or Marcel Garcés Muñoz La primera reacción ciudadana  después de la mega elección del 15 y 16 de mayo, fue de legítima euforia por el contundente triunfo estratégico de las fuerzas del cambio, y por la derrota rotunda de la Derecha, del modelo neoliberal y del Gobierno del presidente Sebastián Piñera. Pero al mismo tiempo se instaló en la conciencia de los ciudadanos la advertencia sobre la responsabilidad de dar una lectura correcta, objetiva, pero sobre todo urgente, a la expresión de confianza puesta en la política y el resultado electoral. Pero lo singular, es la nueva configuración  del escenario político, y de la conformación de una nueva realidad, pero esta vez, flanqueados sus habituales protagonistas, por una representación potente de nuevas fuerzas políticas críticas de los partidos tradicionales, definidas con poca precisión ideológica y con la generalización de antisistémicas, como el Partido del Pueblo, los regionalistas, y los “independientes”, aunque no todos lo sean y los partidos, advirtiendo el fenómeno, colocaron a algunos de los suyos, en la bancada. El cuadro político  social se ha aclarado, transparentado y aparecen nuevos fenómenos, nuevas orgánicas y nuevos protagonistas, en lo que el Mercurio editorialmente y con desazón, no ha dudado en caracterizar como un verdadero terremoto impensado, no previsto, ”sorprendente”, en la ceguera de una elite oligárquica y altanera, un capa de políticos que se han autocalificado de “clase” en sí, de unos centros de análisis que han devenido en simples centros para elaboración de eslóganes o consignas meramente propagandísticas, al servicio  de los poderes económicos y para dar respuestas inmediatas o coyunturales a problemas de la contingencia. Ni en Moneda, en los “centros de pensamiento”, ni en las encuestadoras imaginaron o previeron la profundidad de la crisis en desarrollo y prefirieron intentar “manipular” el descontento,  “manejar“ los conflictos, las demandas,  “apagar”, con dádivas y bonos, los reclamos populares, o responder  con medidas de “contención” o la simple represión, y encubrir con una retórica populista y demagógica su incapacidad de gestión, y una persistente falta de voluntad política e incoherencia, su desprecio por las necesidades sociales, económicas y política de la ciudadanía. Pero tampoco los liderazgos de la oposición tuvieron la visión suficiente para leer correcta y oportunamente la realidad política y social. Situación que tras las elecciones del 15-16 de mayo deberán corregir en los tumultuosos tiempos desatados tras el proceso  elecciones del 15-16, y el grosero espectáculo generado de “trifulcas”, caras largas, lucha de egos, de intereses subalternos, acusaciones destempladas, y agresiones verbales en el proceso de primarias (19 de mayo) tanto como en el posicionamiento para los futuros desafíos políticos y electorales y el trabajo realmente trascendente de la elaboración de la nueva Constitución, la verdadera contradicción  y confrontación,  con vista al futuro de Chile. Los neoliberales de la  Derecha oligárquica  y del centro han persistido en mantenerse en los estrechos mecanismos, prácticas, dogmas mesiánicos y concepciones  trasnochadas de la Guerra Fría: satanización de  los sectores populares,  políticas de exclusión propias de un anticomunismo primitivo, que abarcaba a todos los que no pensaran “como uno”. Estos caballeros no pierden el objetivo y la […]

Por Marcel Garcés Muñoz Sin duda la jornada electoral de este sábado 15  y domingo 16 de mayo, adquiere un significado crucial para el futuro político y social de Chile. Hoy por hoy la tarea de las tareas es votar por los candidatos, las listas, los partidos, los independientes, que asumieron el mandato surgido de todo el proceso de lucha por la democracia, por el cambio, por el futuro de justicia social, que tomaron las demandas que surgieron de las movilizaciones sociales, de la calle,  del 18 de octubre de 2019 cuando estalla la protesta, del  plebiscito del 25 de noviembre de 2020,  cuando millones y millones de chilenos, en el más grande  Plebiscito  jamás hecho en la historia del país, las convirtieron en bandera movilizadora, en acción política y social, obligando a La Moneda y a los partidos políticos de  gobierno y de la oposición a buscar un camino  destinado por una parte a “encauzar” la presión social en plazos y compromisos manejables por la institucionalidad vigente  ,o simplemente  descomprimir  y frustrar  las demandas sociales puestas en la agenda del país. No debemos olvidar  el valor cualitativo