Se estima que en el punto geográfico donde convergen Paraguay, Brasil y Argentina existen más de tres mil 500 menores de 18 años que sufren algún tipo de violencia sexual.
La pobreza, la exclusión social, la desintegración familiar, el abandono escolar, la violencia doméstica, el abuso y el consumo de drogas, serían las causantes del incremento de casos de explotación sexual infantil en la Triple Frontera.
Según destacó la pasada semana el abogado Facundo Salinas, asesor legal de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia (Paraguay), las diversas formas de explotación sexual (prostitución, pornografía, turismo sexual, tráfico de menores) constituyen un crimen contra la humanidad.
Salinas insistió en que la ciudadanía paraguaya debe reconocer que los derechos de la infancia son universales y fundamentales, y que estos menores, cuando consiguen escapar de las mafias, pasan a la cárcel, por su situación de ilegalidad.
«La explotación sexual infantil es una lacra que hay que erradicar, debido al daño que sufren todos aquellos menores que son sometidos a diversas vejaciones que conllevan prácticas sexuales», recalcó.
Datos de la oficina del programa Luz de Infancia (que promueve la Organización Internacional del Trabajo) revelan que los casos de niñas en situación de prostitución se triplicaron en 2003 en la zona de las tres fronteras.
En el caso de Paraguay, este año el gobierno de Nicanor Duarte puso en práctica un plan de asistencia a la infancia que incluye el rescate de los niños que deambulan por las calles.
Estos menores son aseados, alimentados y enviados a la escuela.
Un censo gubernamental difundido en febrero último confirmó la existencia de unos 15 mil niños que viven del trabajo en la calle en la zona metropolitana del Gran Asunción. De ellos, unos dos mil se dedican a la venta de mercancías en la vía pública.
El titular de la Dirección de Beneficencia de Paraguay, Oscar Martínez, aseguró que en los últimos días han sido rescatados más de 500 niños.
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