Sáb Oct 7 , 2023
Ha partido de este mundo Jacques Chonchol en circunstancias especialmente significativas: cuando se han cumplido 50 años del Golpe de Estado que puso derrocó por la violencia al Gobierno de Salvador Allende, en que ejerció como emblemático Ministro de Agricultura y orfebre de la Reforma Agraria, y cuando en unos pocos días más se cumplirán 52 años de la fundación de la Izquierda Cristiana, la última colectividad de la que fue parte y que, en la forma que fue concebida, fue una síntesis de su pensamiento de la vida entera. En efecto, en el interior del socialcristianismo que sustentó al Partido Demócrata Cristiano (PDC), constituido en 1957, ya a comienzos de la década de los 50 cristalizó una concepción de izquierda o de progresista, expresada principalmente en las proposiciones de Jacques Chonchol y Julio Silva Solar en su libro “Hacia un Mundo Comunitario” (1951). Este trabajo fue positivamente valorado por el sacerdote jesuita Alberto Hurtado, quien escribió una carta a su amigo Silva Solar, en la cual señalaba con sarcasmo: “Lo he leído despacio porque me habían dicho que era un libro muy peligroso y de tendencias comunizantes”. Esas ideas ejercieron una clara influencia en los primeros años de la Democracia Cristiana, como puedo apreciarse en una carta de su Consejo Nacional a los Partidos Comunista y Socialista fechada el 31 de enero de 1963, en la que manifestaba que “la Revolución chilena será democrática, antioligárquica y antiimperialista” y que, por lo tanto, “se trata de un único movimiento social; no hay una revolución marxista y otra cristiana” (Enrique López Oliva: “El Camilismo en América Latina”, Cuadernos Casa de las Américas, La Habana, 1970). Ya con Eduardo Frei Montalva en el Gobierno, su propuesta reformista comenzó a ser desbordada por la izquierda desde el interior de la Democracia Cristiana. En 1965, Jacques Chonchol y Julio Silva Solar publicaron un ensayo en el que perfilaron los fundamentos de la “vía no capitalista de desarrollo”, un camino revolucionario a una “sociedad comunitaria”. A este respecto, sostenían: “El comunitarismo promueve una estructura social fundada en el principio de que la tierra y bienes productivos (capital industrial, financiero, comercial) pertenezcan a los trabajadores. Ello significa sobrepasar el conflicto fundamental del sistema capitalista, conflicto de clases donde el antagonismo entre la reducida clase de los propietarios del capital y la masa desposeída de todo otro bien fuera de su trabajo, el que debe poner al servicio del capital a cambio de un salario, genera toda clase de obstáculos al desarrollo económico y a la justicia social”. “El dinamismo de la sociedad comunitaria no arranca del afán de lucro o de poder de capitalistas o de aspirantes a capitalistas, sino de la voluntad colectiva de todo el pueblo que se hace dueño de la economía y que organiza planificadamente su ascenso como comunidad, sin diferencias de clase. Una economía que organiza a los hombres en forma comunitaria está en condiciones de multiplicar las energías sociales de un modo que el capitalismo no puede siquiera concebir, y […]