Por Marcel Garcés Muñoz
El fallecimiento del político estadounidense Henry Kissinger no puede causar pesar en Chile, sino como lo estableció este jueves 30 de noviembre y con toda justicia, el director del periódico electrónico Diario UChile, Patricio Lòpez, “profundo repudio”, y un enjuiciamiento de su miserable trayectoria al servicio de la política exterior del Imperio, la conspiración sediciosa contra la democracia en nuestro país, la instalación en 1973 de la dictadura genocida de Augusto Pinochet y el baño de sangre sufrido por nuestro pueblo, en mano de serviles yanaconas preparados por el Pentágono, que cumplieron el criminal plan sedicioso financiado, auspiciado y manipulado desde la Casa Blanca, bajo la batuta de Kissinger, Nixon, la CIA y el Pentágono, con la complicidad de la Derecha política, la oligarquía empresarial, y las cúpulas castrenses que cumplieron la tarea sucia de la masacre.
El nombre de quien hoy día intenta ser blanqueado como un hábil estratega de la diplomacia de Washington y el ·”Nuevo Orden” global, aparece manchado por la sangre de miles de víctimas de su estrategia de dominación, política de asedio, conspiración sediciosa, intervención descarada, corrupción de las cúpulas políticas, militares y económicas de los países que fueron escenarios de su nefasta política, en América Latina, Africa, Europa, Asia, Oceanía.
Lòpez describe acertadamente al miserable personaje: “Pocos, quizás ningún dirigente mundial, hizo tanto daño deliberadamente y por tantos años promoviendo la destrucción de la institucionalidad y de la democracia chilenas, primero, y avalando después las aberraciones cometidas contra cientos de miles de habitantes de este país, lo que solo se vio interrumpido cuando un dictador surgido a imagen y semejanza de las circunstancias que propició Estados Unidos, Augusto Pinochet, osó ordenar un crimen a pocas cuadras de la propia Casa Blanca, como fue el asesinato de Orlando Letelier.
“No hay ningún otro ciudadano estadounidense, que además haya alcanzado altas responsabilidades de Estado, que se haya obsesionado más con Chile y, muy en especial, con el eventual ascenso que desde principios de los 60 representaba el auge de una izquierda liderada por Salvador Allende. Con el paso de los años, y en especial gracias al denodado trabajo de investigadores que han hecho mucho por el establecimiento de la verdad histórica, como Peter Kornbluth, hemos podido saber cómo desde la noche del 4 de septiembre de 1970, cuando Allende obtuvo la primera mayoría relativa en las elecciones presidenciales, Chile pasó a ser el principal e intensivo motivo de preocupación de Kissinger, a pesar de ostentar el cargo de secretario de Estado de la principal potencia del mundo y de que Chile era un pequeño país situado al final del hemisferio sur. Para tal efecto convenció al presidente Nixon de involucrar a la CIA, se reunió con Agustín Edwards ( otro personaje alevoso de la historia chilena) y así intensificó sus intentos por desestabilizar este país, cuyo primer gran hito fue el asesinato del comandante en jefe del Ejército, el general constitucionalista René Schneider.
“Así, para quienes señalen que el Golpe fue solo una consecuencia lógica de la confrontación, de la política de Unidad Popular, harían bien en recordar que Henry Kissinger intentó que se diera un golpe incluso antes de que ese gobierno asumiera.
“Pero, dicho todo esto, Chile es solo un capítulo del prontuario de Henry Kissinger, quien fue un dirigente imperial desalmado que no trepidó en instigar matanzas y conspiraciones, así como ordenar guerras en cualquier lugar del mundo donde pudiera verse, en su mirada extremista, amenazada la supremacía planetaria de Estados Unidos”.
“Para decirlo más directamente, y esto no es una opinión, sino una mera descripción acumulada en una montaña de evidencia: Kissinger fue un genocida y un criminal de guerra a escala planetaria, uno de los peores del siglo XX”., concluye Patricio López.
La lista de sus crímenes contra Chile es amplia y en momento de su fallecimiento es necesario que los chilenos no olviden su figura siniestra, y el carácter criminal de sus actos y su accionar contra los Derechos Humanos, la democracia y la humanidad, a escala global.
Su prontuario criminal anota hechos, paginas siniestras y tragedias que Chile no puede olvidar, aunque algunos “cómplices pasivos” de la Derecha política y sus actuales “compañeros de ruta” (supuestos demócratas”, “centristas”, “amarillos”, “republicanos”, “analistas” y otras yerbas, pretendan encubrir, con un manto de impunidad, silencio culpable, y sobre todo eludir su sus propias culpas.
