‘En realidad no creo que tenga directa relación con mi opinión respecto al tema, pero debo confesar que tengo hijas y por tanto he sentido la preocupación directa respecto al abuso infantil.
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Pareciera a ratos que estamos viviendo una verdadera epidemia de abuso infantil. Las denuncias por violaciones, embarazos infantiles o brutales golpizas, los abusos que han sufrido rostros conocidos de los medios de comunicación masivos o las acusaciones contra hombres públicos son cosa diaria en radios, revistas, periódicos o directamente por la pantalla de televisión. Y no estamos considerando los muchos casos que ha conocido usted y yo, y que no han salido a la luz publica porque forman parte de las calaveras en los closet de muchas de las familias chilenas.
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La historia de los abusos contra los niños tiene directa relación con la valoración que se hace de la infancia en la sociedad. El primer abusador de niños que conocemos y que fue condenado por este delito, en realidad lo fue por el asesinato de entre doscientos y cuatrocientos niños en Francia, fue Gilles de Rais en 1440 y sabemos que como muchos otros, a los pies del cadalso, él también pidió perdón a los familiares de sus pequeñas victimas, después de ahorcado fue quemado en la hoguera.
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Hay un grabado de Goya en que aparece un niño siendo brutalmente golpeado por una mujer, su nombre Sí rompió el cántaro. La historia de los abusos contra los niños no es nueva, lo nuevo es la preocupación social por ello.
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Se ha dicho que se trata de una construcción de los medios de comunicación. En realidad los datos sobre la real dimensión del drama de nuestra infancia recién los estamos investigando, los de las generaciones pasadas no los conocemos, solo tenemos el testimonio tardío, con el que cuesta muchísimo juzgar a los culpables, pero esta latente como una herida abierta en miles y miles de nuestras (os) compatriotas. Sin duda que las causas que llevaron a silenciar lo que pasaba en el ámbito de la infancia es mucho mas complejo que hablar solo de represión y velo social, pero estas expresiones nos ayudan a entender la propia historia de nuestra conciencia en los momentos en que estamos viviendo una radical reevaluación de lo que es la infancia y lo que significa en nuestras vidas.
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No deja de ser curioso que los testimonios que tenemos de situaciones a lo menos sospechosas en el pasado se las debemos a obras literarias de escritores de los que a su vez debiéramos por un mínimo de rigor, más que por prejuicio, sospechar (o a lo menos debiéramos investigar sin los pudores del pasado), incluyendo por cierto parte de nuestra propia literatura.
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Recién a comienzos de los sesenta se inicia, en Europa y Estados Unidos, la discusión sobre la situación de la infancia con cierta seriedad, el dato social de que los padres que golpean y/o abusan de sus hijos fueron a su vez golpeados o abusados, tímidamente sale a la luz como un primer antecedente. Claro, ocurre que pronto se descubre algo evidente; que los golpeadores y abusadores son de ambos sexos, son ricos y pobres, laicos y religiosos, de derechas y de izquierdas (esto último lo digo intencionalmente, porque el dato político de un abusador puede traer beneficios temporales, pero es un error relevarlo como un antecedente importante de la causa fundamental, que son los derechos de la infancia).
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Tuvo que pasar aun un par de décadas, solo hace algunos años atrás, antes que este conocimiento universal sobre el abuso, sus victimas (fundamentalmente las niñas), y los abusadores, permitiera la implementación de leyes que castigaran estas conductas, y han debido pasar aun mas años para que la protección de la infancia se transforme en una tarea fundamental de nuestra sociedad.
Hace algunos días Joaquín Lavin se pronuncio por el apoyo económico a las madres, para que ellas cuiden a sus hijos, y en contra del desarrollo masivo de la educación preescolar, utilizando así el temor social que provoca el desamparo de la infancia como argumento en pro de la flexibilidad laboral. ¿Y acaso no va en la dirección de proteger a la infancia la implementación masiva de salas cunas, que se ha propuesto este gobierno?
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El tema es sensible y es claro que no ha sido construido. Lo construido es la reacción social, que en este caso es unánime. En una sociedad a la que acusamos de relativismo moral le debemos reconocer la absoluta unanimidad a la hora de pronunciarse respecto al abuso infantil. Es cosa de ver los resultados obtenidos por la UDI al intentar intervenir en una investigación judicial, lo que solo provocó que la sociedad toda terminara sospechando de su resultado, con las consecuencias políticas y electorales para ellos por todos conocidas.
Sin embargo, hay países como Holanda o Dinamarca que concientes de las dificultades para recuperar a un abusador solo condenan los abusos cometidos por sus compatriotas en su país y no en el extranjero transformándose así varios países del Asia en paraísos de los pederastas, con la complicidad de la justicia de algunos países que se dicen desarrollados y que no consideran delito el abuso de niños del llamado tercer mundo. De paso, así se desasen de sus pederastas.
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En nuestro país no han sido ni partidos ni parlamentarios de izquierda quienes han asumido la vanguardia en esta causa, en la que las leyes que permiten juzgarlas aun están con la tinta fresca, esperando ser mejoradas. Los organismos que protegen a los niños llamados, eufemísticamente, en riesgo social pueden ser la base de un poderoso movimiento que nos ayude a perfeccionar la legislación actual y a hacer más humana nuestra convivencia y en particular la de la infancia.
Por: Gonzalo Rovira
Santiago de Chile, 8 de Mayo 2006
Crónica Digital , 0, 43, 3’
