LECTURAS SOBRE EL AUGE Y CAIDA “MANU MILITARI” DE CRISTIAN BARRA

Por Marcel Garcés Muñoz

La defenestración, apresurada y drástica – en su clásico sentido de “tirar por la ventana”-, del  delegado presidencial en La Araucanía, Cristián Barra- tras una retahíla de acusaciones contra el Ejército, es un hecho que permite y necesita varias lecturas en el complejo escenario político que vive el Gobierno del presidente Sebastián Piñera en el ámbito de la Seguridad Interna, de sus relaciones con las Fuerzas Armadas, con la Justicia y la Fiscalía, con los partidos políticos, con la sociedad en su conjunto.

La entrevista a Barra publicada con gran despliegue por El Mercurio (14 de marzo) no tuvo desperdicio, y no se puede pensar que fue un mero exabrupto de un funcionario subalterno, sino de un “mensaje”, un “tirón de orejas” a los Altos Mandos castrenses, de su “superior jerárquico”, el Presidente de la República.

Por cierto, conociendo el temperamento y los métodos  del Mandatario, el “delegado presidencial” en la llamada macrozona sur, una especie de virrey, no podría hacer semejantes declaraciones, y atacar a los jefes militares, a las policías, a la Justicia y al parlamento, sin la expresa condescendencia de quien lo puso en el cargo,  sin la anuencia del Presidente.

¿O es que se buscó sus declaraciones  “notificar” a esos estamentos del Estado, de la molestia presidencial,  y presionarlos desde la prensa y/o desde la Opinión Pública, y/o culparlos de la incapacidad de gestión de La Moneda, en su enfoque, estrategia y política en general ante el llamado “conflicto Mapuche”, utilizarlos y responsabilizarlos  como “primera línea” (lo dice El Mercurio), y después “lavarse las manos” si los resultados eran contraproducentes, en la represión criminal frente a las  demandas de los pueblos originarios.

Es decir, Cristián Barra Zambra actuó en consecuencia, como jefe “en campaña” (“mi rol es 100 por ciento operativo”, se ufano en la entrevista de marras).

Pero cuando pasó “el mensaje” real es cuando, con su  “estilo rudo y frontal”(seguimos leyendo El Mercurio- dijo respecto de las Fuerzas Armadas que “tiene que haber un afán de colaborar, y esa colaboración la he visto siempre más bien  entorpecida que favorecida”.

La pregunta es quién habla en realidad: ¿el señor Barra, el señor Presidente?, se preguntan en los pasillos y gabinetes del Edificio Zenteno, aunque no se explicite la respuesta.

Barra ( o Piñera?, es la interrogante del millón, dice sobre los militares, en general, “Siempre son reticentes, me toca reunirme con ellos como jefes de la defensa en las distintas regiones y particularmente encuentro insólito que lleguen a las reuniones con abogados para decir por qué no pueden hacer las cosas como uno quisiera”.

¿Sigue latente el trauma del pasado? interroga la periodista Bárbara Vial A. Responde Barra, “Si. Falta voluntad. Es un tema que hay que superar, han pasado demasiados años de todo eso”, afirma este “pinochetista” nostálgico, que hoy  sigue instalado- a menos que haya pedido de nuevo vacaciones, por estrés post traumático, en el Ministerio del Interior del gobierno Piñera.

Es decir el Gobierno no solo está en conflicto con los mapuche, con el Colegio Médico, con los profesores, con los pobladores, con la oposición, con el Poder Judicial, con la Fiscalía, con su alianza de gobierno, sino que ahora suma a las Fuerzas Armadas, a Carabineros, e Investigaciones.

Todo lo cual genera un ambiente denso en el país, en cuando a seguridad, Orden Social y gobernabilidad.

