En su defensa del proyecto hidroeléctrico de Endesa en Aysén, el ministro ha puesto de manifiesto su absoluta ignorancia y desinterés respecto de lo que significa la sustentabilidad en su sentido más estricto.
Rodríguez Grossi erróneamente vuelve a la eterna disputa entre crecimiento económico y protección ambiental, sin entender que la sustentabilidad plantea fundamentalmente el sometimiento del crecimiento económico a las realidades económicas, sociales y ambientales de una determinada región. Lo anterior implica que todo proyecto económico que impacta una zona determinada debe mejorar la calidad de vida de las personas que la habitan, sin perjudicar a las futuras generaciones. Por lo tanto, la dicotomía entre crecimiento versus protección no existe.
Este último argumento suele ser usado por los tecnócratas para justificar todo tipo de proyectos depredadores, ya que siempre primarán los intereses país por sobre los intereses de un grupo de fundamentalistas verdes que buscan la conservación a ultranza. Si usáramos la misma lógica, podríamos decir que es impresentable la defensa que realiza el ministro de un proyecto que todavía no ha entregado ningún estudio de impacto ambiental.
Más asombroso aún es ver cómo la misma autoridad avala una propuesta que destruiría ecosistemas únicos en el mundo, al tiempo que critica a la industria del salmón por contaminar el fondo marino de manera controlada, en circunstancias que él durante toda su gestión como ministro de Economía, se dedicó a defender los intereses de la industria salmonera, apelando como siempre a los intereses del país por sobre la conservación del medioambiente.
En consecuencia, este cambio de pensamiento del ministro Rodríguez Grossi deja al descubierto la desfachatez del Gobierno de Lagos y de este ministro por sacar adelante proyectos que sólo benefician a las transnacionales, relegando todo lo demás, incluido el medioambiente y sus habitantes, a un último plano.
Por: Marcel Claude: El autor es Director Ejecutivo de Oceana. Colaborador de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 25 de enero 2006
Crónica Digital
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