El 27 de diciembre pasado, en medio de un momento crítico de su campaña presidencial en segunda vuelta, Bachelet prometió cumplir 36 medidas importantes en los primeros 100 días de su gobierno (una cada tres días como promedio).
El plan abarcaba áreas tan diversas como el empleo, seguridad social, educación, salud, seguridad ciudadana, mujer, medio ambiente, mejoramiento de las ciudades, políticas de descentralización hacia las regiones, servicio militar y una mayor democracia.
Los ejes principales de su planteamiento serian puestos, sin embargo, en el empleo -que afecta a más de medio millón de chilenos-, educación, seguridad y salud, tres de las áreas más deficientes en el gobierno de su antecesor, el presidente Ricardo Lagos.
Muchas de estas medidas ya están en marcha, otras han sido presentadas a las instancias legislativas para su aprobación y algunas, como las reformas del sistema de pensiones y del sistema electoral binominal -dos de las más emblemáticas- encuentran una fuerte oposición de la derecha opositora.
LOS CONFLICTOS
A poco de iniciar el vertiginoso ritmo que imprimió a su administración para cumplir las metas propuestas comenzaron a surgir, sin embargo, numerosos conflictos no previstos -al menos-, en fechas tan tempranas de su gobierno.
A fines de abril, cuando comenzaban las primeras manifestaciones estudiantiles, debió enfrentar un complejo y conmovedor problema al hacerse público que el Servicio Médico Legal (SML) identificó erróneamente a casi un centenar de detenidos desaparecidos encontrados en 1991 en el Patio 29 del Cementerio General.
En el desarrollo del conflicto se puso de manifiesto que los errores eran conocidos desde mediados de los 90 y que los gobiernos de turno -Eduardo Frei (1994-2000) y Ricardo Lagos (2000-2006) no hicieron lo que debían u ocultaron la información a los familiares de las victimas.
Luego, en la segunda semana de mayo, se produjo un nuevo impasse para la Presidenta: la huelga de hambre de cuatro mapuches condenados en juicio de dudosa legalidad en 2005 por la Ley Antiterrorista, que tuvo enorme repercusión, tanto interna como en el exterior, y empañó su primera gira por Europa.
La verdadera prueba llegó, sin embargo, pocos días antes de su mensaje a la nación el 21 de mayo pasado, cuando estudiantes secundarios comenzaron las tomas de planteles y una movilización general que llegó a involucrar a más de un millón de personas.
Las protestas en reclamo de una profunda transformación de la enseñanza -cuya magnitud no fue debidamente valorada por sus asesores- paralizaron virtualmente al gobierno durante casi tres semanas y creó una crisis cuyas consecuencias aún están por ver.
El gobierno, que inicialmente afirmó que no negociaría bajo presión, se vio forzado a conceder varias de las demandas económicas de los jóvenes estudiantes y crear una amplio Consejo Asesor Presidencial para estudiar las transformaciones demandadas en la Educación, algo que no estaba en sus planes.
Como colofón, Bachelet convocó una reunión pública en La Moneda, con participación de la prensa, donde presentó un «decálogo» a los ministros, subsecretarios y mandos medios de su gobierno sobre como deberían actuar para evitar descoordinaciones e improvisaciones como las ocurridas en el manejo de la crisis.
«Esa no es la forma correcta de actuar; este gobierno tiene suficientes problemas que afrontar como para agregarle otros por errores o ineptitudes», les dijo a modo de «regaño», lo que dio lugar a fuertes rumores sobre sustituciones o cambios en el gabinete.
Como si los conflictos no previstos -engendrados en administraciones anteriores- no fueran pocos, al cumplirse el 13 de junio un año del terremoto que devastó la Primera Región, en el norte del país, la mandataria constató, en una visita a Iquique, que el escenario es desalentador.
Las obras de reconstrucción prometidas por el gobierno del presidente Lagos presentan atrasos insospechados y la mayor parte de los problemas de vivienda, de salud, carreteras e infraestructura en general están aún por resolverse.
CRITICAS
Para el político y experto en opinión pública, Carlos Huneeus, director de la firma de encuestas CERC, los tres primeros meses de la presidenta en La Moneda han sido tormentosos y se aprecia «un notorio grado de inseguridad en los altos funcionarios del gobierno».
En opinión del analista, la mandataria no ha logrado crear un clima de confianza y cercanía con sus ministros que le permita tener las mejores opciones, como quedó demostrado durante la crisis estudiantil. «Cada presidente tiene su estilo, no hay una formula única, pero se aprende el oficio ejerciéndolo», puntualizó.
Según Huneeus, el tema de la educación -que en su opinión es macropolítico y no sectorial- sorprendió al Gobierno en el cumplimiento de las 36 medidas e irrumpió en el centro de la escena. «Ese ajuste el Gobierno no lo ha enfrentado bien», subrayó.
«El Gobierno de Bachelet ha provocado un cambio, ese cambio es en parte responsable de la protesta estudiantil, pero sigue aferrado a las metas de las 36 medidas hechas en campaña, pero el escenario político ha cambiado radicalmente. Estamos en otro país y esa es una realidad que no ha sido percibida», aseveró.
Dijo que al país le sobran las políticas, «pero le faltan ideas y argumentos que cautiven a la gente y den sentido a lo que se está haciendo».
Para el senador Hosaín Sabag, jefe de bancada de la oficialista Democracia Cristiana (DC), el gobierno «tiene que mejorar ostensiblemente» para cumplir los planes trazados durante la campaña electoral.
«Ha habido descoordinaciones, anuncios por un lado, y contradicciones por otro. A veces, incluso la Presidenta dice una cosa que anuncia con bombos y platillos, y después viene un ministro y la contradice. Entonces, hay en el Gobierno una descoordinación evidente», sostuvo el influyente congresista.
Lily Pérez, secretaria general de la derechista Renovación Nacional (R), opinó por su parte que el gobierno de Bachelet «se ha dado una complicación muy grande» porque se le han «explotado» una serie de problemas que se arrastran de sus antecesores.
En ese plano, y sumado a la premura por cumplir con el plan de 100 días, la ex diputada teme porque se desate una fiebre de proyectos express , que luego deban ser corregidos.
«Abstrayéndome que soy de oposición, el hecho de que sea mujer es novedoso, me parece positivo que haya una mujer al mando. Pero al mismo tiempo yo esperaba un sello de mujer distinto, una impronta más frontal», sostuvo.
Por: Angel Pino R.*El autor es Corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 17 de junio 2006
Crónica Digital
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