Por Marcel Garcés Muñoz
Más allá de la frivolidad imperante en la pantalla de la televisión chilena subordinada, de la altanería del ministro Jaime Máñalich, y el desatino o provocación deliberada a la ciudadanía del propio Presidente, lo que aparece en el horizonte del Chile pos Covid-19 en la perspectiva nacional es la amenaza de las trágicas consecuencias sociales y económicas que sobrevendrán a la pandemia y afectará a las grandes mayorías nacionales tras la crisis sanitaria. El episodio del presidente sacándose fotos en las gradas del monumento al General Manuel Baquedano, en la plaza simbólica de las protestas ciudadanas del año pasado, y que sin duda pasó los límites de lo grotesco, un acto “estúpido”, según lo caracterizó Carlos Peña, en su artículo de opinión en el cuerpo de Reportajes de El Mercurio ( 05 abril), no puede ocultar las secuelas que oscurecen el futuro escenario político y social que amenaza al país, y sobre todo a los sectores más carenciados, a los trabajadores, a pobladores, la juventud, las mujeres, los pequeños y medianos empresarios ( las Pymes, y sectores de la economía informal), los desempleados, los pensionados, la clase media, los profesionales, los pequeños y medianos comerciantes.
Pero el presidente Sebastián Piñera se dio “el gustito” altanero de fotografiarse en las gradas del monumento al General Baquedano, en un acto agraviante a la memoria de hechos sin duda históricos, que dejaron además más de una veintena de muertos, de muchachas violadas, y centenares de estudiantes y manifestantes mutilados, que perdieron sus ojos, reprimidos, detenidos, torturados y mantenidos aún en prisión.
No hay ningún testimonio gráfico de que se haya bajado de su “cápsula de seguridad” para saludar a personal del Ejercito o Carabineros, como pretendió argumentar, a través de un twitter, en una apresurada justificación de su torpeza política y violación de las normas de seguridad sanitaria que se argumentan desde La Moneda al justificar la cuarentena, y el Estado de Catástrofe.
Editorialmente El Mercurio no pudo restarse a la crítica al Mandatario, señalando “delicadamente” pero con clara intención de llamarle la atención, que “gestos como la fotografía presidencial en la Plaza Italia, parecen impropios, sl introducir ruido en un ambiente algo más abierto al acuerdo”, que parecería, según el periódico empresarial, superar las “lógicas confrontacionales” de 2019.
Carlos Peña, apuntó que “ni siquiera la mente más tonta, más despegada de la realidad, más desaprensiva de la actitud ajena, habría imaginado”, un acto “de provocación y desprecio”, “una burla inconsciente”, a la ciudadanía y un agravio a quienes a partir del 18 de octubre cambiaron la agenda política, de La Moneda, y del país con su movilización social.
Con su gesto irreflexivo, dejó en claro el significado y objetivo de sus invocaciones a la unidad nacional, y dejó en claro su verdadera estrategia de subordinación y chantaje a la oposición.
Es decir, más allá de buscar en los vericuetos de un diagnóstico de los supuestos o reales problemas sicológicos que explican las conductas erráticas del mandatario, lo que importa es la realidad brutal de sus actos políticos. Y esto del payaseo en la Plaza de la Dignidad solo se puede explicar a través de este parámetro.
El verdadero significado de la ofensa y su desprecio por la oposición, las demandas y aspiraciones de los ciudadanos, por los instrumentos de la institucionalidad democrática y la voluntad popular, lo que devela es una particular y enfermiza ambición mesiánica, y constituye su verdadero estilo autocrático, totalitario, y atrabiliario junto a una tentación a la división de los ciudadanos en buenos y malos, amigos y enemigos, tan propios del maniqueísmo totalitario y el irrespeto por los mecanismos y formas de un sistema y una práctica democrática.
No es casual entonces, y no se pueden quejar en Palacio, que la desconfianza a su gestión, a sus promesas y a una retórica demagógica sea la adecuada y lógica respuesta de los ciudadanos.
No se trata entonces de una casualidad, o una salida de libreto, sino de un torvo mensaje a la ciudadanía, fríamente calculado, con objetivos sin duda inquietantes para la estabilidad, la institucionalidad y el futuro democrático del país. Y por las consiguientes consecuencias de tales amenazas.
Por Marcel Garces muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 7 de abril 2020
Crónica Digital