y cuantitativo de ese episodio  histórico, cuando millones de chilenos  en un acto colectivo de responsabilidad democrática, único en la historia del país, 5 millones 892 mil 832 ciudadanos, un 78.27 por ciento del Padrón dijo “Apruebo” una nueva constitución y 5 millones 653 mil 542 acordaron ( un 78.99 por ciento) que sea la Convención Constituyente, en tanto un 21.72 por ciento aprobó “rechazo” y un  21.00 optó por una Convención Mixta, que mantuviera por secretaría  a un 50 por ciento por actuales diputados o senadores, intentando  arrebatar el derecho constitucional de los ciudadanos. La tarea del presente, de la circunstancia histórica de las elecciones de este fin de semana de – constituyentes, gobernadores, alcaldes y concejales, luego de las maniobras dilatorias impuestas por el Gobierno, es sin duda histórica, y demanda de los ciudadanos, de los patriotas, de los demócrata un  esfuerzo titánico, para imponer la voluntad nacional de una verdadera Nueva Constitución y de un cambio del escenario que permita seguir, adelante, en el cumplimiento de las demandas progresistas. Y las lecciones que sacaremos de este esfuerzo también serán una advertencia para quienes se han negado a la unidad de los demócratas, a los que han buscado la exclusión de algunos,  la satanización de otros, y puesto en duda su voluntad de incorporar todos los esfuerzos a la tarea común. Los resultados de los comicios, al margen del conocido triunfalismo que todos los sectores políticos harán de sus resultados, de las cifras que buscarán mostrar cuentas  alegres, como explicaciones  para sus estrategias  o peor,  justificaciones para sus escuálidos resultados,  buscarán sostener sus estrategias y sus puestos, y a veces explicaciones o justificaciones para encubrir una derrota, y justificar y sobre todo “explicar” los resultados, pero también sus incapacidades de gestión política, su carencia  de visión estratégica, la escasa perspectiva de su táctica, o la falta de empatía con las necesidades […]

Por Marcel Garcés Muñoz. La edición dominical de El Mercurio (02-may 2021 es un ejemplo notable de lo que se define en propaganda y en política, como la “creación del enemigo”, cuando los grupos políticos, como en el caso chileno, los clanes oligárquicos neoliberales del “poder establecido”, la “clase política”, la gente del “partido del orden”, eligen a una persona , a un partido, o sector social, como “el blanco” ( “el rojo”, o “la roja”), de una ofensiva de agresión mediática delincuencial, mafiosa, abrumadora, destinada a definirlo como “el enemigo”(en este caso “la enemiga”), con el objetivo de agredirla y destruirla de manera inmisericorde. En este caso, el objetivo del ataque es la diputada Pamela Jiles, ex comunista, ex  “frentista” ( por Frente Patriótico Manuel Rodríguez)“ex frenteamplista” (por el Frente Amplio), humanista, precandidata presidencial, en fin una persona clara y definidamente de izquierdas, quién resultó como la figura política mejor evaluada en la Encuesta  del empresarial Centro de Estudios Públicos, CEP, con una aprobación del 54 por ciento del universo consultado, ocupando el primer lugar y con un menor porcentaje de rechazo, un 28 por ciento, mientras que en el último lugar- el peor evaluado por los respondientes de una lista de 23 personeros políticos que muestran un nivel de conocimiento en los encuestados, figura el presidente de la República, Sebastián Piñera, con  11 por ciento de aprobación y con 90 por ciento de evaluación negativa ( rechazo), también la peor cifra de la lista. La encuesta del CEP, dada a conocer el jueves 29 de abril, en esta oportunidad telefónica, se supone que no fue hecha a personas del ámbito popular o políticamente comprometido con la izquierda. Pero lo cierto es que las campanas de alerta, o el toque de zafarrancho resonó fuerte en las páginas de El Mercurio y en la derecha empresarial, que intentaron personificar en Pamela Jiles, su odio de clase, como antes lo han hecho con otras figuras  como Allende, Frei, Tomic, los comunistas, el Frente Amplio, la DC, el PS, el cardenal Silva Henríquez,  y quién se les ponga por delante. Pero la referencia al portavoz periodístico de la derecha no siendo casual, tampoco oculta a los verdaderos mandantes, los grupos empresariales y sus marionetas políticas. La edición  del domingo 2 de mayo del citado periódico no deja lugar a dudas del intento de asesinato político de una figura política, que con todo derecho ocupa un lugar en el escenario nacional y recibe el apoyo mayoritario de los ciudadanos. Pero, en realidad, El Mercurio y la Derecha buscan desviar la atención  sobre su crisis política y social, atacando con encono, a Pamela Jiles, a la izquierda, a los demócratas e incluso al Gobierno, al Presidente Piñera y su bloque de gobierno, sus ministros, lo que constata (ver el extenso editorial del El Mercurio del 25 de abril pasado) que el embate  contra la institucionalidad es expresión de un miedo profundo, de un rechazo al proceso democrático en marcha. Ya en esa fecha El […]

