Reforma a Carabineros: ¿Hacia dónde vamos?

En América Latina, los procesos de reformas policiales son relativamente recientes, desarrollándose principalmente en la década de los ochenta y noventa. Cada una de estas reformas ha contado, eso sí, con particularidades propias: algunas han tenido alcance nacional, otras se han circunscrito a determinados territorios -especialmente donde existen policías descentralizadas- en algunas se ha involucrado la participación de la ciudadanía en el diseño de propuestas, y lo más complejo a mi juicio, es que muchas de ellas se hagan iniciado sin contar con una diagnóstico acabado de la realidad delictual, ni menos han contado con acopios de evidencias de los cambios que han resultado efectivos y eficientes en la labor de las policías.

En nuestro país, la necesidad de una reforma a Carabineros se hizo más visible con ocasión del estallido social. Desde entonces hemos escuchado acerca de la instalación de una unidad coordinadora de la reforma -por parte del gobierno de Piñera- y de algunas propuestas legales tales como la ley de modernización de las policías, la extensión de carrera policial, la creación del Ministerio de Seguridad Pública. Sin embargo, poco es lo que se conoce de dicho proceso, y del contenido de dichos proyectos por parte de la ciudadanía, quien ha sido la primera en clamar por estos cambios. Lo anterior, más allá de la existencia de un sitio web en el que se han anexado una serie de documentos cuyo lanzamiento data de mediados del año 2021. De acuerdo a lo anterior, ya podríamos categorizar este proceso de reforma policial como uno de aquellos que cuenta con escasa participación ciudadana, con el riesgo asociado de ser considerado poco legítimo por la ciudadanía.

Hoy la experiencia internacional ha permitido identificar aquellos elementos que son mínimos necesarios para impulsar de manera exitosa una reforma policial. Entre ellos se encuentra la necesaria conducción civil de los cambios que se impulsen en esta materia.

La necesidad de contar con canales permanentes de comunicación hacia la ciudadanía que le permita entender y conocer los avances que se hagan en el marco de la reforma policial, también es un elemento mínimo necesario en procesos de reforma. Asimismo, crear espacios de participación efectiva ciudadana para otorgar legitimidad al proceso de reforma.

Debe considerarse el implementar adecuados sistemas de control internos y externos, de manera que todos los esfuerzos no corran el riesgo de ser deslegitimados producto de actos alejados o reñidos con la legalidad vigente o que impliquen algún grado de abuso de autoridad.

También los canales de comunicación deben considerar espacios intrainstitucionales de participación que permitan a los mismos miembros de la policía ser parte de su proceso de cambio y no recibir por imposición nuevas normas en la materia, lo que seguramente resultaría altamente resistido.

Por cierto, todo este proceso debe circunscribirse en un férreo marco de respeto a los Derechos Humanos, especialmente cuando consideramos que hoy el principal desafío operativo de las policías en gran parte del mundo lo es el orden público.

En este punto vale la pena considerar lo señalado por Amnistía Internacional:“El control policial de las reuniones públicas, como manifestaciones, marchas y concentraciones –también llamado gestión del orden público– es una situación especial de la acción policial. El derecho de reunión y asociación pacífica es un derecho básico que la policía está obligada a facilitar. El factor decisivo en el control policial de las manifestaciones y de otros actos públicos radica en la preparación.”

Como vemos, muchos de los temas que implican cambios en una policía radicarán por cierto en los niveles de preparación y formación del personal con que vayan asociados.

Hoy se hace necesario abordar de manera urgente y con estos enfoques la reforma a Carabineros; sin embargo, con cierta preocupación hemos visto que las salidas comunicacionales del gobierno no se han referido a estos elementos necesarios en los cuales avanzar en el marco de la reforma a Carabineros ya iniciada, y, en cambio,  se han centrado en reprochar y criticar tempranamente vía twitter operativos de control de orden público, que luego deben ser morigerados y, lo que resulta más contradictorio aún, es que mientras el discurso de gobierno en campaña se centró en considerar que temas como el conflicto en la Araucanía debían aproximarse con una nueva mirada, no solo de control, solo vemos anuncios en la prensa referidos al reforzamiento  de la presencia policial en la zona y a la entrega a Carabineros de 15 Mowag cedidos por el Ejército.

