Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Purdue afirman que hallaron una manera para que la bombilla incandescente siga iluminando en el siglo XXI, reflejó la revista Nature Nanotechnology.
Las bombillas incandescentes, desarrolladas comercialmente por Thomas Edison, funcionan calentando un fino alambre de tungsteno a temperaturas de alrededor de dos mil 700 grados Celsius. Pero más del 95 por ciento de la energía que entra en ellas se pierde, la mayor parte en forma de calor.
Por eso se consideran una tecnología ineficiente y poco a poco se sustituyen por las LED.
Los estudiosos crearon un proceso de dos etapas. La primera etapa consiste en un filamento de metal calentado convencional, con todas sus pérdidas concomitantes.
Pero en lugar de permitir que el calor residual se disipe en forma de radiación infrarroja, estructuras secundarias que rodean el filamento capturan esta radiación y la reflejan de vuelta al filamento para ser reabsorbido y emitido de nuevo como luz visible.
Esas estructuras, una forma de cristal fotónico, están hechas de elementos abundantes en la Tierra y pueden fabricarse utilizando tecnología convencional.
Los expertos aseguran que ese segundo paso supone una gran diferencia en la eficiencia con la que el sistema convierte la electricidad en luz.
Si la eficiencia luminosa de las luces incandescentes convencionales es de dos a tres por ciento, las fluorescentes entre siete y 15 por ciento, y la mayoría de los LEDs compactos entre cinco y 15 por ciento, las nuevas bombillas incandescentes de dos etapas podrían alcanzar hasta 40 por ciento de eficiencia, agregan.
Sin embargo, las primeras unidades de prueba realizadas aún no alcanzan ese nivel, sino 6,6 por ciento de eficiencia. Pero los estudiosos señalan que incluso ese resultado preliminar coincide con algunas de las lámparas fluorescentes compactas y LED actuales.
Londres, 12 de enero 2016
Crónica Digital / PL