Chilito import export, aunque lo que nuestro país exporta se llena de certificaciones de calidad y barreras de ingreso al libre mercado, la cultura gringa ingresa cada vez más potente en la mente de los consumidores. Nuestras materias primas y sus procesos de exportación han ido a la par a las exigencias de mercado. Normativas y procesos de gestión han generado un MADE IN CHILE potente y reconocido a nivel mundial. Y esto se traduce en productores comprometidos en entregar los productos nacionales a los tiempos indicados y bajo las normas internacionales vigentes.
Ad portas de otra fiesta Halloween, resultado de años de marketing americano, nos hemos encontrado bajo una nueva propuesta, creándonos necesidades a raíz de una celebración cada vez más arraigada y adaptada a nuestra identidad, un poco confusa, desde la era de los Jaguares de América. La pomada de la época, las AFP, nuevos modelos de negocio, financieras vende sueños, políticos millonarios por casualidad y un modelo de mercado que genera felicidad a altos costos. Empresario multimillonario y gente cada vez más pobre, tanto de billete como de conocimientos.
Como decía un profe de la universidad, “existe un mundo mejor, pero es muy caro”. Una realidad dura para algunos y fácil para otros. En fin, con plata o sin plata, los chilenos nos hemos arreglado para ser gringos al peo, sin ofender a nadie, pero con mucho respeto.
En conclusión, nos encontramos ante una sociedad abierta a celebrar una de las fiestas paganas más incorporadas a la cultura occidental de estos años. Una fiesta de temer, una noche en que lo espiritual y lo mágico toman fuerza, en que las animas se divierten, los muertos toman vida y eso a nadie le importa.
Cuenta la historia que en la noche de brujas, Jack el tacaño, así le decían a este famoso personaje, tuvo la mala fortuna de encontrarse cara a cara con el mismísimo diablo en una taberna. Jack, amigo de Daniels, como siempre, había bebido durante toda la noche. Entre borrachos del afters, invitaron al diablo a un juego macabro, donde Jack ofrece su alma a cambio de un último trago, por cuenta del diablo, quien aceptó y se convirtió en una moneda para pagar al camarero. Pero Jack decidió quedarse con la moneda y la guardó rápidamente en su bolsillo junto a una cruz de plata, para impedir que el diablo se liberara y adoptase su forma original. El diablo prometió a Jack no pedir su alma en diez años, contar de ser liberado.
Al paso de una década, Jack y el diablo se encontraron en un bosque para saldar su deuda. El diablo había sido desafiado por un pobre hombre y esta era la oportunidad para llevarse consigo el alma de Jack. Sin embargo, Jack muy astuto condicionó al diablo diciéndole:
«Como último deseo… ¿podrías bajarme aquella manzana de ese árbol por favor?». El diablo lo observó , tragó un poco de saliva, sonrió con una seguridad de poker pensando que no perdía nada y se apresto a tomar la manzana. Pero Jack sin pensarlo dos veces, dio un gran salto y marcó rápidamente una cruz en la corteza del tronco, lo que impediría que el diablo bajara. El relato histórico cuenta que pasaron varios días y Jack, una vez más, obligó al diablo a prometerle que “Jamás le pediría su alma nuevamente”.
Jack murió unos años más tarde sabiendo que nunca podría entrar en el paraíso pues durante su vida había sido un borracho y un estafador. Por esa razón no quedaba más que vivir su eternidad en el infierno. Presentándose ante el diablo, no cabían dudas y le reconoció. Enviándole de vuelta sin pedir su alma, se preguntó: «¿Adónde iré ahora?, ya que el diablo le había dicho«Vuelve por donde viniste»…
El camino de regreso era oscuro y frío, no dejaba ver casi nada, la neblina y la penumbra eran parte del entorno. El diablo ya conocía a Jack, sabía que no era una buena persona y que era de los suyos. Alejándose Jack del infierno, el diablo le lanzó un carbón encendido en brasas desde el mismísimo infierno. Una ayuda para que pudiera guiarse en la oscuridad, sabiendo que ya no volvería ni al cielo ni al infierno, Jack cubrió la brasa para que no se apagara con el viento, condenado a vagar sin rumbo con su linterna de fuego por toda la eternidad.
Los irlandeses adaptaron la costumbre de los «faroles de Jack». Es por este motivo que surgió la costumbre de tallar calabazas para la noche de Halloween y transformarlas en faroles introduciendo una brasa o una vela en su interior.
Así, Jack pasa por las casas y al ver gente mala sigue de largo. Las calabazas tenebrosas abren el paso a Jack en una noche llena de maldad. Las calabazas con sus formas inspiran a que esa noche toda la humanidad acepte que existen cosas que van más allá del bien y del mal… es por eso que todos se disfrazan de seres malignos, con la intención de engañar al diablo… al ver gente mala, él pasa de largo.
Por Christian Coello Gho, Psicólogo Forense
Crónica Digital, 31 de Octubre 2016
Hola Mr. Coello, me gustó mucho su crónica, ojalá nos reencontremos en algún recodo del camino, bueno, junto a Alvaradito que está demás decir jjjj