La culminación del ejercicio democrático de las elecciones primarias presidenciales, del cual se ausentó por voluntad propia, la Democracia Cristiana, – más bien por un inexcusable error de cálculo y la determinación divisionista y sectaria de algunos de sus líderes – la política nacional vuelve a su cauce normal: La confrontación entre las fuerzas democráticas progresistas y quienes buscan retrotraer la historia hacia el pasado destruyendo lo logrado por Chile en justicia, derechos humanos, derechos sociales y perspectivas de progreso, buscando frustrar y hacer desaparecer las reformas y los avances .
A ello se suma, la crisis de confianza de los ciudadanos en las instituciones, en los partidos políticos, el empresariado, instituciones antes bien consideradas como Carabineros, las Fuerzas Armadas, la Iglesia, los Tribunales, los empresarios y el espectáculo de la pelea chica de quienes se supone aliados, y los afanes centrífugos que afectan a algunas de sus principales fuerzas políticas.
En la Derecha, donde se parapetan los pinochetistas, junto a las fuerzas empresariales que buscan el poder político para imponer sus intereses, y los integristas y el peso de los poderes fácticos, todos se alinean-algunos con reticencias o refunfuñando-tras el que fuera definido por el columnista de El Mercurio y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, como “el político circense”, el ex presidente Sebastián Piñera.
Pero en la centroizquierda democrática la situación-parece más compleja, y hay quienes no muestran mayor responsabilidad no tanto por el destino de su sector, sino por el destino del país y de la propia institucionalidad democrática.
Desde luego no le será fácil a algunos explicar a los ciudadanos la negativa a participar en el proceso de las Primarias, que mas allá de las dificultades, tropiezos o carencias circunstanciales, constituyó un paso en la profundización del sistema político democrático, un espacio de discusión y de participación ciudadana.
Negarse a ese ejercicio fue un síntoma de desconfianza no solo en el instrumento, sino en la capacidad de los chilenos de expresar su responsabilidad y sus opiniones y determinaciones a la hora de ejercer un aspecto crucial de la democracia participativa.
Pero, en fin , cada vez se aclara más, el sentido que tenía la estrategia del “camino propio” que llevó a la DC a marginarse de la Nueva Mayoría, suponer que el “enemigo” está en la izquierda, y no en la Derecha, llegándose al descaro de revivir la “Guerra Sucia” y sus operaciones de guerra sicológica, que instaló en los años 60 y 70, la CIA , la Derecha sediciosa y el Mercurio, la dictadura de Pinochet, sus torturadores y asesinos.
De acuerdo al El Mercurio, generalmente bien informado de las intimidades de la DC, la falange vive por estos días- un complejo panorama de contraposiciones en torno a los “acercamientos” entre la Democracia Cristiana y algunos representantes de los otros partidos de la Nueva Mayoría, en torno a un eventual acuerdo para las elecciones parlamentarias próximas.
Un sector que El Mercurio caracteriza como “los duros” ( es decir los Walker, el Gute y otros príncipes , condes o guatones), se expresan no solo (contra) “la viabilidad de ese camino sino que hasta de su conveniencia”.
Sigue El Mercurio, que más que informar da la pauta e impone su propia agenda: “Tal supuesta inviabilidad de las tratativas suscita más de una sonrisa entre aquellos democratacristianos convencidos de que ha llegado la hora de apostar al largo plazo y a la recuperación del perfil partidario”.
A reglón seguido el articulo del matutino, que adopta una forma de editorial e instructivo, apunta: “Incluso, conscientes de que la falta de acuerdo en las listas para el Congreso puede disminuir su representación, piensan que es única forma de recobrar la identidad democratacristiana e iniciar un camino que les de perspectivas de superar la pérdida de influencia y el alicaído momento en que se encuentran cuando el gobierno de Michelle Bachelet ya vive su etapa final”.
De lo publicado por El Mercurio queda claro que a la Derecha- que está detrás de este diseño, no le importa que la DC baje su representación parlamentaria, ni que siga el deterioro de su base electoral, que pierdan influencia en el escenario político y social, y que pasen a ser solo un recuerdo de un pasado esplendoroso de esperanzas y utopías, aunque esto sea el precio de desmembramientos de quienes no participen y no se subordinen a este virtual suicidio político, en nombre de una vía de martirologio.
Destruyendo política y mediáticamente la perspectiva socialcristiana originaria de la DC, la estrategia derechista busca comprometer a parte de su militancia y mediante una campaña propagandística abrumadora o recurriendo a un chantaje ideológico, con sus estrategias reaccionarias.
Las cuentas no se hacen en torno a principios sacrosantos, sino en votos, y para ello cualquier método o mecanismo para ejercer presión es válido, siempre que resten influencia electoral y política a los restantes partidos de la Nueva Mayoría, piensan en El Mercurio y la Derecha.
Para ello, registra y adoctrina El Mercurio, los mismos “duros” de la DC “insisten en la necesidad de llegar con Carolina Goic “hasta el final”, prometiendo, sobre la base de no se qué milagro, que tras el 2 de julio “ se abrirá un nuevo espacio para que Goic pueda desplegarse”.
Por ello, además, señala la nota , hay que “echar por tierra otro fantasma” levantado esta semana, “la posibilidad de que la Junta Nacional de fines de julio pudiere reevaluar su candidatura, como lo planteo el senador Jorge Pizarro”.
Aquí El Mercurio vuelve a las andadas: no solo aconseja mantener a Goic “hasta el final”, sino que identifica a uno de los “enemigos”: el senador Jorge Pizarro.
Es obvio que se trata de una política hecha a mandobles , intrigas florentinas de círculos de poder internos, que pugnan por hacerse del poder partidario y llevar a la DC hacia posiciones subordinadas a la estrategia derechista..
Es cierto que hay esfuerzos en esferas partidarias de la DC que intentan restañar las heridas dejadas por la determinación falangista de separar aguas con la Nueva Mayoría y optar por el “camino propio”. Y hay una serie de dirigentes políticos, gremiales, de organizaciones populares de base, en sindicatos, organizaciones gremiales, poblaciones, en la juventud, que se sienten ajenos a esa forma de hacer política, y que observan desconcertadas o molestas el escenario q ue escenifican a sus espaldas y contra sus intereses en los círculos dirigentes.
Corresponde al resto de los partidos de lo que resta por hoy de la Nueva Mayoría, y sobre todo a sus bases populares o sociales, abrirse al diálogo, acoger la preocupación de la base demócratacristiana, por el futuro no solo de su colectividad sino que de la democracia y de las reformas puestas en marcha, que han respondido a las demandas de todo el pueblo chileno, de los ciudadanos, más allá de su emblema o afiliación partidista o de sus convicciones políticas y religiosas.
El complejo panorama político social post primarias exige responsabilidad y serenidad de todos los actores, en primer lugar de los sectores democráticos progresistas, y participación popular, democracia participativa, compromisos y exigencias.
Sobre todo, responsabilidad política y protagonismo social.
Nunca, desde la derrota de la dictadura de Pinochet, ha sido tan urgente detener la ofensiva derechista .Hay que reconstruir una amplia perspectiva democrática, progresista y reformista, que responda a las demandas de los ciudadanos, y en la que converja la mayoría nacional.
Se trata de una tarea urgente. El destino de Chile y de su gente no admite reticencias.
Nadie tiene derecho a restarse a esta tarea patriótica.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 27 de junio 2017
Crónica Digital