A contrapelo de esa lección de política bilateral, Washington dispuso el despliegue de sus tropas en la frontera entre ambos países y la construcción de un muro divisorio de tres mil 500 kilómetros.
El muro de la ignominia, como lo calificara Teodoro Rentaría, vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, resultó de una estrategia signada por la ingenuidad, complicidad y docilidad de la administración de Vicente Fox hacia su vecino norteño.
Los inmigrantes latinoamericanos que procuran alcanzar los sueños promovidos por los monopolios televisivos y propagandísticos estadounidenses, a partir de ahora chocarán con esa barrera y con las reformas implementadas por el Senado norteamericano.
Aunque el 15 de mayo el presidente George W. Bush procuró desmentir que se militarizaría la frontera con México, admitió que desde junio próximo estacionará seis mil soldados armados para reforzar a los 12 mil elementos de la patrulla en esa línea divisoria.
Dos días después, el Senado de ese país aprobó la construcción del muro, que en su etapa inicial alcanzará 595 kilómetros a lo largo de esa área, por 83 votos a favor y 16 en contra.
Según lo acordado, se levantarán, además, 800 kilómetros de barreras para impedir el paso de automóviles, en correspondencia con la propuesta de los republicanos, mayoría en ambas cámaras del congreso.
Los legisladores estadounidenses se desatendieron de las múltiples protestas protagonizadas por los hispanos en su país y del rechazo generalizado de los latinoamericanos a una decisión de esa naturaleza.
Durante un encuentro celebrado en la capital mexicana, los cancilleres de Centroamérica compartieron la oposición a las medidas migratorias anunciadas por Estados Unidos y manifestaron su apoyo a que los latinos sea escuchados.
Los representantes de Honduras, Guatemala, Costa Rica y Nicaragua consideraron que la mejor solución al problema de la migración ilegal en Estados Unidos es una «reforma integral y un programa de trabajadores temporales».
Norman Caldera, jefe de la diplomacia nicaragüense, aseguró que la respuesta común de los centroamericanos responde no sólo a la solidaridad con México, sino a la preocupación porque sus países también tienen migrantes en el territorio norteño.
Jorge Briz, ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, ratificó la «voluntad de seguir actuando respetuosamente» con la administración de George Bush en cuanto al tema, a partir de la responsabilidad compartida entre México, Estados Unidos y Centroamérica.
Briz puntualizó que se trata de un cabildeo respetuoso realizado por la diplomacia de estas naciones en el Senado de Estados Unidos, que busca «la seguridad y tranquilidad» de los denominados espaldas mojadas.
A tono con esos planteamientos, el canciller de México, Luis Ernesto Derbez, afirmó que 15 millones de personas en Estados Unidos están pendientes no de declaraciones envalentonadas de los ministros de la región, «sino de medidas reales en su beneficio».
«No son bultos, son personas con familia, quieren vivir con trabajo, con seguridad y con tranquilidad. No hay que responder (a Estados Unidos) por cuestiones de política interna, por eso estamos en la búsqueda de la reforma», sentenció.
Pero el presidente Fox se limitó a señalar que la decisión de Bush, de iniciar la construcción del muro de la discordia, no constituye una respuesta eficaz para una relación de amigos, de vecinos y de socios.
«La construcción de barreras en la frontera no es la respuesta para alcanzar fronteras seguras y modernas, eficientes y rápidas», añadió el gobernante durante una gira por la ciudad limítrofe de Mexicali, capital de Baja California, noroeste de México.
Para fiscalizar lo que será una de las mejores pruebas de los ánimos que impulsan la política exterior de su administración, Bush recorrió Arizona para comprobar «in situ» la situación en el área.
No creo que deban erigirse barreras a lo largo de toda la frontera, declaró el mandatario, pero defendió que existen lugares donde estas son apropiadas y en ellos se levantarán.
Mientras tanto, continúan las muestras de apoyos desde el sur del río Bravo a los mexicanos y hasta se prevé articular una posición común entre gobiernos sobre la nueva señal de los tradicionales intereses hegemónicos estadounidenses en el hemisferio.
Por: Isabel Soto Mayedo
Santiago de Chile, 19 de mayo 2006
Prensa Latina , 0, 59, 11