Por Marcel Garcés Muñoz
Los porfiados hechos y los datos de la realidad confirman que La Moneda, ha llegado tarde, mal, sin sensibilidad social y capacidad de gestión sanitaria, con letra chica y politiquera, en el combate contra la pandemia del COVID-19 y que lo que ha sobrado en la retorica oficial ha sido la arrogancia, el terror y la amenaza como argumento mediático, el exitismo sin fundamento objetivo, la demagogia, la altanería y una descarada manipulación demagógica y mentirosa.
Las últimas y dramáticas cifras constatan la desastrosa gestión gubernamental en el combate al desafío sanitario, al adoptar medidas contradictorias, y definirlo como un problema de “orden social”, responsabilizar de su ineficacia, torpeza, fallas evidentes o quizás deliberadas, a los ciudadanos.
El balance oficial de estado de las cosas al 6 de abril, que rompe todos los records, con un país en estado de catástrofe y sumido en un confinamiento desesperante es simplemente dramático: 16 millones de chilenos, un 87 por ciento de la población en confinamiento, un millón 37 mil 780 casos confirmados acumulados, más de 8 mil casos de contagio en un día, cercano a los 9 mil 560 casos nuevos diarios que el gobierno calculó como máximo para la llamada segunda vuelta de la pandemia, en tanto los cifra de fallecidos llega a los 23 mil 734.
Y como se acostumbra decir:”… y contando”.
El Presidente alega en discursos oficiales que nunca ha sido exitista en relación a las medidas oficiales frente a la pandemia, aunque es notorio cómo se han comparado al “resto del mundo”, en sus cuentas alegres sobre que antes incluso que llegara a Chile el virus ya se estaba elaborando la estrategia ( siempre la ha calificado de “exitosa”, un “ejemplo” y superior a otros países de la región, e incluso comparándose con Italia, España, Francia, Alemania, Estados Unidos, etc.), que la campaña de la vacunación ha sido de lo mejor del mundo, que somos un ejemplo y que todo el mundo lo aplaude y lo muestra como “un ejemplo”.
No vamos a discutir el tema de la magnitud del esfuerzo en vacunar a los chilenos, pero no se pueden olvidar las iniciales reticencias, desconfianza y prejuicios políticos, antes que criterios científicos, y por cierto resabios de la “guerra fría”, frente a lo que luego tuvo que aceptar como inevitable, y que solo la subordinación a las decisiones de Estados Unidos, y sus viscerales prejuicios, le impedía aceptar la “vacuna china”, y la “vacuna rusa”.
Deliberadamente y afirmando que contaban con los mejores expertos, demoraron o rechazaron más de la cuenta la adopción de medidas que la comunidad científica y académica nacional reclamaban con urgencia, aplicando las famosas e inútiles “cuarentenas dinámicas”, o anunciaban planes de nombres rimbombantes como “las mesetas” a alcanzar en el desarrollo de la pandemia, el retorno a clases 2021 ( “de forma voluntaria, gradual, flexible y sobre todo segura”), los “permisos de vacaciones para enero, febrero marzo del presente año, (“de forma responsable y segura”), la apertura de fronteras, restaurantes, hoteles y otras medidas de apertura y normalización.
Pero lo que confirma el sentido real de esta estrategia, de esta apertura y normalización por decreto, lo constata el plan “PASO A PASO, CHILE SE RECUPERA”, , que asegura la propaganda oficial “tiene como especial objetivo levantar de forma segura y gradual a nuestro país y ponerlo nuevamente en plena marcha, a través de cuatro ejes: 1) incentivos al empleo, 2) inversión, 3) Apoyo a las Pymes , y 4) Agilización y simplificación de los permisos”, buscando además garantizar “la sustentabilidad de los proyectos”.
Nada de eso se pudo llevar a la práctica o ejecutar de la manera anunciada y más bien ejerció un efecto deprimente en la credibilidad, confiabilidad y autoridad del gobierno y del presidente, aunque después de su fracaso se intento disfrazar la verdad con frases grandilocuentes, demagógicas o culpando a otros.
Pero lo que marca la realidad, y seguramente los objetivos finales de la estrategia oficial es que el gobierno sigue actuando y ejecutando o simulando acciones, como si estuviera en un país en guerra o en situación de “ocupación militar”, con toques de queda cada vez más restrictivos, con Estados de Excepción, militarización de territorios, uso de las Fuerzas Armadas hasta en los controles de los transeúntes o clientes de las ferias populares, las barreras sanitarias, que deben ser levantadas por la fuerza de la realidad no calculada por los “genios” de Palacio, y el montaje de provocaciones y crímenes sobre los que nadie responde.
Y todo ello, en un escenario, en que los super ricos del país obtienen el pasado 2020 cuantiosas ganancias, que no se condicen con el desastre económico del resto de la población,. y entre los cuales, según la revista Forbes, en cuarto lugar, figura el presidente Sebastián Piñera y su familia, con un patrimonio de 2 mil 900 millones de dólares, incrementando su fortuna en 300 millones de dólares solo en ese año.
En este año de debacle económico, y sanitaria del país, los 8 super ricos de Chile concentran una fortuna total de 40 mil millones de dólares, un 73 por ciento más si se compara con el registro del año pasado.
Los datos son conocidos cuando el Parlamento chileno discute un impuesto de 2.5 por ciento para las personas mas ricas del país,, que posean un patrimonio similar o superior a los 22 millones de dólares, proyecto que fue aprobado por la Comisión de Consitución y sigue su tramitación en el Parlamento.
Y cuando se informa que 2 millones 300 chilenos que eran registrados como pertenecientes a la llamada “clase media”, pasaron a la categoría de “vulnerables”, y casi un millón de trabajadores se encuentran en la cesantía (10,3 por cientos según datos del Instituto Nacional de Estadística, INE, correspondientes al trimestre diciembre 2020- febrero 2021).
