Para muchos analistas hay tres conclusiones fundamentales que dejaron las elecciones de este domingo en Chile. La primera y tal vez más relevante, que el país austral comulga mucho más con las ideas de centroizquierda.
Sánchez y el joven Frente Amplio son más radicales dentro de la izquierda, Guillier se mueve en las madejas centroizquierdistas, la democristiana Carolina Goic en pleno centro, y Marco Enríquez-Ominami en izquierda.
Con los votos sumados de ese grupo de aspirantes presidenciales se superaría el 50 por ciento de los sufragios en segunda vuelta. Si se añade a otros dos izquierdistas extremos, Alejandro Navarro y Eduardo Artés el panorama se aclararía más.
Sin embargo, ya se sabe que ni Navarro ni Artés se inclinarían por Guillier para derrotar a Piñera. Tampoco queda claro el papel de los democristianos, una parte de los cuales desea marcar distancia de comunistas y socialistas.
La clave es el FA, pero igualmente para que Sánchez de una consigna de espaldarazo absoluto a Guillier, el programa de Gobierno del senador independiente deberá hacer concesiones a los postulados de la agrupación de pequeños partidos y movimientos.
En cualquier caso, se antoja evidente la inclinación por la centroizquierda contra el exmandatario que tiene el respaldo del ultraderechista José Antonio Kast y estaría obligado a rescatar votos de los dubitativos del otro bando.
La segunda conclusión de la jornada es que las encuestas, siguiendo tendencias internacionales, fueron manipuladas para dejar la impresión de que nada era posible frente a Piñera, a quien algunos dieron ganador por goleada.
Dos hechos se antojan certeros en ese sentido. La idea de un éxito del multimillonario incluso en primera ronda, fue un globo de ensayo que no surtió efecto. Lo segundo es que la ciudadanía jugó a burlarse de los sondeos o simplemente fueron mal concebidos.
Por último y no menos relevante, la caída de numerosos políticos establecidos en el Senado y la Cámara de Diputados, sirvió para un reparto de poderes sin dominio de ninguno de los partidos.
De forma, el próximo Congreso Nacional será un mecanismo que pondrá a prueba la capacidad de negociación del próximo mandatario chileno, a elegirse en balotaje el 17 de diciembre.
Santiago de Chile, 20 de noviembre 2017
Crónica Digital /PL