Sin duda alguna, el gobierno del presidente Sebastián Piñera y su coalición, Chile Vamos, han caído en lo más profundo de una crisis política, moral y de gestión sin precedentes en la historia moderna del país. Se trata eso sí, de una crisis en desarrollo, y que no se limita al nerviosismo de los grupos institucionalizados de poder tales como el Gobierno, el Parlamento y los Partidos. Y no solo se refiere a los acontecimientos difundidos con ribetes de dramatismo y nerviosismo por los medios de comunicación. La derrota que le propinó el Tribunal Constitucional a Piñera el martes 27 de a bril, al que pretendió manipular groseramente con presiones directas a cada ministro y una campaña  publicitaria abrumadora, al declarar “inadmisibles”, por siete a tres de sus ministros,  sus argumentos para declarar inconstitucional el proyecto del tercer retiro de fondos previsionales aprobado por la Cámara de Diputados y el Senado, incluidos legisladores militantes de su coalición de gobierno no solo fue un desastre político circunstancial, sino el fracaso de una política y un estilo de gobierno, una muestra de las grietas de su coalición y reflejo de una crisis en desarrollo. De alguna manera  es el principio del fin de un modelo, la economía de mercado neoliberal,  con el cual la Derecha política, económica y social, buscó vengarse de la derrota del modelo dictatorial implantado a través del terror por la dictadura de Augusto Pinochet y los sectores políticos y e intereses empresariales representados hoy por el bloque  Chile Avanza y los neofacistas del llamado Partido Republicano, y claro por el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera. El último acto, casi tragicómico de la debacle se vivió la noche del martes 27 de abril, cuando frente a un esmirriado y quejumbroso grupito de  sus ministros , el presidente Piñera se resignó a reconocer su fracaso y aunque un gesto de niño  contrariado, declaró ante los chilenos, que  “como gobierno respetamos y aceptamos la decisión del Tribunal Constitucional, sin perjuicio de no compartirlo”, y que además a retiraba  su proyecto alternativo al ya aprobado por el Legislativo, presentado en la mañana del mismo martes 27 y que solo alcanzó a darse por recibido en la Cámara de Diputados. Es decir, todo mal para el gobierno, su capacidad de gestión política y su incapacidad de leer correctamente el escenario político y social nacional, la correlación de fuerzas reales y su capacidad de conducir incluso a sus propias fuerzas parlamentarias y a los partidos de su bloque, e interpretar la realidad política y social del escenario nacional. El empecinamiento del Presidente en su estrategia de confrontación con la oposición y la sociedad, en la pretensión de una especie de infalibilidad, y su constante  argumentación de la legitimidad de su autoridad, lo llevó a un callejón sin salida. Finalmente no solo no leyó los datos de la realidad, sino que se confrontó a las observaciones, críticas, opiniones, consejos y hasta invocaciones de sus propios partidarios, de gente que fue desechada a pesar de sus intenciones de defender al gobierno, al modelo, con medidas constructivas, […]

Por Marcel Garcés Muñoz La situación política y social del país, a cuatro semanas de la trascendental elección de Constituyentes (15-16 de  mayo), para la histórica tarea de formular una nueva Carta Magna para Chile, demandada por la mayoría ciudadana, es esperanzadora pero a la vez compleja. Nunca en la historia del país, se planteó un desafío político tan profundo y amplio, con un protagonismo de masas, en un escenario de democracia participativa colectiva, nacional, y demandada –exigida- por el pueblo, para discutir una nueva Constitución del país, que contenga las demandas ciudadanas, sus aspiraciones y reivindicaciones sociales, y que se dispusiera a trazar las normas de convivencia nacional, los derechos y obligaciones, la nueva institucionalidad correspondiente. Nunca antes desde el nacimiento del país, de los albores de la Independencia, o los diversos