La actividad sorprendió al gobernante chileno inmerso en un febril programa de apariciones públicas a lo largo de todo el país destinadas a realzar su legado antes de dejar La Moneda. Una de las más sonadas del programa tenía que ver precisamente con los derechos humanos.
La presencia de Bachelet en el acto y su afirmación de que en su administración no habrá olvido de crímenes como el cometido contra el destacado dirigente gremial tuvo una fuerte impacto nacional y dejó muy mal parado al gobernante saliente.
Lagos provocó en agosto del pasado año una tormenta política cuando indultó al suboficial (r) Manuel Contreras Donaire, uno de los más connotados criminales de la dictadura, condenado a ocho años por los tribunales chilenos por degollar a sangre fría a Tucapel Jiménez.
La decisión tuvo mayor connotación aún pues se presume fue el resultado de negociaciones secretas con la extrema derecha opositora a cambio de parar una investigación parlamentaria sobre presuntos actos de corrupción, en los que estaban envueltos familiares y amigos.
Interrogado ayer en Talca por las críticas recibidas durante uno de sus recorridos, el gobernante hizo una fuerte defensa de su política de derechos humanos y justificó el indulto -aunque sin mencionar el caso- afirmando que su gobierno «va por el camino correcto».
«Cuando dije que quiero que se mantenga el rumbo de Chile, es porque nos ha dado tremendas satisfacciones», insistió el mandatario visiblemente molesto. «Tenemos una profundización en el respeto a los derechos humanos, tenemos un país que está creciendo», apostilló.
En todo caso, los cuestionamientos a Lagos en el homenaje de Tucapel Jiménez no pasaron inadvertidos en La Moneda. Tampoco la presencia de Bachelet, quien rechazó el indulto presidencial en agosto pasado y dijo que durante su mandato no habrá olvido.
En el gobierno aseguran que a Lagos le interesaba contextualizar la presencia de la presidenta electa en ese acto y recordar que los derechos humanos han sido un tema central de su gobierno, según destacan hoy medios locales.
Fuentes no identificadas de La Moneda señalaron que «causaron particularmente molestia los dichos del ex ministro de Justicia José Antonio Gómez, quien dijo que el indulto no ayudó a la reconciliación.
También impactó la denuncia del diputado Tucapel Jiménez (hijo), quien advirtió de preparativos en el gobierno para nuevos indultos de represores, entre los cuales se encontraría el mayor (r) Carlos Herrera Jiménez, otro de los condenados por el crimen de su padre.
En el entorno de la familia del desaparecido dirigente señalaron que, con sus palabras, Jiménez buscaba bloquear cualquier iniciativa de esa naturaleza que intentara impulsar Lagos antes del 11 de marzo, y que, en esa tarea, su mejor aliada fue Bachelet.
En medios locales se afirma que su presencia en el acto, primera presidenta de los gobiernos de la Concertación que asiste a la ceremonia, constituyó una potente señal para planes oficiales en este sentido.
Tras los dichos de Jiménez, el ministro del Interior, Francisco Vidal, afirmó este martes que no estaba en la agenda del gobierno conceder nuevos indultos.
Sin embargo, tres días antes de que el Ejecutivo diera libertad condicional a cuatro ex presos políticos juzgados como terroristas, el titular de Justicia, Luis Bates, dijo que «sí, he estado conversando con Lagos» acerca de la solicitud de indulto de Herrera Jiménez.
Ante el revuelo, en el Ejecutivo se adelantó a señalar que Lagos no quiere entrar en un conflicto con Bachelet a raíz del tema de los derechos humanos, si bien recalcaron que el rumbo marcado debe continuar.
En el trasfondo del conflicto cohabita también el temor de que Bachelet vuelva a desmarcarse de su predecesor durante la primera fase de su gobierno y que no incluya a sus cercanos en la nominación de subsecretarios, intendentes y embajadores.
Por: Angel Pino Rodríguez. El autor es periodista y corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 1 de marzo 2006
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