Jara, Carlos Carmona, Jean Beausejour y Jorge Valdivia, vino el denominado «Bautizazo». Todos retornaron a la concentración tarde y borrachos.
Recibieron severos castigos, expulsados y sancionados con 20 partidos. Vidal pidió perdón y, de nuevo, el aura angelical le vino a la cabeza.
Otras juergas le causaron multas y problemas con su club, Juventus de Turín, el más reciente en vísperas de un partido contra la Roma luego de pelearse con una persona en una discoteca.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 18 de junio 2015
Crónica Digital / PL