Y claro no es una casualidad del destino que su vida se extinga justo cuando uno de sus creaturas, el ex teniente del ejército chileno, Pedro Paulo Barrientos Núñez, sindicado como autor del asesinato el 16 de septiembre de 1973 (44 impactos de bala, y más de 50 lesiones en su cuerpo producto de las brutales torturas) del artista mayor de Chile, Víctor Jara, haya sido deportado de Estados Unidos, donde encontró refugio en 1990, para que enfrente la justicia en Chile.
Pero su sangriento prontuario respecto de Chile es mucho más extenso.
En la lista de sus latrocinios, Henry Kissinger, registra su participación estelar en la trama de la conspiración, política, económica y militar contra la soberanía democrática nacional, a partir del proceso que llevo a la presidencia del país, a Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.
La huella de su conspiración sediciosa contra Chile queda indeleblemente marcada cuando se perfilaba el triunfo electoral de la coalición Unidad Popular y está registrado en documentos desclasificados de las agencias de inteligencia estadounidenses, que develan planes de intervención descarada como Track 1 y Track dos.
El primero, que se intento poner en ejecución a partir del triunfo eletor5al de Allende en septiembre de 1970, y establecía presiones sobre el presidente en funciones, el DC Eduardo Frei, para impedir su reconocimiento y la convocatoria a una segunda elección, en que “debía “ ganar la segundo mayoría, el empresario derechista, Jorge Alessandri, pero la negativa de ambos a la maniobra y convocar a una nueva elección, en que podría ser elegido Frei, resultó fallido.
Asi se abrió paso a la segunda alternativa prevista por Washington, instalándose el plan “Track Dos””, que estableció que el triunfo de Allende “no era aceptable”, y disponía 10 millones de dólares para evitar que asumiera y que da el vamos a un golpe militar.
La mano del “hábil” Henry Kissinger, que había establecido contacto con el conspirador chileno, el propietario de “el Mercurio, Agustín Edwards, estaba detrás de trama.
El empresario chileno, que recibió millones de dólares de la CIA, la ITT, y los poderes económicos estadounidense, para financiar sus actividades antipatrióticas, se reunió con Kissinger, Don Kendall, y el Fiscal Jhon Mitchell, el 15 de septiembre de 1970, tras una cita con Richard Nixon el 14 de septiembre de 197, para ultimar los detalles de la intervención político militar en Chile.
Se habla del objetivo de “neutralizar” al Comandante en Jefe del Ejercito, General René Schneider, “desplazándolo si fuera necesario”.
El 15 de octubre de 1970, Kissinger se reúne con su asistente militar, general Alexander Haig y el máximo oficial de la CIA a cargo de Operaciones Encubiertas, Thomas Karamessines, para actualizar el estado de la conspiración militar en Chile, y de la aplicación del plan Track Dos.
El 22 de octubre de 1970 se produce el asesinato, en Santiago, del Comandante en Jefe del Ejército, General René Schneider, apuntado por Kisinger, Nixon, Edwards, y otros cómplices locales como el principal “obstáculo” para el Golpe militar ya en marcha.
La lista de los delitos y las víctimas de estos criminales, y sin hablar de los miles de detenidos desaparecidos, fusilados, lanzados al mar y a los ríos, degollados, exiliados,y su memoria y demanda de justicia por parte de los decenas de miles de deudos, puede seguir.
El 27 de julio de 1973, un comando derechista asesina al Edecán Naval del Presidente Allende, comandante Arturo Araya Peeters.
El 30 de septiembre de 1974, en Buenos Aires, es ultimado, en los marcos de la Operación Cóndor, instalada en la región por el Pentágono, la CIA, la Casa Blanca, y Kissinger, claro, el ex Comandante en Jefe del Ejército chileno, Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert.
El 21 de septiembre de 1976, una bomba instalada en su automóvil, por orden del general Manuel Contreras, al servicio de la CIA, asesina en Washington, al ex canciller chileno Orlando Letelier y su asistente, la ciudadana estadounidense, Ronnie Moffit
En todos estos hechos sangrientos está a la huella de Henry Kissinger, y con toda razón el embajador de Chile en Estados Unidos, Gabriel Valdéz, apuntó que “no consiguió jamás esconder su profunda miseria moral”.
No se puede olvidar tampoco cuando le dio su beneplácito al dictador Augusto Pinochet, durante su visita a Santiago, en 1976, en medio del genocidio contra los chilenos, a motivo de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos: ”Queremos ayudarlo, no perjudicarlo. Simpatizamos con lo que están tratando de hacer aquí. Hizo un gran ser5vicio a Occidente al derrocar a Allende”.
Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 4 de diciembre 2023
Crónica Digital