Pasan cosas extrañas en el país.
El escenario político, a ratos se pone denso. Y en las filas de los nuestros, de los partidos de la Nueva Mayoría se escuchan palabras que ofenden, que amenazan, que condicionan, que chantajean, en un tono altanero o de anatema mesiánico.
Surgen los dueños de la verdad absoluta, los “designados” por la divina providencia, jueces iracundos
En fin un espectáculo que molesta y duele.
La verdad es que cómo ciudadanos nos avergüenza ver a nuestros líderes políticos, ensarzados en reyertas de callejón, mientras la Derecha aplaude desde la galería , y la prensa que les prestan cobertura mediática, aviva la cueca, dispara sus baterías contra el gobierno, la presidenta Bachelet y las reformas que el pueblo aprobó mayoritariamente al elegirla.
Un simple análisis de los medios constata que el espacio dedicado a quienes aparecieron fomentando la división, o han contribuido a los dimes y diretes, han tenido generosa acogida en el Mercurio y La Tercera, y en otros medios opositores.
Y mientras la Derecha, “ junta rabia” contra las reformas, y sobre todo avanza en generar ”movimientos sociales” para atacar las reformas y miente en campañas propagandísticas en los medios, buscando generar temor, terror, y mintiendo descaradamente buscando conquistar adhesiones., “los nuestros” no mueven un dedo, en defensa, en promoción de las reformas.
Más bien, parecen empeñados en dar la espalda al escenario de la política real, sin empeñarse en conquistar el apoyo de la ciudadanía, de gastar el esfuerzo en ganarse la voluntad política de los ciudadanos, o para generar movimientos sociales que impulsen desde la base , por ejemplo, la reforma educacional.
Algunos parecen obsesionados por las disputas internas en el seno de la Nueva Mayoría, las disputas internas en sus propios partidos, las candidaturas futuras, los pequeños grupos de poder, las camarillas, o las “sensibilidades”.
( y al que le venga el sayo que se lo ponga, porque esto no es atributo exclusivo de alguno o de algunas).
Como ciudadanos de a pie, pero ciudadanos al fin y al cabo, nos duele esta irresponsabilidad política, esta indiferencia por los destinos, no solo de la Nueva Mayoría, del programa del gobierno Bachelet , sino del país y de la democracia.
Y surgen interrogantes, dudas y una ansiedad sobre el futuro.
Estoy hablando de “los nuestros”, la Nueva Mayoría, los que se supone tienen un compromiso refrendado por la mayoría del país. No lo olvidemos..
La crónica ha estado llena de personajes que vociferan, de tribunos- es decir, que tienen tribuna en una prensa que parece ansiosa de grandilocuencias, pero, que sabemos, obedece a un pauteo muy bien estructurado en alguna parte.
Y se entremezclan, como en una mala comedia de folletín, acusaciones de malas intenciones, ataques de mala memoria y chantajes de mala catadura, amenazas al estilo callejero de que “te voy a romper la jeta, si no me pedís perdón”, o actos de contricción de quienes han sido sorprendidos en falta..
En fin un ambiente de cantina, donde se sienten en su ambiente, señores o señoritos de cortaba y blancas o azules camisas de marca, pero de mirada aviesa, que tratan de sacar dividendos de algún exabrupto diplomático, o una chiquillada de políticos de reacciones poco meditadas. .
Utilizan las pantallas, los micrófonos, las cámaras, como púlpito para excecrar, crucificar en el sentido más literal que se pueda, sin la más mínima piedad cristiana o budista, humanista o lo que sea.
Da lo mismo, porque no hay piedad ni consideración. Y gente de una estatura moral, que por lo menos puede ser discutible, se alza como catones de la moral, de las virtudes ciudadanas, dueños de la verdad, los valores. En fin, inspirados por la divinidad, mesiánicos, totalitarios de cualquier signo
Y todos con esa ”vocación de servicio público”, que hace que los partidos, en general tengan una escasa valoración de los chilenos.
Estoy hablando por cierto del escenario interno de la Nueva Mayoría, proyecto que suscribo, estrategia y objetivos,que comparto, pero que , claramente entiendo que corresponden a una etapa de desarrollo del país que necesita de un acuerdo para la democracia, para la justicia social, para el progreso y el bienestar de la mayoría de los chilenos.
Una tarea por cierto que no termina en el 2018, y para cuyos logros se requiere un profundo sentido patriótico, una responsabilidad ciudadana y donde no sobra nadie de los que hoy forman parte de la Nueva Mayoría, incluidos los que somos independientes de partidos, pero no por eso dejamos de pensar y actuar en política, aunque determinadas estructuras nos miren desde el desdeño.
Y sobre todo unidad y perspectiva estratégica de futuro, la construcción de una fuerza capaz de mantener el rumbo de las reformas que el país requiere, y para lo cual todos debemos tener una voluntad política de largo plazo.
