Vie Mar 15 , 2024
La isla Grande de Chiloé, la mayor y más populosa del archipiélago homónimo situado en el sur de Chile, impulsa un modelo de turismo rural que promete a los viajeros «experiencias auténticas», en manos de mujeres locales abiertas a compartir sus tradiciones ancestrales mejor guardadas. Doris Millán, de 61 años, camina por la playa recolectando los mariscos que han quedado regados al bajar la marea en las orillas de Rilán, península de unos 400 habitantes, en el centro de la isla, situada a unos 1.200 kilómetros al sur de la capital chilena, Santiago. Millán, traducido como «resplandeciente» en lengua de la etnia mapuche (mapudungún), se convirtió hace casi tres décadas en la primera guía turística mujer de la zona, donde ahora se dedica a mostrar a los visitantes «la cultura ancestral, que es la base de la cultura de Chiloé», según explicó. «Yo trato de llegar a todos los lugares del agroturismo rural de Chiloé, porque ahí vamos a encontrar el auténtico Chiloé (…) necesitamos difundir la cultura a través de la gente, eso es fundamental», agregó. Dijo que en la isla Grande de Chiloé, poblada por unas 170.000 personas, nadie sufre la pobreza ni pasa hambre, ya que «la tierra y el mar ofrecen diferentes productos para la sobrevivencia» y la autosuficiencia. Unas 40 islas componen el archipiélago, un territorio verde y lluvioso considerado el reducto más austral de la colonización española en Sudamérica, pero que está poblado desde hace más de 5.000 años. Los evangelizadores que llegaron a estas tierras insulares indígenas en el siglo XVII las llamaron «el fin de la cristiandad». La cultura chilota es hoy en día una fusión de creencias y cuenta con iglesias o templos patrimoniales de elogiada arquitectura en madera, erigidos por carpinteros locales a semejanza de los europeos. Estos templos son el epicentro de festividades locales en que congenian la religión católica y la cosmovisión de pueblos originarios sureños. En este territorio insular abundan también leyendas populares sobre brujos y criaturas míticas del océano o los bosques, muestra de un sincretismo cultural que ha sobrevivido a la modernidad, a causa del aislamiento en el que viven los habitantes de las 10 comunas que integran el archipiélago. El viaje de la parte continental a la isla Grande de Chiloé toma una hora en ferry, el cual desembarca en la punta norte del territorio, con unos 9.000 kilómetros cuadrados de extensión y 180 kilómetros de longitud hasta su extremo sur. Desde la agencia de viajes Conecta Chiloé explicaron que la nueva forma de hacer turismo busca vincular a los visitantes con las comunidades rurales y sus costumbres para construir así un «relato de vida». La idea es fomentar lo que llaman turismo «cultural» y «rural», además de brindar oportunidades de desarrollo a familias y pequeñas empresas locales. Lo anterior consiste, en parte, en armar grupos pequeños de turistas a quienes ofrecen «vivencias únicas y auténticas», respetuosas con los ecosistemas, la biodiversidad de las islas y la calidad de vida de sus habitantes. Chiloé, […]