El expresidente Lagos ha dado el vamos a su campaña para intentar repetirse el plato, pero a veces más parece jefe de la oposición al gobierno de la Presidenta Bachelet. Ante el desarreglo total de la derecha, no visto desde los años 1960 y el desprestigio de un caudillito oportunista que les fue muy útil el 2010 y otro que iba por las mismas, el empresariado y los grandes medios han optado ahora, descaradamente, por levantar figuras de la coalición gobernante que aparecen dispuestos a aparecer como opositores al gobierno.
Su última maniobra, de cuyo éxito se autoconvencieron con demasiada premura y falta de realismo como les recordó la misma Presidenta, consistió en intentar levantar una dupla de miembros del actual gabinete —al parecer sin consultarles demasiado puesto que ellos mismos lo han negado— y endilgarles encabezar una pantomima de golpe termidoriano contra las muy moderadas reformas en curso. Coincidiendo con dicha táctica, el expresidente junto a su exministro del interior concurrieron a La Moneda, en ausencia de la Presidenta, a ofrecer su respaldo político a esta «dupla», en una operación de pertinencia más que discutible.
Los políticos que insisten en intentar reflotar hoy la «política de acuerdos» que les diera resultados y cierto prestigio en décadas recién pasadas, al parecer no aciertan a comprender por qué hoy solo les acarrea aplausos de la derecha y rechazo de la ciudadanía. Siguen diciendo y haciendo exactamente lo mismo, sin considerar que la calma chicha de esos años ha dado paso, inevitablemente, a una de las olas de descontento popular más profundas y extendidas que se tenga recuerdo, la que ha sumido al sistema político de transición en una crisis terminal.
Todo ello constituye un hecho muy positivo, puesto que la movilización creciente de la ciudadanía encabezada, a trastabillones pero encabezada al fin, por la Presidenta y coalición de partidos progresistas más amplia de la historia que, vapuleados también por la crisis, están intentando asumir el papel que le corresponde: encauzar la inmensa energía que está fluyendo de esta erupción social para remover las grandes trabas que se han cruzado en el camino del continuado desarrollo del país.
El destino de la maniobra del expresidente fue sellado de antemano, certeramente, por un experimentado opositor de derecha. «No tiene posibilidad alguna de ser nuevamente candidato presidencial sino es por la antigua Concertación y eso no es viable en este momento», afirmó. Tiene toda la razón.
Por Manuel Riesco
Santiago de Chile, 22 de agosto 2015
Crónica Digital