El más reciente Informativo Attac, editado en español en Buenos Aires, incluye una reseña escrita por Washington Uranga sobre los pronunciamientos del Jefe de la Iglesia Católica en su reciente gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay. Un continente que bien conoce, el ex cardenal Bergoglio, pero del cual es la primera vez que formula juicios tan claros y categóricos, dirigidos a las multitudes que lo escuchaban: Ustedes, “…los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos pueden y hacen mucho”, refiriéndose a los procesos de cambio, nacionales, regionales y mundiales por los que está atravesando la humanidad. Por eso los llamó a “no achicarse” puesto que “el futuro de la humanidad está en gran medida en sus manos”, invitándolos a una participación no secundaria, sino “protagónica”, a promover alternativas creativas.
En presencia de los representantes de los movimientos sociales, reunidos en Santa Cruz de Bolivia, el Papa fue enfático: “Quiero aclarar para que no haya malentendidos que necesitamos un cambio y hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y en general de toda la humanidad”. “Insisto, – agregó,- queremos un cambio real, un cambio de estructuras”. “Este sistema – agregó – ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, nuestra casa común, la hermana y madre Tierra”.
Su lenguaje siguió en esa línea categórica, entrando directamente a la raíz de los males sociales: “Si la política se deja dominar por la especulación financiera o la economía se rige únicamente por el paradigma tecnocrático y utilitarista de la máxima producción no podrán ni siquiera comprender y menos aún resolver, los grandes problemas que afectan a la humanidad”. Por si lo anterior fuera insuficiente aseveró: “Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y pone en riesgo, nuestra casa común”.
Después de estas verdades, nunca antes expuestas con tanta crudeza por un Pontífice romano, Francisco I cerró sus intervenciones con un llamado a la acción. Las tres tareas a que convocó las enunció así: “La primera tarea es poner a la economía al servicio de los pueblos. Los seres humanos no deben estar al servicio del dinero. Digamos NO a una economía de exclusión e inequidad, donde el dinero reina en lugar de servir”.
“La segunda tarea es unir nuestros pueblos en el camino de la paz y la justicia. Los pueblos quieren ser artífices de su propio destino. No quieren tutelajes ni injerencias, donde el más fuerte subordina al más débil. Digamos NO a las viejas y nuevas formas de colonialismo.
Y la tercera tarea, tal vez la más importante es defender la madre tierra “que está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente, por tanto hay que construir una alternativa humana a la “globalización excluyente “.
El Papa jesuita, el argentino y latinoamericano que valora los avances progresistas de los gobernantes de Ecuador, Bolivia, y Argentina, que aplaude los esfuerzos como UNASUR y otros en pro de la integración de Nuestramérica, de quien los conservadores y neoliberales del mundo esperaban un aliado para destruir los gobiernos reformistas, se manifiestan perplejos, desconcertados. Aún no saben bien qué hacer. Por ahora, la táctica del silencio, ignorar lo que está diciendo y haciendo, porque el impacto de sus palabras y acciones, puede ser decisivo, en la medida que se conozcan y difundan.
Por José Cademartori, miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 29 de julio 2015
Crónica Digital
Seguir apoyando