La joya del pacífico se tiñó de rojo, pero del rojo de la impotencia, al constatar como una menor de 2 años de edad perdía su brazo, luego que se desplomara bajo sus pies uno de los pasillos del segundo piso del edificio donde vive.
Sobre esta mole de fierro y cemento jugaba Paula Sánchez Silva de 2 años, quién al caer se cercenó la extremidad superior derecha. El reloj marcaba las 21 horas del miércoles 29 de Marzo cuando abruptamente la loza sobre la que se encontraba parada junto a su tía Sara Silva de 15 años se vino abajo, arrastrándolas desde una altura superior a los 2 metros.
Patricia Silva, la madre de la niña señaló: «Escuché el ruido y salí a mirar que había pasado. Ahí la vi y parecía que estaba bien, pero la empecé a revisar, porque me fijé que tenía manchas de sangre en la cara y me di cuenta que se había cortado el brazo sobre el codo. El corte era tan profundo que podía ver el hueso y estaba casi por soltarse su mano. De un momento a otro Paula se quedó sin su brazo derecho».
Las familias y vecinos acusan a las autoridades: «Existe negligencia del Serviu que no fiscalizó la calidad del material con que se construyeron nuestras viviendas». El Serviu a su vez lo descartó, ya que se trataría de una fatiga de material producto de la erosión del aire salino (¿?). A su vez la Dirección del Servicio de Vivienda y Urbanismo informó que asistentes sociales se encargarán de inscribir a la niña amputada para que pueda postular a un «subsidio de reparación» y para que su padre encuentre trabajo. Sin comentarios.
Para los ricos palacios, para los pobres basurales. Esta es la consigna de ciertas autoridades, que cambiando de lugar y barnizando la desigualdad creen superar la pobreza. «Hemos entregado viviendas y mediaguas», dicen. ¿Pero de que calidad? y ¿A que precio?. ¿Cuánto vale el brazo de una niña de 10 años? y ¿Qué subsidio repara tamaña perdida?. En Chile un niño que vive en una población no tiene derecho a jugar, porque podría caerle un poste de alta tensión o fatigarse los pilares del suelo que pisa.
Paula, la niña accidentada, fue ingresada de urgencia al Hospital Carlos van Buren, donde se resolvió la amputación de su extremidad. Tendrá que permanecer entre una semana y 10 días hospitalizada, tras lo cual comenzará un largo proceso de rehabilitación. Quisiera detenerme en este punto, la rehabilitación. Se cree en el imaginario colectivo de que la rehabilitación termina una vez que a la persona se le pone un brazo de goma con un garfio que pueda tomar objetos.
Es más, se realizan una vez al año campañas indignas donde se exhiben las lesiones o malformaciones físicas de los niños con publicidad, para incitar al ciudadano común a depositar dinero para instalarlos. Al respecto debo decir que la rehabilitación es un derecho, no se logra con dinero, se alcanza con respeto, con integración. Además la rehabilitación de una persona amputada es para toda la vida.
Hay que trabajar sentimientos, mente y energía de forma permanente para que no caiga en depresión o trastornos de personalidad. Debe partirse respetando sus derechos, luego trabajar las emociones y sentimientos de la persona. La rehabilitación debe ser de adentro hacia fuera, luego el cuerpo, la integración en la familia, hacia la comunidad y finalmente la sociedad. En Chile se mira de cabeza este proceso y se comienza exactamente al revés.
«Tome tal o cual producto para que este niño pueda caminar», este es el mensaje que se instauró en la época de Pinochet. ¿Qué dice Jesús?, que estos hijos son sus predilectos por lo tanto estos derechos deben estar cubiertos. ¿Qué dice el sentido común? que la salud es un derecho y un deber del Estado. ¿Qué debe hacer la familia de Paula? interponer una demanda en contra de quienes resulten responsables.
Han pasado 25 años desde que se celebró el año internacional del «impedido» mal bautizado con ese nombre el año 1981- y nuestro país sigue en la ignorancia. Las autoridades siguen sin saber trabajar los diversos tópicos que implica el tema de la discapacidad. Las empresas aun no logran abrir sus áreas de acción solidaria y responsabilidad social, a instancias que permitan educar y concientizar para ayudar a prevenir por ejemplo accidentes de este tipo.
Hasta la semana pasada en Chile habían dos millones y medio de personas con discapacidad. Ahora son 2 millones quinientos mil uno y todo indica que esta cifra seguirá aumentando. Para los próximos años se estima que la cifra de personas con discapacidad en Chile y América Latina aumentará en un 130%, contra un 40% en los países desarrollados, no obstante en nuestro país sigue la inoperancia y la corrupción que impiden una efectiva intervención social al respecto.
Por:Alejandro Hernández. El autor es Presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados, Dirigente Sindical y Activista por los Derechos Humanos.
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Santiago de Chile, 8 de abril 2006
Crónica Digital , 0, 97, 3