gobiernos y proyectos nacionales, se había convocado al pueblo, a los movimientos ciudadanos, a una definición política y electoral de tal magnitud y perspectiva histórica, buscando una legitimidad institucional democrática a través de un proceso de participación de masas sin parangón. Pero no se trata solo de un proceso inédito de participación, de maduración de condiciones objetivas y subjetivas para encarar una tarea de tal magnitud, y de perspectiva histórica. Lo que hay que decir – y ello marca una diferencia cualitativa y cuantitativa y por lo mismo de responsabilidad cívica y política- es que se trata de una coyuntura histórica crucial, para la historia, el presente y el futuro de la nación y de una oportunidad a la que estamos llamados como pueblo. Como es obvio no se está escribiendo esta epopeya, sobre una  hoja en blanco. Aquí se suma una historia de luchas democráticas, sociales, libertarias, culturales, étnicas, de género. Y el pueblo chileno ha derramado demasiada sangre, esfuerzos en avanzar en un proyecto político y social, que recoja sus sueños, esperanzas, sacrificios, demandas y razones, superando masacres, dictaduras, conspiraciones de los enemigos de su libertad, sus derechos sociales, económicos y democráticos. Se trata además de una exigencia colectiva que se expresaba incontenible, tras la dramática experiencia de una dictadura brutal, de una crisis  de la institucionalidad y del escenario político,  de una transición pactada y mediatizada, de esperanzas  y frustraciones de una democracia que “venía” pero no terminaba de llegar, y de una injusticia social y económica que permanecía sobre la sociedad, en particular de los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, los pueblos originarios, de una agenda política y social, no solo incompleta, sino que injusta. Pero ya debemos superar la hora de imaginar “la alegría que ya viene”. Estamos en el momento de organizar la voluntad popular y nacional, de traducir en normas el acuerdo nacional, la voluntad de construir esta casa común, de marcar la ruta, de acelerar el paso a un país mejor, digno, justo. Se trata de construir un espacio donde todos tengan sus derechos garantizados, no solo a elegir con cierta periodicidad a quienes representen a los ciudadanos en los diversos niveles de autoridad política e institucionalidad formal. De […]

Por Marcel Garcés Muñoz Los porfiados hechos y los datos de la realidad confirman que La Moneda, ha llegado tarde, mal, sin sensibilidad social y capacidad de gestión sanitaria, con letra chica y politiquera, en el combate contra la pandemia del COVID-19 y que lo que ha sobrado en la retorica oficial ha sido la arrogancia, el terror y la amenaza como argumento mediático, el exitismo sin fundamento objetivo, la demagogia, la altanería y una descarada manipulación demagógica y mentirosa. Las últimas y dramáticas cifras constatan la desastrosa gestión gubernamental en el combate al desafío sanitario, al adoptar medidas contradictorias, y definirlo como un problema de “orden social”, responsabilizar de su ineficacia, torpeza, fallas evidentes o quizás deliberadas, a los ciudadanos. El balance oficial de estado de las cosas al 6 de abril, que rompe todos los records, con un país en estado de catástrofe y sumido en un confinamiento desesperante es simplemente dramático: 16 millones de chilenos, un 87 por ciento de la población en confinamiento, un millón 37 mil 780 casos confirmados acumulados, más de 8 mil casos  de contagio en un día, cercano a los 9 mil 560 casos  nuevos diarios que el gobierno calculó como máximo para la llamada segunda vuelta de la pandemia, en tanto los cifra de fallecidos llega a los 23 mil 734. Y como se acostumbra decir:”… y contando”. El Presidente alega en discursos oficiales que nunca ha sido exitista en relación a las medidas oficiales frente a la pandemia, aunque es notorio cómo se han comparado al “resto del mundo”, en sus cuentas alegres sobre que antes incluso que llegara  a Chile el virus ya se estaba elaborando la estrategia ( siempre la ha calificado de “exitosa”, un “ejemplo” y superior a otros países de la región, e incluso comparándose con Italia, España, Francia, Alemania, Estados Unidos, etc.), que la campaña de la vacunación ha sido de lo mejor del mundo, que somos un ejemplo y que todo el mundo lo aplaude y lo muestra como “un ejemplo”. No vamos a discutir el tema de la magnitud del esfuerzo en vacunar a los chilenos, pero no se pueden olvidar las iniciales reticencias, desconfianza y prejuicios políticos, antes que