Lo que sucede en la realidad es que los Altos Mandos de las Fuerzas Armadas y hasta los generales de Carabineros, manifiestan abiertamente desconfianza en la capacidad a intenciones de gestión de la Moneda,  e inseguridad en su estrategia de utilizarlos como “primera línea”, y politizar su accionar doctrinario , sobre todo en las Fuerzas Armadas.

Y sobre todo, no quieren ser convertirse en responsables, o chivos expiatorios, de una política aventurera de comprometerlos en una “guerra interna” tipo Pinochet o una nueva versión de la “Pacificación de la Araucanía”, con su  secuela de miles de muertos, represión, su escalada del terror.

El tema de los abogados llevados por los Jefes de la Fuerza en sus reuniones con Parra, que se creyó con un rol de superior jerárquico de generales y otros altos oficiales, y que reclama por El Mercurio, sobre la “reticencia” de ellos a “hacer las cosas que uno quisiera”, no es más que una determinación del Alto Mando institucional militar- nadie se manda solo en la vertical jerarquía militar- debido a su desconfianza en las política de La Moneda, y en la efectividad de sus políticas represivas en la solución del conflicto, la torpe estrategia de vincular narcotráfico y el legitimo accionar de los mapuche por sus demandas.

El autocalificado especialista en “guerra contrainsurgente” se creyó que la destinación en La Araucanía lo ponía a la cabeza de las instituciones policiales, militares, administrativas de la llamada Macro Zona, que lo convertía  poco menos que un  “Mando superior” por sobre generales, conocedores de la región y figuras políticas y autoridades y líderes regionales.

Parra estimo que podría  reemplazar su franco desconocimiento  académico de los temas políticos, de seguridad, con su arrogancia, prepotencia y altanería, que se hicieron proverbiales a poco andar de su nombramiento. Lo que causó  resistencias, desconfianzas y rechazo.

Mal que mal, creyó. era “coordinador presidencial”! para poner en orden las cosas y disciplinar a las fuerzas policiales, militares, llamarles la atención a través de los medios de comunicación, por negarse a hacer “las cosas que uno quisiera”, o sea lo que él quisiera, por orden o hablando a nombre del Presidente.

Su biografía , brindada por La  Moneda para explicar la decisión del Presidente para colocarlo como su hombre de confianza, su representante, por encima del Intendente regional ( la autoridad que representa al Ejecutivo), los jefes policiales y los jefes militares , y las lideres políticos locales,  es de un servicial militante de RN, jefe regio0nal del partido del presidente, derrotado ex candidato a diputado, hombre de confianza del Mandatario en Bancard,  jefe de Campaña electoral de Andrés Allamand, cercano al ex ministro y ex senador por la Araucanìa,  Alberto Espina, su actividad en rescate de los 33 mineros  en Atacama, y su oscuro y polémico paso por el Plan Estadio Seguro (habría que preguntarle a las “Barras Bravas”, sobre su comportamiento y compromisos, y los resultados de su gestión).

Su biografía registra su paso por el ministerio del Interior, del gobierno Piñera, como Jefe de la Unidad de Gestión de Riesgo y Emergencias y Jefe de la Unidad de Análisis de Datos y Coordinación Intersectorial) es decir un oscuro operador de la inteligencia conspirativa del Gobierno, cargos a los que,  se dice volvió, en gloria y majestad.

Su sueldo mensual, como es revelado por la prensa chilena, 6 millones  200 mil pesos, constata el aprecio por sus servicios en Palacio, y que molestó, tanto como su actuación en el cargo de  “Coordinador Nacional”, o ”Delegado Presidencial”, en la Araucanía, a los Altos Mandos militares y policiales, como por la provocación y arrogancia presidencial expresado en ese gesto de reponerlo en Palacio.

Claramente las confianzas están rotas entre La Moneda y el edificio Zenteno y la nota de El Mercurio, de este domingo 21 de marzo, esta vez a cargo del periodista Matías Bakit, que   habla de “los tensos episodios que han marcado la relación del Gobierno con las Fuerzas Armadas”, titular que recoge y hace público, el problema que se produce cuando la acción del Gobierno y de las Fuerzas Armadas, difieren o se contraponen.

