Una de las razones de por qué la gente votó a favor del Brexit, aquel referéndum sobre la permanencia de los británicos en la Unión Europea, fue porque la campaña publicitaria prometía que 350 millones de libras que iban a parar a Bruselas, irían, aprobado el acuerdo, al sistema de salud y de educación británico.
Pero Nigel Farage, uno de los cabecillas del partido de la independencia del Reino Unido, reconoció que la campaña publicitaria “estaba equivocada”, y que los 350 millones a salud y educación no era efectivo. Así quedaba al descubierto que uno de los principales argumentos sostenidos por estos sujetos era una mentira. Adultos mayores y jóvenes, quienes les creyeron, fueron “bloqueados”.
Tanto Nigel Farage como Barack Obama, contrataron para sus respectivas campañas políticas los servicios de agencias de publicidad. Lo que ambos hicieron fue controlar las creencias y actitudes, es decir, hacer creer a alguien que se necesita algo cuando realmente no es así.
De esta forma, la publicidad fabrica a los consumidores con campañas que se basan en la “individualidad”, ejemplo: “el individuo y su automóvil”, o “el individuo y su Smartphone”. Esa individualidad nos muestra lo que “debemos ser” y en estos casos por quién debemos votar, y de esto dieron cuenta los publicistas de la campaña de Obama quienes aseguraron al recibir su premio a la mejor maniobra publicitaria presidencial, que: “desde Reagan hemos estado vendiendo candidatos como dentífricos, y ese es nuestro mayor logro”.
En otras palabras, la gente que les ha votado recibe olvido y exclusión, no existiendo políticas públicas en salud, ni en educación.
El antídoto, la comunicación política, que es básicamente un reconocimiento del enfrentamiento político. Una pugna donde no se descarta el reconocimiento al otro, reconocimiento en un “modo comunicacional” que no “bloquea” y permite distinguir las subjetividades de las personas en enfrentamientos políticos radicales.
Recordemos que en la sociedad actual de las comunicaciones, una forma de eliminación simbólica del otro es negar el espacio de expresión, (bloqueo) lugar desde donde se puede comunicar la subjetividad. Y es por eso la importancia de contar con medios de comunicación social. Justamente para defender el proceso de democratización de las subjetividades o ideas, y que el propio Fidel Castro, llamó a exponer y sostenerlas sin miedo, permitiendo ese reconocimiento a expresarse.
Por tanto, la publicidad nos guía hacia un objeto de consumo determinado al que no comprendemos, sólo tomamos y usamos. La comunicación política nos permite abrir ese objeto social, y ser parte de él mostrando las subjetividades.
En efecto, la Comunicación Política, maneja las tres dimensiones contradictorias y complementarias de la democracia: la política, la información y la comunicación. La publicidad no permite la comunicación, la publicidad no permite la información y la publicidad no permite la política.
Cuando nos acercamos a nuevas elecciones municipales, y el próximo año a parlamentarias y presidenciales, es bueno saber distinguir los discursos publicitarios, de aquellos verdaderos que realmente buscan conectar a la ciudadanía con sus derechos, con sus posibilidades de ejercer control sobre lo que se les ha prometido.
Esa Comunicación Política nos permitirá exigir como ciudadanos el cumplimiento de cada programa de gobierno, y darnos cuenta de una estrategia publicitaria engañosa, como la que vivieron los británicos con las mentiras de un dirigente de derecha, y que cambió el sentido común de las cosas.
Por Sergio Reyes
Periodista y colaborador de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 1 de julio 2016
Crónica Digital