Y el sueldo mínimo es de 326 mil 500 pesos bruto (302 mil 292 pesos líquido, en la mano. Los cesantes llegan al millón de personas, ocultándose la cifra de más de dos millones de trabajadores con ocupación informal, una cesantía disfrazada y no protegida.
Así se entiende mejor el sentido de limosna, de la demagogia de las ayudas, de los bonos, motivadas supuestamente por la preocupación por los pobres, los conciudadanos afectados por la crisis del Coinvin-19, pero que en realidad son una consecuencia de las condiciones socio económicas, de las carencias que provoca el sistema neoliberal y su economía de mercado.
Claramente, el Gobierno ha enfrentado la emergencia como un tema de “orden público”, y ha pretendido que la responsabilidad de los trágicos datos que cada día entregan los balances oficiales serían de los “irresponsables” o “porfiados” ciudadanos que no se lavan las manos, no usan mascarilla, o guardan respetable distancia, no respetan las ordenes de quedarse hacinados o enclaustrados en sus casas, o de los comerciantes ambulantes que salen a las calles en busca del sustento que el gobierno les niega, sin entregarles recursos para la mínima subsistencia de sus familias, amenazando a todos los ciudadanos con multas millonarias, procesos judiciales, condenas a prisión, si no se subordinan y “obedecen” sin chistar. Las a veces arbitrarias o obcecadas órdenes de unas autoridades en que nadie cree, y ejecutadas por brutales policías en que nadie confía.
Por ello se puede confirmar con certeza, lo que la calle dice: frente a la Pandemia, el gobierno ha actuado tarde, mal, con ineficacia y torpeza, y con letra chica.
Pero también hay una correlación indesmentible entre la forma de enfrentar la pandemia y los intereses político electorales de la contingencia y de la estrategia represiva puesta en práctica desde el poder político, económico y de los poderes fácticos.
El modelo de dominación impuesto desde La Moneda tiene todos los elementos que revelan una estrategia que contempla todos los elementos de un montaje político y sus iniciativas, declaraciones, de su retórica, tienen como norte, no tanto la salud de los chilenos, a los que alude en cada una de sus recurrentes y diarias apariciones en horarios escogidos de la TV, sino las necesidades electorales de su propósito de mantener su “proyecto” neoliberal en La Moneda.
Lo que está en la perspectiva estratégica de La Moneda, o de la derecha que desde el Segundo Piso capitaneado por su supremo manipulador, Cristián Larroulet Vignau que maneja los hilos de la puesta en escena de las marionetas y complota desde las sombras, es mantener en la jefatura de Estado, a uno de los suyos, de eterizarse en el gobierno del país y ello explica además su franca oposición inicial, sus reticencias, y sus maniobras dilatorias en contra de una nueva Constitución, de la expresión legítima de la voluntad ciudadana, aunque ello signifique poner en riesgo la estabilidad democrática de la institucionalidad y desconocer la voluntad expresada de manera mayoritaria, masiva e indiscutible por los chilenos.
Larroulet, hoy jefe de los asesores de Piñera, conocido como “el Presidente en las sombras”, es antiguo “gremialista”, designado por la dictadura de Pinochet como presidente de la FEUC, entusiasta participante en el rito hitleriano montado en la cumbre del Cerro Chacarillas (julio 1977), junto a otros jóvenes, entonces, discípulos de Pinochet y torturadores de sus servicios secretos, aliado de Joaquín Lavín, Jaime Guzmán y escudero del Presidente, estuvo decididamente contra el proceso de generación de una nueva constitución, y contra la ayuda estatal frente a los efectos sociales y económicos del Corona Virus.
Entonces la aplicación de “cuarentenas”, las prohibiciones de chilenos en la calle, la aplicación de campañas del terror permanente, el impedimento a los chilenos de ejercer sus derechos de expresión, de manifestación, poner a militares y policías a cargo del país, de estimular el fraccionamiento de la oposición de criminalizar las protestas de la ciudadanía y de declarar la “guerra interna” frente a las manifestaciones estudiantiles, el terrorismo como mecanismo justificador de la represión política desembozada, la amenaza de sus propias bandas paramilitares (civiles y militares) dejan de ser meramente “medidas sanitarias”.
En realidad de lo que se trata- y sería bueno que muchos en la oposición se dieran cuenta- es de una disputa político electoral brutal por el poder, por la institucionalidad democrática, por la nueva Constitución, por el Chile del futuro, por la estabilidad y el entendimiento social.
El objetivo de la retórica oficial, de su estrategia y de las conspiraciones en marcha, no son otros que imponer su pretensión de eternizarse como clase política dominante y grupos económicos y oligárquicos, utilizando todos los mecanismos a su alcance, incluso desechando a quienes ya no le sirvan para ejercer de manera brutal su modelo totalitario de ejercicio del poder y se subordinen a sus propósitos.
La democracia debe ser defendida y el mecanismo que la historia ha puesto en esta coyuntura al alcance de los ciudadanos, es el proceso constitucional, la elección de los constituyentes, el trabajo épico de redactar una nueva Carta Magna, de elegir a los alcaldes y concejales, a los gobernadores, que participen de este proyecto común de los ciudadanos, de los patriotas.
Y las llaves para abrir este futuro son la unidad sin reticencias y el acuerdo en los objetivos programáticos, que motiven y respondan tanto a las necesidades y demandas de los ciudadanos, como que garanticen el apoyo nacional necesario para cerrarle el camino a los complotadores.
¿Será mucho pedir, señores, todos, de la oposición?
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital