Incluso han pretendido comprometer a autoridades militares a cargo del Estado de Emergencia, exigiendo ser reconocidos como autoridades paralelas a las autoridades gubernamentales, provocando reuniones, y tratando de involucrarlos en su deliberada estrategia provocativa, peligrosa, y francamente subversiva.
Por ello resultan por lo menos aventuradas declaraciones como las que El Mercurio atribuyó al Jefe de la Defensa en la Séptima Región, general Javier Iturriaga, tras una reunión con autoridades locales y el Ministro de Defensa, donde hace un llamado muy parecido a los que conocimos en 1973: ”Lo mejor es que la gente ayude a delatar a los inescrupulosos que pueden estar generando incendios” aunque advierte- por suerte- que “no tomen la justicia en sus propias manos”.
Pero los que echan leña y bencina a la hoguera, recibieron en los últimos días un reforzamiento en esta línea de confrontación con el gobierno, y de creación de un estado de inseguridad, temor, sicosis colectivo y de crispación social, a través de declaraciones hechas a Radio Agricultura y difundidas, claro, por El Mercurio, del ex Comandante en Jefe de la Armada, y ex senador de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Jorge Arancibia, que por lo visto no está en retiro de su pinochetismo furibundo y militante.
En la línea de la supuesta “intencionalidad” de los incendios y de las acusaciones mentecatas a las FARC de Colombia, al Estado Islámico y a mapuches y otros “terroristas”, Arancibia se permitió afirmar que el Gobierno sabe “quienes son y donde están” los que provocan estos siniestros, y que “no existe la voluntad política de enfrentar a estos grupos concertados que provocan tanto daño”.
Uno podría esperar un mayor equilibrio y responsabilidad e los juicios de un Almirante, en correspondencia con su rango, y respecto a su institución, por lo que es razonable que se le convoque a los tribunales para dar cuenta de sus afirmaciones y no dejarse llevar por una imaginación enfermiza que lo hace parecer estar viviendo los tiempos de la “guerra interna“ de la dictadura de Pinochet y permanecer en el pasado, como dicen algunos predicadores del olvido de los crímenes de la dictadura.
Pero hay otro ejemplo en este mismo esquema de la mentira y la desinformación deliberada, o de la guerra sucia contra el gobierno y que constata que la Derecha busca seguir alimentando el odio como instrumento de desestabilización de la democracia.
Según El Mercurio, Rubén Covarrubias, rector de la Universidad Mayor, que “camina con un pañuelo al cuello para evitar el humo” en Vichuquén, declara:”Creo que parte de estos incendios son obra de terroristas. Creo que hay una clara intencionalidad”.
Y lo que sigue completa la verdadera y descarada “intencionalidad” de la crónica:
Junto a ella, sigue el relato, Nicole Compagnon, a quién se presenta como abogada de Santiago, quien ha creado distintos grupos de ayuda a través de WhatsApp no tiene dudas de que estos siniestros son “totalmente intencionales”, y agrega, sin mayor originalidad ya que es una versión que se repite a través del país, que “hemos sorprendido a personas en moto intentando prender fuego. Hugo incluso un grupo al que apedreó la gente”, reclamando que “falta mayor apoyo de helicópteros y aviones”.
En la zona, en el Lago Vichuquén, dramatiza en conclusión “El Mercurio”, “lo único claro es que nadie duerme tranquilo. Las llamas, el humo y el miedo no lo permiten”.
Pero lo que no logra encubrir el periódico es su verdadera “intencionalidad”, su estrategia de deformación de la realidad, de irrespeto de la institucionalidad democrática, de creación de inseguridad social y sus objetivos políticos electorales.
La sucia guerra sicológica está en marcha. Y cualquier situación sirve a sus aviesos propósitos.
La crónica no tiene desperdicio y ayuda a crear el ambiente tenebroso, confesando el objetivo que está detrás de esa “verdad editorial” que es generar más allá del exclusivo y antes pirulo sector de veraneo, un ánimo de incertidumbre, afirmando que “crece en los vecinos la sospecha de que los incendios están siendo provocados”, enfatizando que “la gente está asustada”.
Todo ello en circunstancias de que nadie puede mostrar un hecho concreto que justifique esos dichos, y que las personas acusadas al voleo, y hasta investigadas por la policía y los tribunales sean, como se ha constatado y lo han registrado las autoridades, “gente en situación de calle, enfermos mentales o drogadictos”, simples vecinos o personas sin relación alguna con los incendios o en situaciones que se le parezcan.
“Una densa nube de humo lo cubre todo. No deja respirar. No permite ver el sol ni saber bien qué hora es”, enfatiza la nota, digna de un enconado frente de guerra.
Pero no se trata de la lucha contra el fuego. Se trata, como se estudia en los manuales de la CIA o del Pentágono, de generar la “imagen del enemigo”, del “terrorista”, de una supuesta “inacción” del Gobierno y las autoridades policiales o judiciales, lo que abre la tentación de “hacerse justicia por sus propias manos” o, quizás, de declarar que el gobierno ha perdido “legitimidad de ejercicio”, como se argumentaba en 1973.
Junto con adoptar las medidas para superar la emergencia, apoyar a los damnificados y apurar la reconstrucción en las zonas afectadas, no puede dejar pasar estas verdaderas amenazas a la seguridad, la tranquilidad ciudadana y a la institucionalidad democrática.
Estos hechos deben ser investigados y es pertinente llevar a los tribunales a quienes, al generar el caos, la incertidumbre y la inseguridad, buscan aprovechar la situación para fines no solo irresponsables, sino que hasta sediciosos.
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 4 de febrero 2017
Crónica Digital