No falta en la derecha quien intente capitalizar, tras su muerte, los respaldos fundamentalistas del ex general Augusto Pinochet expresados en el Hospital y en la Escuela Militar.
El diputado ultra conservador Iván Moreira ha planteado la necesidad de construir tres monumentos en honor del dictador fundamentando que lo realizado por el gobierno militar, encabezado por el Capitán General representa uno de los aportes más importantes de nuestra historia política.
Cuando la ciudadanía escucha a estos dirigentes de derecha les cuesta entender que existan personajes públicos que pretendan separar lo obrado por el régimen de facto maximizando sus logros económicos y borrando con el codo las violaciones a los derechos humanos.
El diputado Moreira olvida los millones de chilenos que pasaron hambre tras la aplicación del llamado modelo económico impulsado y defendido con militares en las calles. Olvida que la dictadura creó dos programas de empleos municipales (PEM y POJH) en los años 80 donde la principal característica fue mano de obra barata sin derechos laborales y quienes tuvieron que trabajar en ellos hasta ahora sufren de lagunas previsionales. Olvida la figura del obrero Pedro Marín Novoa muerto por carabineros por exigir un trabajo digno.
Además, el parlamentario derechista olvida que el mentado modelo económico que dice defender permitió la venta a precio de huevo de las empresas estatales, las mismas que fueron compradas por los interventores del régimen como José Yuraseck, quien compro barato o regalado y vendió caro a la trasnacional española Endesa. El negocio del siglo con la plata de los chilenos.
Moreira pierde la memoria cuando se trata de reconocer los más de mil desaparecidos en Chile y que hasta ahora los yanaconas del dictador no quieren reconocer su paradero. Olvida que los servicios de seguridad comandado por el ex general asesinaron niños, mujeres y ancianos durante las jornadas de protesta.
El diputado gremialista no se acuerda cuando los medios de comunicación eran censurados y los periodistas detenidos y encarcelados por decir la verdad. Moreira no tiene el recuerdo del cuerpo baleado del periodista José Carrasco Tapia asesinado, por la CNI, la noche de venganza del tirano tras el fallido atentado en el Cajón del Maipo.
El parlamentario no recuerda que en este país existieron cárceles secretas, torturas, violaciones con perros amaestrados, delaciones y persecución política por el solo hecho de pensar distinto. Por buscar a un familiar desaparecido o exigir justicia por los cientos de chilenos asesinados. Quizás habría que recordarle la existencia del informe Retting y Valech o, por mero antecedente de reconocimiento castrense que entregó la Mesa de Diálogo. Verdad oficial aunque lejana a la justicia y a la verdad histórica que el país necesita.
Por otro lado, el diputado de la Unión Demócrata Independiente, olvida que los monumentos a los dictadores en el mundo están siendo derribados. La figura de Francisco Franco es el ejemplo más cercano al pensamiento de este honorable. Más allá del hecho que el fascista español se los mando a construir a sí mismo, hoy, el pueblo español los hecha abajo por el peso de la historia.
Por todo esto estamos seguros que la luminaria idea del parlamentario gremialista y, oportunamente, candidato presidencial del sector de ultraderecha no tendrá frutos ni apoyos políticos ya que de monumentos se trata para el dictador habría que representarlas con barrotes, picanas, fusilamientos, cementerios clandestinos y dinero impropio mediante gastos reservados, ventas de armas y vinculaciones con traficantes. De ser así el diputado la abortaría de inmediato.
Pero, al final de esta crónica nos queda una duda ¿A que capitán general Augusto Pinochet Ugarte se refiere el honorable parlamentario UDI, Iván Moreira?. Tengo la impresión que no estamos hablando del mismo personaje ya que la ciudadanía y la conciencia de Chile no tiene mucho que reconocerle al ex dictador.
Roberto Portilla
El autor es periodista y Editor General de Crónica Digital
Santiago de Chile, 22 de diciembre 2006
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