Mi humilde sensación, es que algo no calza entre el discurso y la acción.

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Jaulas de Cemento

Dom Abr 10 , 2022
Por Nicola Tota Mil novecientos noventa y siete. Se entregó el primer condominio – Ghetto vertical- de mayor densidad en Chile. Se ubicó en el territorio de nuestra JJVV Parque Almagro. Detrás de la actual Universidad Central.   Una multitud alegre lo pobló. La que fue desapareciendo al comprobar las terminaciones. Además, curiosamente, siendo DFL2 no fue inscrito como tal y empezamos a pagar contribuciones. La municipalidad moría en indescriptible gozo. La alegría dejó de ser alegre.   El entorno: Casas que habían resistido con un increíble valor el pasar de los años, seguían en pie. Lo que debió ser la segunda y tercera etapa del condominio murió en el intento. El sitio fue vendido. Del comprador no se supo el nombre. Las malas lenguas dijeron – la cooperativa financia la campaña política del alcalde – La buenas declaraban – es por el progreso; hay que contribuir – Permaneció vacío por breve tiempo.   La universidad Central, aprovechando el auge de la educación pagada, adquirió y demolió un viejo teatro y algunas casas que se resistían a desaparecer. Sus cimientos no pudieron contra el poder del oro y colapsaron.   Comenzaron los ruidos propios de esa actividad, demoler y construir. La mirada benévola hacia la cultura, fue cambiando orientación. Algunos maldecían haber nacido. Otros con neta orientación patriótica – que le vamos a hacer-   Terminada la primera etapa le siguió la segunda, con idénticas características. La educación con vista al norte cubrió la manzana entre San Diego y Nataniel. ¡Y vendrán cosas peores! dijo un visionario vecino. Así fue. Tottus compró los   cinco mil metros cuadrados destinados a la cuarta etapa del ghetto. Se inicia la siguiente sucesión de maldiciones y ruidos. Gran inauguración. Nuestra gente volvió a alegrarse. Viendo los precios se comenzó a disipar el entusiasmo por tanto progreso. Unas señoras decían- Dios es grande y piadoso nos ayudará- No fue posible saber si la hubo. Otros siguieron en la feria y en el almacén.   Ante tanto progreso los pájaros buscaron nuevos horizontes. Y nosotros sin poder volar, anclados al dividendo mensual, resistimos. Algunos para disipar la pena siguen cantando aún «resistiré». Siguieron demoliendo y construyendo. Los pulmones se llenaban de polvo. La consigna era resistir hasta el último suspiro o respiro. No había donde escoger. Los árboles del parque crecían lentos. El oxígeno era cada vez más escaso. Treinta años después los pulmones perdieron la preciada virginidad.   ¡Y vendrán cosas peores!  seguía anunciando el profeta.   Muchos vendieron, otros huyeron: llegó gente nueva. Las caras cambiaron. Algunos propusieron obviar la ley de condominios. El aplauso fue cerrado; el condominio se regirá por su propia ley. Ni la Dirección de obras, ni el juzgado de policía local tendrían cabida.   Se izó la bandera de la corrupción. Subieron los gastos comunes. Caras largas. Protestas susurradas en los pasillos. Gritos desde los balcones.   ¡Vendrán tiempos peores! la predicción se cumplía. Así fue. Lo que quiso ser la alegre casa propia en pocos años se convirtió en un condemonio. Los demonios se apropiaron de los espacios comunes. Parte del dinero destinado a mejorar el entorno se esfumó sin dejar rastros.   El entorno se pobló […]

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