criterios científicos, y por cierto resabios de la “guerra fría”, frente a lo que luego tuvo que aceptar como inevitable,  y que solo la subordinación a las decisiones de Estados Unidos,  y sus viscerales prejuicios, le impedía aceptar la “vacuna china”, y la “vacuna rusa”. Deliberadamente y afirmando que contaban con los mejores expertos, demoraron o rechazaron más de la cuenta la adopción de medidas que la comunidad científica y académica nacional reclamaban con urgencia, aplicando las famosas e inútiles  “cuarentenas dinámicas”, o anunciaban planes de nombres rimbombantes como “las mesetas” a alcanzar en el desarrollo de la pandemia,  el retorno a clases 2021 ( “de forma voluntaria, gradual, flexible y sobre todo segura”), los “permisos de vacaciones  para enero, febrero marzo del presente año, (“de forma responsable y segura”), la apertura de fronteras, restaurantes, hoteles y otras medidas de apertura y […]

Por Marcel Garcés Muñoz A medida que se acercan los días 10 y 11 de abril, la retórica oficial y algunos de sus portavoces oficiales y /o oficiosos siguen ambientando un clima de incertidumbre respecto de la realización del proceso electoral, apuntando sobre todo a la elección histórica de la Convención Constitucional. El argumento es el Corona Virus, la necesidad de mantener sana a la población, mantener el distanciamiento social, evitar las aglomeraciones. Y el tono de las declaraciones, a veces su convierte en amenaza de la represión en los sectores populares especialmente, o de detenciones arbitrarias o multas millonarias e impagables, en además de las descalificación de los “infractores”. Es decir se trata de su concepción del “orden social”, que no logra el propósito de desconocer la voluntad y las demandas ciudadanas. Las plañideras argumentaciones respecto de las  “razones sanitarias”, la defensa de la vida de los ciudadanos, en particular de los adultos mayores, se diluyen y subordinan sospechosamente  a las razones de la recuperación “económica y financiera”, un supuesto restablecimiento del trabajo, que inundan el discurso oficial. Las razones de la ganancia se superponen a las supuestas razones altruistas. Pero su campaña del terror busca, en la realidad de los hechos, amedrentar a la oposición democrática, y el mecanismo es el miedo y el temor que busca provocar en los ciudadanos, es algo que en realidad los mueve a ellos, dada la realidad del momento político y las cifras del ambiente electoral y político. Hay que examinar el curso argumental, y las maniobras políticas y mediáticas de quienes desde un principio se opusieron a la sola idea de una nueva Constitución, así como a las restantes demandas ciudadanas, puestas en el tapete del escenario, por la crisis política y social, que hicieron  evidente un Chile que despierta y se pone de pie, en un gesto colectivo de protesta, aún antes del 18 de octubre de 2019. La derecha política y económica y el gobierno del presidente Sebastián Piñera, todo el aparato  mediático e ideológico, los remanentes del Pinochetismo, en masa, optaron por el camino de la guerra sicológica, del intento de desarticular, dividir, caricaturizar y criminalizar las ansias de democracia de los ciudadanos. Las acusaciones de “violentos”, “terroristas”,  “extremistas”, “saqueadores”, de violadores del Orden Social, inundaron la crónica, el discurso monocorde que buscó caricaturizar y satanizar a los que protestaban o demandaban nueva Constitución, y las restantes reformas al poder establecido, para convertir un Chile imaginado “Oasis de orden y progreso” de la propaganda oficial, en un Chile de  justicia social, de derechos democráticos y rostro humano. Los demócratas pasaron en el discurso violentista oficial,  a la categoría de antipatriotas, de subversivos, es decir enemigos, en una “guerra interna2” declarada en un arranque de exasperación por el propio Presidente. Con lo cual buscó, claro, justificar el saldo sangriento de la represión al carácter histórico del llamado “estallido social”: 34 muertos, 3.400 hospitalizados, más de 8 mil 800 arrestados. La escalada  de ataques a la sola idea del cambio […]