Es en esta perspectiva histórica, profundamente patriótica, democrática donde surgen las inquietudes por el inocultable encono de una discusión interna que más parece el preámbulo de una confrontación fratricida.
O una división de los demócratas como la de los años 70, cuando los “avanzar sin transar” se enfrentaron a las consignas de la democracia cristiana, y ambos sectores, envueltos en una guerrilla propagandística y política, le dejaron libre el camino a los golpistas, a la CIA, a los Patria y Libertad, a la derecha sediciosa, a los Edwards, etc.
Bien, como sabemos hay gente que se ofende fácilmente cuando se habla de la historia o se recurre a los datos objetivos de los hechos de la historia, sobre todo cuando se trata de doblar las páginas, o más bien tender un manto de silencio sobre hechos de los que uno debiera avergonzarse.
Sobre todo cuando se trata de una historia nacional, partidaria, que aun se busca ocultar bajo un manto de consignas o dándoselas de ofendidos.
En estos casos, lo que es más fácil es salir clamando en contra de supuestas ofensas, de ataques de por ofensas y chantajear, incluso buscar alianzas mas allá de los aliados naturales , legítimos, para presionar, incluso a la Presidenta de la República
Y la Derecha política, derrotada, golpeada, sigue expectante, demandando el olvido del programa, de los compromisos del Gobierno, de la Presidenta, con los ciudadanos,
Si hay una lección de la historia que debiera ser recordada en la situación de hoy, es la experiencia de los 70, de quienes olvidaron el sentido democrático de sus principios, destruyeron la fuerza de la democracia, traicionaron al pueblo en su proyecto, y desmoronaron la perspectiva democrática del proyecto progresista del Gobierno de la Unidad Popular.
Y nadie tiene derecho a sentirse ofendido por esas lecciones de la historia.
Aunque claro, la historia enseña también que hubo responsabilidades diversas en la destrucción de la democracia en los 70. Y sobre todo que una cosa es la historia, la que deberá siempre ser atendida con seriedad, objetividad rigurosidad científicas, más que con sentido partidista o interpretando las cosas al antojo.
La historia debe ser asumida de manera más seria y responsable, y quizás haga falta que un esfuerzo colectivo de análisis de las causas, de los intereses y de la actuación real de los protagonistas- que somos todos- de esos episodios trágicos de la historia del país-
Aquí, tuvieron su responsabilidad la Unidad Popular, la Ultraizquierda, y la Democracia cristiana. Y que debilitaron el Gobierno de Salvador Allende, lo llevaron a un callejón sin salida, donde finalmente se impusieron los conspiradores , los sediciosos de la derecha política y empresarial. Y el imperialismo. a través de la CIA y los dineros entregados a manos llenas, a camioneros, generales, diarios, en fin a los conspiradores..
Como se ha ido descubriendo al revelarse los archivos secretos de Estados unidos, la participación del imperio fue determinante en la sedición y el Golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile.
Y si la historia exige seriedad, responsabilidad, y eso que llaman objetividad. el momento exige que aprendamos las lecciones de nuestra historia, de un pasado, que nos llevo a un doloroso `proceso político, del cual, eso sí, y sin dejar de condenar a la dictadura y sus criminales, y precisamente por eso mismo, estimo que todos debemos asumir responsabilidades políticas.
Y no nos equivoquemos: la historia tiene su rol y sus características de ciencia. Pero la política es el arte de lo posible y de lo necesario, en las distintas etapas de un país, de los acuerdos, por lo mismo de las negociaciones, del respeto mutuo, de un proceso que cumpla etapas.
La política nos marca los objetivos a mediano y largo plazo, donde cada día tiene su afán y se deben cumplir las metas de forma paulatina, para lograr más y mejores avances.
Chile se enfrenta hoy a una reacción poderosa, que incluso sale a la calle,- una oposición que busca impedir las reformas, incluso por la vía de desacatarlas, de utilizar todos los subterfugios y mecanismos para impedirlas,.
Si en el día de hoy las fuerzas que conforman la Nueva Mayoría, no se consolidan, como parece ser la perspectiva tras los temporales de los últimos días, entendiendo su diversidad, el país corre el riesgo de volver a repetir la experiencia de los 70, cuando la derecha, golpista entonces, neoliberal a ultranza ahora, pero siempre antidemocrática, se apoderó del poder mediante el recurso de la fuerza, para frustrar los anhelos de democracia del pueblo.
Desde la óptica de un ciudadano me parece que no podemos farrearnos el gobierno de la presidenta Bachelet, ni abrirle alegremente a la Derecha , el camino de la recuperación del poder político.
Aquí como siempre, las responsabilidades son compartidas.
Y no quiero asustar a nadie, Es el momento de asumirlas.
Por Marcel Garces, perdiodista y miembro del Concejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 5 de noviembre 2014
cRÓNICA Digital