La nota habla de “falta de afecto”, entre las partes.

Y argumenta que esto podría tener que ver con “los fierros”, es decir la falta de adquisiciones de material bélico, pero no puede dejar de reconocer que el tema es político y doctrinal.

La posición del presidente es, afirma el periódico es que “Las Fuerzas Armadas no tienen ninguna intención de volver a estar en la primera línea en una situación  de seguridad interna”, lo que “algunos en el gobierno lo atribuyen a falta de voluntad” y otros “a una visión anticuada del rol que tienen”.

La contradicción vital sería que mientras el gobierno califica de “excusas”, la oposición de las Fuerzas Armadas a servir de “primera línea” represiva en la Araucanía, utilizando su poder de fuego y estrategia de guerra.

De acuerdo a “El Mercurio”, sus fuentes castrenses, indican que en lo que respecta a su utilización en las labores represivas, “no cuentan con respaldo político ni legal. Y “consideran que el gobierno los empuja a actuar, pero sin estar dispuesto a apoyarlos realmente si ocurre algo que genere críticas”,

Eso explicaría que los abogados- como expresión de una política institucional y de desconfianza hacia el Gobierno-. Acompañaran para asesorarlos,  a los jefes militares cuanto eran convocados a reunirse con Barra. Y una manera de protestar cuando Barra pretenda por ejercer como `superior de generales y otros oficiales superiores. Y además, defender a sus instituciones, de acusaciones por parte de la civilidad en relación a su accionar contra la población civil.

El Centro de Estudios e Investigaciones Militares, del Ejército, CESIM, el  think tank castrense, que analiza temas de seguridad y política y el rol de las Fuerzas Armadas en la sociedad, la política y la economía, ensaya una explicación mas compleja y decidora.

La publicación subraya que la entidad, trabaja en análisis de la coyuntura y trabajan en estrategias y planificación para nuevos desafíos. Y tienen un análisis al respecto y de su relación con la política y la sociedad.

“De la política se necesitan definiciones estratégicas de largo plazo con visión de Estado, entrelazadas con los objetivos de la política exterior del país. Asimismo, avanzar en una estructura que permita optimizar la integración  de los esfuerzos suprasectoriales en materias de seguridad.

“De la sociedad se espera una mayor sensibilidad del valor y la necesidad de contar con un ejército altamente entrenado. Buscamos  una relación integradora, colaborativa, armónica y de confianza mutua”, enfatiza la entidad castrense.

Obviamente es necesario descifrar la retórica  y reconocer la doctrina que envuelve la fraseología, pero lo que queda claro es que en las Fuerzas Armadas, se estudia, se desarrolla y quizás, con toda seguridad se delibera- y lo que resulta evidente, se  planifica una accionar político y doctrinario- un curso de acción- que sobre la la base coyuntural de una confrontación  con el gobierno Piñera, apunta a un posicionamiento político protagónico que reclama una visión castrense- de seguridad nacional- de la política e institucional del Estado futuro.

O sea, señor ministro portavoz de La Moneda, Jaime Bellolio, se delibera, se estudia y se planifican cursos de acción. Ocultarlo es casi peor que hacerse cómplice.

Lo grave sería que ello implique, sobre la base de una inocultable confrontación y el chantaje al gobierno Piñera, la imposición doctrinal y la presión de la fuerza militar, para un proyecto de un cogobierno cívico militar que combine los sectores neofascistas, los residuos pinochetistas, la derecha económica, militares en retiro, con el escudo protector de las instituciones castrenses.

Habrá que poner atención al escenarion próximo,  a la discusión, a la lucha ideológica y política en la Convención Constitucional.

Y sobre todo, defender la democracia.

Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital

Santiago de Chile, 23 de marzo 2021

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