Por Marcel Garcés Muñoz La defenestración, apresurada y drástica – en su clásico sentido de “tirar por la ventana”-, del  delegado presidencial en La Araucanía, Cristián Barra- tras una retahíla de acusaciones contra el Ejército, es un hecho que permite y necesita varias lecturas en el complejo escenario político que vive el Gobierno del presidente Sebastián Piñera en el ámbito de la Seguridad Interna, de sus relaciones con las Fuerzas Armadas, con la Justicia y la Fiscalía, con los partidos políticos, con la sociedad en su conjunto. La entrevista a Barra publicada con gran despliegue por El Mercurio (14 de marzo) no tuvo desperdicio, y no se puede pensar que fue un mero exabrupto de un funcionario subalterno, sino de un “mensaje”, un “tirón de orejas” a los Altos Mandos castrenses, de su “superior jerárquico”, el Presidente de la República. Por cierto, conociendo el temperamento y los métodos  del Mandatario, el “delegado presidencial” en la llamada macrozona sur, una especie de virrey, no podría hacer semejantes declaraciones, y atacar a los jefes militares, a las policías, a la Justicia y al parlamento, sin la expresa condescendencia de quien lo puso en el cargo,  sin la anuencia del Presidente. ¿O es que se buscó sus declaraciones  “notificar” a esos estamentos del Estado, de la molestia presidencial,  y presionarlos desde la prensa y/o desde la Opinión Pública, y/o culparlos de la incapacidad de gestión de La Moneda, en su enfoque, estrategia y política en general ante el llamado “conflicto Mapuche”, utilizarlos y responsabilizarlos  como “primera línea” (lo dice El Mercurio), y después “lavarse las manos” si los resultados eran contraproducentes, en la represión criminal frente a las  demandas de los pueblos originarios. Es decir, Cristián Barra Zambra actuó en consecuencia, como jefe “en campaña” (“mi rol es 100 por ciento operativo”, se ufano en la entrevista de marras). Pero cuando pasó “el mensaje” real es cuando, con su  “estilo rudo y frontal”(seguimos leyendo El Mercurio- dijo respecto de las Fuerzas Armadas que “tiene que haber un afán de colaborar, y esa colaboración la he visto siempre más bien  entorpecida que favorecida”. La pregunta es quién habla en realidad: ¿el señor Barra, el señor Presidente?, se preguntan en los pasillos y gabinetes del Edificio Zenteno, aunque no se explicite la respuesta. Barra ( o Piñera?, es la interrogante del millón, dice sobre los militares, en general, “Siempre son reticentes, me toca reunirme con ellos como jefes de la defensa en las distintas regiones y particularmente encuentro insólito que lleguen a las reuniones con abogados para decir por qué no pueden hacer las cosas como uno quisiera”. ¿Sigue latente el trauma del pasado? interroga la periodista Bárbara Vial A. Responde Barra, “Si. Falta voluntad. Es un tema que hay que superar, han pasado demasiados años de todo eso”, afirma este “pinochetista” nostálgico, que hoy  sigue instalado- a menos que haya pedido de nuevo vacaciones, por estrés post traumático, en el Ministerio del Interior del gobierno Piñera. Es decir el Gobierno no solo está en conflicto con los mapuche, con el Colegio Médico, con los […]

Por Marcel Garcés Muñoz Todo hace suponer que se asoman tiempos tormentosos en el horizonte político y social de Chile. Según se desprende de los hechos, de los contenidos, acentos y rumbos, de la retórica oficial parapetada en La Moneda, en la Derecha política, económica y social, en el neofacismo  aliado con el pinochetismo recurrente, la estrategia oficial parece ser la confrontación social, a través de la violencia institucionalizada y la utilización alevosa del aparato represivo del Estado en el marco de una hipótesis de guerra interna. En ello el gobierno, y los círculos más belicosos de la Derecha y el empresariado apuestas por instalar el Estado de Sitio  en los territorios mapuche, desplegar  las fuerzas militares y policiales del Estado, dotarlas de armas de exterminio y  carros blindados, invadir el territorio, ocuparlo  militarmente, espacio, instalar destacamentos en todos los caminos, desatar una versión siglo XXI de la “pacificación  de la Araucanía,  y ampliar el calificativo de “enemigo” a todos los demócratas, instituciones culturales, religiosas , políticas  del país que se opongan al genocidio, al exterminio, a un nuevo despojo, desde las posiciones de los Derechos Humanos, de los Derechos Indígenas, y la defensa de la humanidad. El presidente Sebastián Piñera intenta alinear a su bloque político, la Alianza por Chile, a la que incorpora a los neo facistas del llamado Partido Republicano, a los nostálgicos de Pinochet y la dictadura, a las instituciones militares y policiales, junto con presionar, chantajear, subordinar, manipular o presentarlas mediáticamente favorables o “comprometer”, a lo menos, al Poder Judicial, al Poder Legislativo, a los duopolio de las comunicaciones y otros medios informativos, en un plan de ablandamiento nacional (“paso a