La investigación, llevada adelante por un equipo del University College de Londres, estudió durante cinco años el hábito de fumar de más de dos mil niños de unos 11 años, quienes cursaron grados en 36 escuelas del sur londinense.
Sus conclusiones, expuestas por Jennifer Fidler, al frente del análisis, establecieron que por primera vez se prueba que una breve experiencia infantil con el tabaco puede conducir al hábito de fumar en la adultez, aunque se haya pasado muchos años sin hacerlo.
La especialista calificó a esta circunstancia como «vulnerabilidad durmiente» y explicó que de los 260 menores de 11 años confesos de haber fumado alguna vez, el 18 por ciento se convirtió en adictos al tabaco a los 14 años.
Sólo el 7 de los que nunca fumaron hasta los 11 años, lo hicieron más tarde.
El efecto latente que hace a los menores que fumaron una vez, volver a hacerlo ya mayores, todavía no está esclarecido por los científicos, quienes estiman que la nicotina afecta centros de gratificación del cerebro.
Esos centros deben emitir sustancias químicas que pasan al organismo cuándo se realiza una actividad placentera
Londres, 25 mayo 2006
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