Mar Jun 27 , 2023
La sequía registrada desde hace 15 años en el centro-sur de Chile tuvo una abrupta pausa con la irrupción de un sistema frontal que desorganizó la vida desde el Bío Bío hasta la Región Metropolitana. Por Edgar Amílcar Morales Corresponsal en Chile Este es un país de configuración geográfica curiosa, con una extensión de 756 mil 102,4 kilómetros cuadrados, distribuidos en una estrecha franja entre la cordillera de Los Andes y el océano Pacífico en el sur del continente, lo cual le da el aspecto de una larga lengua de tierra. El norte es árido, áspero y seco, pero rico en recursos minerales agrandados ahora por la importancia del litio en las nuevas tecnologías de la comunicación, el transporte terrestre, aéreo y naval e incluso en la industria militar. Allí está el desierto de Atacama, de 105 mil kilómetros cuadrados y considerado como la zona más seca del mundo. El centro se caracteriza por un clima benigno, es la parte con mayor población, sobre todo la Región Metropolitana donde está la capital, Santiago, con más de 6,2 millones de habitantes. Otras urbes importantes son La Serena, la ciudad de Gabriela Mistral, Valparaíso y su vecina Viña del Mar. El sur resulta un mundo diferente, con una gran riqueza forestal y ciudades patrimoniales, entre ellas Concepción, Valdivia, Puerto Montt y Punta Arenas, la puerta de entrada a la Antártica. SEQUÍA HISTÓRICA A partir de 2010 comenzaron a sentirse los efectos de una aguda sequía en el centro y parte del sur que, con el paso del tiempo, se fue agudizando hasta convertirse en la más prolongada y grave desde los años 60 del siglo pasado. De hecho el término para referirse a este fenómeno es “megasequía” y algunos expertos opinan que en realidad comenzó un poco antes y hoy día tiene 15 años de duración, con graves efectos para la calidad de vida de las personas y la economía. Por mucho, 2019 fue el más seco desde que se empezaron a realizar este tipo de mediciones en 1950 y en la Región Metropolitana cayeron solamente 82 milímetros de agua, insuficientes para atender las necesidades de la población. El estrés hídrico se extiende desde Coquimbo hasta El Maule, es decir, unos mil 400 kilómetros cuadrados del territorio nacional y la desertificación amenaza a seis millones de personas. Los efectos son apreciables a simple vista pues las montañas tienen cada vez menos vegetación, abundan los terrenos abandonados y en la cordillera de Los Andes desaparecen el hielo y la nieve. La sequía incrementó un añejo conflicto entre dos actividades fundamentales para la economía chilena, la agricultura, impensable sin la presencia del agua, y la minería, gran consumidora de este recurso, sobre todo de cara a la explotación del litio en gran escala. En cuanto a las causas de la falta de lluvias está en primer lugar el cambio climático que modifica las condiciones atmosféricas y oceánicas. La emisión de gases de efecto invernadero eleva las altas presiones del océano Pacífico e impide que […]