Estos últimos meses no han sido nada tranquilos al interior de la Nueva Mayoría (NM). La renuncia de Ricardo Lagos a su aventura presidencial en abril pasado, marcará una transformación en las relaciones políticas del conglomerado. Parafraseando al ex Presidente en el momento del anuncio de su bajada, era su propio espacio político el que no convergía para llevar adelante su candidatura. El PS, su propia casa, cuestionaba su liderazgo en base a la baja popularidad en las encuestas, haciendo eco de las críticas recibidas ante la implementación del Transantiago, el CAE, la política de concesiones de carreteras, la consolidación del reinado del modelo neoliberal en el Chile actual, el que, de cierta manera, inhabilitaban su camino a la Moneda.
Un mes más tarde se expondría ante la opinión pública una situación que agudizaría la crisis interna del PS, al revelarse los mecanismos de financiamiento del partido y exponerse su relación clientelar con SQM y otras empresas del mercado bursátil. La tensión socialista, que devino en crisis valórica y de conducción, se estaría debatiendo entre dos visiones de mundo: una de corte conservadora que mantiene un horizonte neoliberal de aura concertacionista (Nueva Izquierda – Renovación Socialista) y otra de corte reformista, continuista del bacheletismo, basada en un pensamiento socialdemócrata donde converge su actual directiva (Tercerismo – Grandes Alamedas – C.I.S.) Esta última visión se impondrá en las elecciones del Comité Central de abril, acabando con las aspiraciones presidenciales del ex mandatario. En su lugar, el PS apoyó por 67 votos a 36 al senador por Antofagasta Alejandro Guillier, quien al alero de las encuestas se posicionaba como la principal carta de la centro izquierda para derrotar a la derecha en los comicios de noviembre.
Mientras el ala conservadora del PS acusaba la derrota de Lagos tildándola como un “error histórico”, la DC reaccionó a favor de Lagos criticando al PS de no haber considerado una “visión de conglomerado”, diseñando en el tablero la siguiente operación política que, a juicio del partido de la falange, enmendaría el camino y salvaría el estado agónico de la NM: la inscripción de la candidatura de la senadora magallánica Carolina Goic directamente a la papeleta de Noviembre.
La DC parecía escindirse de la NM, o al menos, castigarla por su atrevimiento. Se instalaba la tesis del “error histórico” creando un amenazante clima de desconfianza. Hace una semana el diputado y vicepresidente del PS Daniel Melo aseguraba que “lo lógico es que el ex Presidente Lagos apoye al candidato donde él milita (…) Es una voz política relevante en el acontecer nacional y representa una visión significativa para miles de chilenos.”
El misterioso silencio de Lagos se interrumpió hace algunos días atrás, con un mezquino “paso”, cuando respondió a la pregunta de una periodista sobre sus preferencias entre Alejandro Guillier y Carolina Goic. Todo pareciese indicar que Lagos no se siente cómodo en la NM. Pero, ¿qué esconde la sombra de Lagos? ¿Es Lagos un factor de división en la NM? O más bien, ¿depende de él su continuidad?
Lo cierto es que la operación Lagos tiene como principio reivindicar la herencia histórica de la Concertación como hito fundante del nuevo Chile postdictatorial (es decir, el mito refundacional). Además de disputar la idea de que justamente la Concertación a partir de la bonanza neoliberal, permitió el éxito y la proyección del país. De este modo, la operación Lagos es también el giro conservador al interior de la NM, que estaría dando las espaldas a las fuerzas reformistas, operación que es controlada a través de la DC desde el momento de inscribir la candidatura de Carolina Goic a la primera vuelta en noviembre.
Este movimiento atenuaría el liderazgo que representa en las encuestas la figura de Alejandro Guillier, teniendo como estrategia algunos emplazamientos al senador respecto a la izquierdización del proyecto político que lidera, arguyendo la participación central del PC en su candidatura, como también la participación activa de sectores independientes y ciudadanos.
A su vez y como se sabe, la solapada inscripción de la candidata DC a noviembre le quitó la posibilidad de competir en primarias al candidato del bloque PR-PS-PPD-PC-IC-MAS, impidiendo medir la correlación de fuerzas electorales, la observación de la votación dura de la centro izquierda, frenando incluso la vocación democrática que ha representado el gobierno progresista de Michelle Bachelet. Un indicador fehaciente del alcance de la operación Lagos y de los cobros políticos hacia la NM serían las encuestas. Estas señalan que al momento de la bajada de Lagos en abril se ha presentado una baja porcentual en las preferencias del senador Guillier.
Todo hace pensar que el ex Presidente Lagos quiere hacer creer al mundo político que si no fue él el elegido para representar a la centro izquierda en estas elecciones, nadie será capaz de ponerse a la altura de esa historia. Temo que incluso la victoria de la derecha le serviría al ex Presidente Lagos para validar la tesis del error histórico.
Es de esperar que este escenario sea solo una errada conjetura, un momento de suspenso político que se termina con la huida del frio y el comienzo de la primavera novamayorista. Es probable que un clima favorable, en gran medida, solo pueda ser posible a partir de las definiciones políticas del ex Mandatario.
Por Daniel Canto Molina.
Licenciado en Historia con mención Estudios Culturales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
Miembro de la Comisión Política del Partido Izquierda Ciudadana de Chile.
Santiago de Chile, 10 de julio 2017
Crónica Digital
Guillermo vencerá. Aunque al dedo de don Lagos no le guste. Es muy anciano,viejo, vetusto,etc,etc,etc