La semana pasada se aprobó en la Cámara de Diputados, por 77 votos a favor, 68 en contra y 2 abstenciones la incorporación de Chile al TPP-11.
El TPP-11 es un tratado de libre comercio entre 11 países de la Cuenca del Pacífico que, entre otras cosas, aborda temas como barreras arancelarias, propiedad intelectual, derechos laborales y ambientales y arbitraje de diferencias inversor-Estado.
¿Qué implicancias tiene esto para nosotros, ciudadanos comunes y corrientes? Basta hacer una revisión rápida de las opiniones al respecto y nos daremos cuenta que son más los argumentos en contra del tratado que los a favor, lo que se evidenció con las sólidas intervenciones en la discusión por parte de los diputados del Frente Amplio en comparación a la deslavada defensa de los partidos de gobierno.
Hassan Akram, PhD en Ciencias Sociales de la Universidad de Cambridge y especialista en economía política señala en una de sus investigaciones que el TPP-11, a diferencia de lo expuesto por el Gobierno, no gatillará un alto crecimiento pero sí va a reducir la soberanía nacional además de desproteger la regulación pública. Estas son sólo tres razones, entre las muchas que podemos esgrimir, pero que por su peso ya son suficientes para rechazarlo.
En cuanto al crecimiento, una de las tesis que más férreamente fue defendida por el oficialismo, se evidencia que Chile ya tiene tratados con los países firmantes, por lo que un nuevo tratado no se justifica. Estos defensores señalan que se atraerá mayor inversión extranjera directa, pero los estudios señalan que esto sólo ocurre cuando las economías ya están creciendo con anterioridad al tratado y los sectores impactados se encuentran vinculados con otras áreas de la economía. Chile se encuentra estancado en términos productivos desde 2006 producto de su dependencia de la explotación de los recursos naturales.
Con respecto a la soberanía nacional, las reglas del TPP-11 prohíben los Requisitos de Desempeño para las empresas extranjeras, por lo que bloquean la posibilidad de transferencia tecnológica por parte de las mismas, tan necesario para una economía como la nuestra. También impiden los impuestos a las exportaciones, tributo que fomenta la creación de valor agregado a nuestras materias primas, como el cobre, pues a las empresas extranjeras les convendría (en un modelo de tributación escalonada) sacar de Chile más producto procesado que bruto, dejando con ello dicho valor agregado en materia de industria dentro del país. Otro caso complejo sucede con la contratación pública, pues prohíbe que se pongan condiciones a las empresas contratadas por el estado/Gobierno para realizar actividades tan triviales como servicios, construcción, infraestructura, etc. (condiciones que muchas veces implican promoción de crecimiento para el país, derechos laborales, sustentabilidad, etc) y, por último, impide el subsidio a las empresas estatales, lo que podría afectar el desarrollo de industrias nacionales estratégicas como por ejemplo del LITIO. En síntesis, el TPP-11 bloquea las políticas públicas de diversificación productiva e impide al Estado usar la inversión extranjera directa para generar crecimiento a largo plazo.
En tercer lugar, el TPP-11 No proteje la regulación pública, puesto que contempla arbitrajes internacionales con jurisdicción por sobre las cortes locales, por lo que cualquier transnacional puede demandar a Chile si se siente”perjudicada”. Es decir, si Chile endurece las regulaciones medioambientales para proteger la salud de sus habitantes, pordría ser demandado por dañar la inversión extranjera, como ya ocurrió en Alemania. Sin ir más lejos, podemos hacer la comparación con las denuncias por parte de transnacionales ante la Fiscalía Nacional Económca hacia las condiciones tributarias de COLÚN. Con el TPP-11, perfectamente podría transformarse en una demanda en contra del Estado. En síntesis,en conel TPP-11 terminará reduciendo la capacidad del Estado chileno de proteger el medioambiente, la salud y otros temas sociales, tal como ha ocurrido con otros TLC y, en lo local, perjudicar a nuestra industria más emblemática.
Sin el tratado no habrán variaciones en el crecimiento del país, nuestras exportaciones seguirán llegando a los mismos mercados, pero pone trabas a generar exportaciones más complejas y de mayor valor agregado. Seguiremos siendo una economía de tercera clase y amenazados en nuestra soberanía. Sin contar otras dificultades que ofrece en otros ambitos.
Ante eso cabe la pregunta a nuestras autoridades
¿Señores Diputados Jürguensen y Hernández, cuál es la razón que pueden dar a sus electores por haber votado a favor del TPP-11?
¿Señores Senadores Moreira y Quinteros, cuál es la razón que le dará a sus electores, personas naturales, empresas del rubro lechero, del rubro agricola y ganadero de la región, si es que llegan a votar a favor del TPP-11 y ello resulta en un daño para el país?
Como Revolución Democrática e integrantes del Frente Amplio creemos firmemente en la necesidad de crecer económicamente, pero sustentablemente y no a costa de hipotecar nuestro futuro y esperamos que, si bien pertenecemos a conglomerados diferentes, sea ese su mismo deseo para la región que representan.
Santiago de chile, 24 de abril 2019
Crónica Digital