paso”, para utilizar su escasamente original slogan), para justificar la represión, a los pueblos originarios y a los sectores progresistas y democráticos del país y la violación generalizada de los Derechos Democráticos básicos del país. El plan es metódicamente  aplicado, y solo parece faltar “la chispa que encienda la pradera”, la provocación terrorista, (a cargo por cierto de los grupos de choque fascistas), para sembrar la inseguridad, y validar sus reclamos de mano dura, “defensa del orden social”, y justificar  su “guerra interna”. La insolencia de la provocación de “los pantalones”, (es decir que no tiene pantalones, y que se los regalan al presidente para que “se los ponga”  frente a la Intendencia  en Temuco, las invocaciones de sacar a los militares a las calles y plazas de todas las grandes ciudades, las ocupaciones de caminos y campos del Wallmapu, es una provocación ya utilizada en los preparativos del Golpe de Estado de 1973 y luego bajo la dictadura derechista militar de Pinochet. Los chilenos recuerdan los granos de maíz frente a la Escuela Militar acusando de “gallinas” a los militares, las actos de provocaciones  protagonizadas por esposas de generales y otros altos oficiales y la provocación alevosas contra el Comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats, que culminó con su salida del mando, los asesinatos del Comandante en Jefe del Ejército, general René […]

Por Marcel Garcés Muñoz En un franco afán descarado de presionar a la Justicia, manipular a la Opinión Pública, e imponer una verdad falsificada de los hechos, La Moneda se ha lanzado en una ofensiva total, en respaldo al accionar represivo de carabineros en su “guerra interna” contra la población civil. El propio presidente de la República, Sebastián Piñera, ha llegado a proclamar su “respaldo y apoyo” a Carabineros de Chile”, que, en una frase que deberá responder ante la historia, serían “la primera línea en la defensa del orden público, la seguridad ciudadana, el Estado de Derecho y la democracia”. El Mandatario, apuntó además, en una frase que quiso ser emotiva, pero resultó una arenga, conforme al cuartelero lexico habitual de la propaganda de la policía uniformada, que “Carabineros de Chile tiene 60 mil hombres y mujeres que todos los días se levantan, cumpliendo un compromiso, una vocación, y ese compromiso y vocación es proteger el orden público, la seguridad de los ciudadanos, proteger nuestra integridad física y nuestras vidas. Y muchas veces arriesgando sus propias vidas, como los miles de mártires que tiene Carabineros”. Estas podrían parecer frases enternecedoras, que en la actualidad de las cosas, que están en la discusión pública, no pueden sino buscar la impunidad para los hechos criminales, que los chilenos repudian y condenan y por los cuales exigen la refundación de la institución, que por lo  visto se resisten a asumir como una necesidad histórica y como una condición para establecer una relación civilizada, respetuosa, propia de la democracia, entre civiles y policías. Pero el centro de la argumentación presidencial es la defensa de una doctrina brutal y falsa que deja en manos de la represión armada- por ahora en Carabineros, el orden público, la defensa del modelo neoliberal, del modelo antiidemocrático, pero no se oculta en la derecha gobernante, la tentación de sacar las fuerzas Armadas a las operaciones represivas- y “defender” con las instituciones de la Defensa Nacional  y con el pretexto miserable de la “Guerra interna”, sus intereses y ganancias de un modelo económico y corrupto. Eso ya lo conocimos  bajo la dictadura  militar derechista de Pinochet. Y lo cierto es que hay quienes en los círculos de gobierno y de la Derecha económica, que postulan ese camino y que añoran los tiempos del genocidio, del uso de la represión, la tortura, el exilio, los campos de concentración,  para “contener” la protesta y la defensa de la democracia. No es casual entonces que, entre otras cosas, que al Alto Mando de Carabineros, en un gesto de deliberación inaceptable, se atreva a presionar descaradamente al Gobierno, y al propio Presidente, incluso a una ministra de Estado- y pretendan impedir o censurar su derecho, a expresar su opinión sobre la profundidad de los cambios que debe ejecutarse en la doctrina, la práctica, el curriculum, en el rol que debe cumplir en la institucionalidad democrática del país, en su despliegue territorial y equipamiento. Tras la muerte a las 15.30 horas del 5 de febrero, […]

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