Por Miguel Alvarado Natali, Editor de Cultura.
La última sesión de Freud del dramaturgo Mark St. Germain, es una obra basada en un encuentro ficticio entre Sigmund Freud y C.S. Lewis, el mismo día que Francia e Inglaterra le declaran la guerra a la Alemania nazi en 1939. Dirigida por Marcelo Alonso, quién hace un extraordinario trabajo impregnado de realismo en este montaje, que se está presentando en la sala del Teatro Mori del Parque Arauco.
Sigmund Freud invita a su casa de Viena al destacado escritor C.S Lewis, quien ha publicado recientemente un ensayo sobre su conversión al cristianismo, en el cual ironiza sobre las teorías psicoanalistas del Dr. Freud. Se produce entonces un diálogo imaginario entre Freud y Lewis, referente a la fe, específicamente sobre la existencia de Dios. Aquí tanto él ateo como él católico exponen sus ideas y conclusiones sobre esta eterna discusión de sí hay o no hay un Dios. La conversación va fluyendo en un tono cordial y ameno, sin que falte el sarcasmo entremedio y que los lleva a tocar temas como la sexualidad, la relación con los padres, el amor y la muerte.
Cuando se juntan dos grandes de la actuación como lo son Cristián Campos, interpretando a C.S. Lewis (Las crónicas de Narnia) y Héctor Noguera encarnando al padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, más un texto brillante, es la suma perfecta para un resultado de lujo. Es un verdadero agrado ver a Noguera (85) tan lúcidamente y con tanta naturalidad haciendo a un Freud creíble y enfermo, ingenioso y sarcástico. Su versatilidad hace solo unos meses ya nos había sorprendido en El Padre, interpretando a un anciano de 80 años con Alzheimer. Hoy nuevamente deja todo ese manejo corporal y expresivo en escena, necesario para un Freud que tiene muy claro cuándo se va a morir, pero del cual todos tenemos luces de cómo era.
En tanto Cristián Campos (65), es otro de los buenos – siempre le quedó esa humildad de su personaje Greco en La Madrastra y esta interpretación me recordó a la de San Alberto Hurtado, claro está por esta convicción que tiene C.S. Lewis sobre Dios, de ser un hombre al cual le llegó la fe en un acto tan cotidiano como andar de pasajero en una moto. Por tanto, se produce en él una conversión profunda y sincera consigo mismo. Y es lo que Cristián Campos logra percibir y llevarlo a escena notablemente. Es el antagonismo preciso de Noguera, como un duelo de actores, pero es un enfrentamiento de dos personajes de mentes brillantes para resolver la incógnita de Dios. Ambos actores aprovechan muy bien el espacio escénico, todo cuadra y hay una coherencia con el texto, con cada movimiento y los tonos de voces.
Interesante y un verdadero acierto la escenografía de época, realista y totalmente funcional, podemos ver el escritorio, la biblioteca y el sillón de Sigmund Freud – donde seguramente recostaba a sus pacientes-. Un montón de cajas, aún cerradas, con objetos de su colección, pero también muchos símbolos religiosos de distintas culturas sobre la mesa y otros rincones. Y es aquí donde Lewis deja caer su primera ironía: “Cómo un ateo está rodeado de tantos Dioses”. La radio muy cerca del teléfono, es encendida solo para escuchar las noticias de la guerra que se aproxima. Es excelente y creativa la traducción proyectada del discurso radial en un punto alto del estante de libros. Las luces, el sonido, la música y el ladrido del perro van complementando una atmósfera que indudablemente va permeando de energía a los actores.
Desde el inicio este montaje acapara la atención del público: “Posponer este encuentro”, dice Freud a Lewis. “Por ningún motivo, usted cuenta con el día de mañana yo no”. Y claro sí esta sesión se da con un Freud muy enfermo producto de un cáncer en su boca. Ahora todo indica que este encuentro nunca sucedió, pero hay un antecedente no menor, ya que 20 días antes de morir, Freud escribió en su agenda, que un catedrático de Oxford iría a visitarlo. Y quién hacía clases ahí, Lewis. El psiquiatra Armand Nicholi escribe en el 2004 “La Cuestión de Dios. C.S Lewis vs S. Freud”, libro que inspiraría a Saint Germain a inventar este diálogo cruzado entre estos dos antagónicos personajes.
La última sesión de Freud es una puesta en escena bella, lúdica, donde hay mucho que ver y escuchar. Nos sumerge en la antigua y eterna discusión de la existencia de Dios. Cuando el mundo va acelerado dos intelectuales, un creyente y un ateo, se dan el tiempo – pese que está comenzando la segunda guerra mundial- de hablar y discutir de la interrogante que el hombre se ha hecho desde las primeras civilizaciones, de dónde venimos, quienes somos y dónde vamos. Tanto el escritor como el médico se enfrentan con los argumentos que han desarrollados en sus propios escritos, el debate es constructivo y a la vez provocador. Con una dramaturgia bien lograda, es una pieza teatral que nos invita a reflexionar sobre el papel de la religión en la historia de la humanidad, es un aporte que bordea lo espiritual, la razón y la fe en pugna, dónde siempre van a quedar abiertas más interrogantes que respuestas. Nos lanza un manto de incertidumbres, pero también certezas donde no hay respuestas absolutas. Es una obra inteligente y atractiva, con diálogos hilarantes pero bien cuidados, lleno de frases enriquecedoras en este encuentro memorable de dos mentes brillantes, que terminan siendo cada uno el psicoanalista del otro y que me hizo recordar una canción de Eduardo Gatti: “Moriremos sin saber, quien hizo el mundo. Amo todo ese misterio y sus preguntas. Y cuando el caminar se acabe comienza el vuelo, mientras en esta oscuridad soñamos con la libertad y de la mano”
Crónica Digital, Santiago, 23 de Agosto 2022
Asistencia de dirección: Carolina Arredondo
Diseño escenografía e iluminación: Ramón López
Diseño de vestuario: Taira Court
Universo sonoro: Diego Noguera
Producción artística en terreno: Germán Henríquez
Fotografía: Javiera Eyzaguirre
Producción ejecutiva: Marcos Alvo
Autor: Mark St. Germain
Director: Marcelo Alonso
Producción general: The Cow Company