Así lo expresó la Presidenta del PS respecto de la movilización de los camioneros en el día de ayer, junto con señalar que “en democracia no debiera haber este tipo de presiones”.
En conversación con la prensa, la Senadora Isabel Allende expresó que es importante generar diálogos, consensos democráticos y reconocer las legítimas reivindicaciones de los ciudadanos, como en este caso lo es la seguridad de los transportistas. Sin embargo, expresó que “me pareció lamentable que se haya llegado a ese extremo, yo hubiera esperado que ése diálogo se hubiera dado antes, pero hubo inflexibilidad por parte del gremio al no aceptar la audiencia que les concedió el Ministro”.
La parlamentaria sostuvo que “el Ministro de Interior los había invitado a dialogar, pero ellos no concurrieron y prefirieron hacer su demostración de fuerza. Al final hubo una negociación como todos sabemos, pero a mí me parece que en democracia no debería haber este tipo de presiones, que debilitan la autoridad de un gobierno que debe velar por el bien común de todos los ciudadanos”.
Asimismo, dijo que “el comportamiento del gremio del inicio fue bastante soberbio. Ellos hablaron de que iban a cambiar Chile, que el Ministro tenía que concurrir allá a verlos, y esa actitud yo la lamento y la critico sinceramente”, expresó Allende.
Finalmente, la legisladora explicó que “el Estado se ha hecho parte de todos y cada uno de los atentados incendiarios que ha habido con estos camiones. Ha habido más de 60 diligencias solamente entre diciembre y agosto de este año, pero evidentemente no ha sido fácil y es un problema pendiente. Habrá que coordinarse mejor con las policías, con los organismos de inteligencia, evitar actos delictuales y en lo posible garantizar la tranquilidad a quienes ejercen estas funciones”.
Santiago de Chile, 28 de agosto 2015
Crónica Digital
Vie Ago 28 , 2015
Siguiendo un libreto muy bien estructurado, y probado en 1973, la Derecha chilena ha desatado una escalada insurgente contra el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría, que no da cuartel y ante la cual no cabe taparse los ojos, mirar para el lado, hacer cálculos erróneos o dejarse embaucar con cantos de sirena. Los principales partidos de la Derecha, la Unión Democráta ticaócrataiente y Renovación Nacional, tras ver frustradas sus pretensiones de “cambio de rumbo” de La Moneda, tras el cónclave oficialista de principios de agosto, pasaron a una nueva etapa en su confrontación al gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, iniciado el primer día, y sobre todo a su programa de reformas. Piñera acuñó la demanda de “reformar las reformas”, en tanto el ex senador UDI y alto funcionario de la dictadura de Pinochet, Jovino Novoa, formalizado por delitos tributarios, instó a la derecha a ser “opositores francos” del gobierno. Es decir pasan a la ofensiva total. La violencia que se registra en ciertas regiones de la Araucanía, desarrolladas, según se afirma, por radicalizados grupos minoritarios o asaltantes que incendian camiones, amenazan a trabajadores del transporte o forestales, simples delincuentes que roban madera o por algunos que buscan cobrar seguros, todos los cuales convergen en un objetivo único; generar un clima de tensión que desemboque en una escalada incontrolable, un escenario de guerra interna o insurgencia. Roberto Thieme, que algo sabe de esto, denunció en Radio Cooperativa, la conspiración de empresarios y violentistas (remanentes de “Patria y Libertad” y comandos Rolando Matus, de los 70), comandos “Trizano”, y nuevos paramilitares de ultraderecha, desplegados en el escenario de La Araucanía. Vimos en el reciente episodio de los empresarios camioneros que revivieron de alguna manera en la conciencia colectiva chilena, el paro patronal camionero de octubre de 1972, encabezado por Leon Vilarin y financiado por la CIA, como parte de la conspiración sediciosa que llevó al Golpe de Estado militar derechista del 11 de septiembre de 1973, una batería de argumentos que iban desde la demostración de sus camiones quemados, hasta el estado de la seguridad ciudadana en el resto del país, y por consiguiente la demanda de un represión mas allá de las normas legales – “tolerancia cero”- virulenta oposición a las reformas gubernamentales, denuncia al voleo a la corrupción de los políticos, y crítica acerba a la labor de la justicia, y de los parlamentarios, entre otras materias varias. La nostalgia -o las ganas de repetirlo- por la “mano dura”, por el ejercicio de una autoridad si limites, en fin, la dictadura, es más que evidente. El carácter político partidista, derechista, opositor de la caravana de camioneros, que mantuvo en jaque no solo el libre tránsito vehicular normal y mantuvo en vilo a la opinión pública y a la autoridad, fue evidente, tanto como la intransigencia, altanería, y carácter confrontacional de los dirigentes y participantes de la acción. Obviamente la caravana era la punta de lanza de una operación mayor, de los “males mayores” o […]