Quiero tratar de expresar los sentimientos de un padre por sus hijos al hablar de un hombre que dio su vida por los que más amaba; deseo recordar a un militante comunista, Sebastián Acevedo, indicó la parlamentaria.
La legisladora contó que hace veintitrés años, como todos los días, a las 6.30 de la mañana, ese obrero de la comuna de Coronel se dirigía a su trabajo. A cincuenta metros de su hogar esperaba la locomoción colectiva y vio pasar una caravana de vehículos con personas armadas, quienes irrumpieron en su casa y, entre empujones y golpes, sacaron de su interior a sus hijos.
Agregó que Sebastián y Elena, durante largos días buscaron a sus hijos, María Candelaria y Galo Fernando, detenidos por la Central Nacional de Inteligencia, CNI. Ningún trámite sirvió y nadie parecía saber dónde estaban.
«Desesperado, una tarde de noviembre de 1983, Sebastián roció su ropa con combustible y se quemó frente a la catedral de Concepción. ¡Que la CNI devuelva a mis hijos!, fueron sus gritos desesperados. Mientras el país no lograba reponerse del impacto, sus hijos dejaban de ser torturados y su paradero era conocido», relató la congresista.
El próximo 11 de noviembre se conmemorarán veintitrés años de la inmolación de Sebastián Acevedo. «Si bien es un acto de amor el entregar su vida por los otros, también es un acto de denuncia contra la tortura», subrayó.
«Por mi cercanía con su familia, deseo expresar, desde esta tribuna, mi reconocimiento a todos ellos y enviar mi cariño y mis respetos a Elena, su mujer, así como a Galo y a María, sus hijos», finalizó la diputada.
Según el informe Rettig, señala que el 9 de noviembre de 1983 se registra la detención de Galo y María Candelaria Acevedo Saez, hijos de Sebastián Acevedo Becerra, por civiles armados que no se identificaron. Su padre desesperado los busca en diferentes recintos y solicita ayuda en numerosas partes, sospechando que se encuentran en poder de la CNI.
El 11 de noviembre de 1983, al no tener noticias de ellos, en señal de protesta y para presionar a las autoridades, rocía parafina y bencina en sus ropas en la Plaza de la ciudad, y debido a que un Carabinero intenta detenerlo, se prende fuego, muriendo a las pocas horas a consecuencia de la quemaduras que sufre.
La Comisión estima que si bien Sebastián Acevedo murió a consecuencias de hechos provocados por su propia mano, y no cabe en rigor calificar su muerte de una violación de derechos humanos, es víctima de la violencia política, porque tomó la determinación que le costó la vida en un gesto extremo por salvar a sus hijos de consecuencias inciertas, pero que bien se podía temer fueran muy graves, o como modo desesperado de protestar por la situación que lo afligía como padre.
Santiago de Chile, 9 de noviembre 2006
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