CHILE: UNA CONVERGENCIA POSIBLE PARA LA DEMOCRATIZACIÓN DEL PAÍS

Ha entendido muy bien que las posibilidades de avanzar en materia de conquistas sociales se amplían si se logra remover los nudos antidemocráticos de nuestra institucionalidad política. De hecho la CUT ha incluido, como un tema central de su plataforma de acción, el cambio del actual sistema electoral, por su carácter no democrático.

En ese sentido, resulta muy significativo, acertado y oportuno el llamado que hizo hace algunos días esta central gremial a los partidos políticos de “inspiración democrática” para “sumar fuerzas en un gran movimiento por la democracia y la justicia social” y, en particular, por un sistema electoral proporcional, representativo, sin exclusiones y que incorpore el plebiscito para temas de interés nacional.

No menos significativa fue la amplia y potente acogida que tuvo este llamado. En efecto, la actividad comunicacional -que por cierto no fue cubierta por los medios de derecha- en que la CUT lo dio a conocer fue también protagonizada no sólo por partidos de izquierda (Comunista e Izquierda Cristiana) –que han sostenido de modo permanente la necesidad de realizar transformaciones sociales y políticas profundas-, sino por los partidos de la Concertación y de gobierno (Socialista, PPD, PRSD y Demócrata Cristiano) –que hasta ahora no habían mostrado una clara voluntad de impulsar cambios de este tipo-.

Parece importante, pues, la confluencia que se ha producido. Porque constituye una señal muy positiva en el sentido de que es posible unir, tras objetivos específicos y de evidente beneficio para el país -como lo es el del cambio del sistema electoral- a fuerzas políticas que sostienen posiciones globales muy diferentes u opuestas.

Esto tiende a viabilizar, por otra parte, una demanda como ésta. Lo que no es nada fácil. Sabemos, de partida, que las ventajas que la derecha ha logrado precisamente con este sistema electoral le otorgan un poder en el Congreso que se convierte en una traba para la aprobación de un proyecto de ley que realmente represente un cambio de sistema y no una mera “corrección” del mismo, como lo han propuesto algunos personeros derechistas.

Ahora bien, ante una dificultad como ésa, la movilización social y política se impone como una necesidad ineludible. Incluso, las pocas posibilidades que uno puede prever de que se logre un acuerdo con al menos un sector de la derecha para un cambio de verdad en esta materia, se podrían ver ampliadas con una gran movilización como la que ha planteado la CUT.

Pero esa necesidad es todavía mayor para el caso –aun más probable- de que la derecha toda se oponga en definitiva a un proyecto de ese tipo. Porque entonces lo que habría que pedir al gobierno es que llame a un plebiscito o consulta nacional, como la propia CUT lo ha dejado planteado, de modo que sea el propio pueblo el se pronuncie directamente sobre este tema y cree así una situación realmente nueva en la política nacional.

Pensamos que para la izquierda esta tarea y su cumplimiento no es una cuestión que sólo interese para estar presente en el parlamento conforme a su votación. Se trata de algo que forma parte de una lucha que reviste un significado más amplio: avanzar hacia una mayor democratización y una mayor justicia social en Chile. En este sentido, y aun dentro del mismo terreno del sistema electoral, importa por ejemplo que cada zona del país esté también proporcionalmente representada, cosa que hoy no ocurre; que los dirigentes sindicales –como lo ha estado planteando especialmente el Partido Comunista- no estén impedidos de ser parlamentarios; que también puedan serlo los mayores de 18 años. Igualmente, deberían democratizarse los gobiernos regionales -como lo ha propuesto recién Renovación Nacional-, y otras instituciones del país.

Es más, la izquierda debe conectar, como lo está haciendo la CUT, el trabajo en torno a estas demandas democratizadoras con el que hay que realizar en relación con otras, de carácter económico y social. También para esto son necesarias las convergencias y las movilizaciones amplias, conducentes a una transformación profunda de nuestra sociedad.

Por: Carlos Donoso. El autor es director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Bolivariana. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital y Director de la Revista Reflexión y Liberación. Secretario General del Partido Izquierda Cristiana de chile.

Santiago de Chile, 27 de junio 2006
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UN DIÁLOGO CON MARTÍN ZILIC Y FIDEL CASTRO

Mar Jun 27 , 2006
El episodio es revelador de las opiniones políticas que entonces sostenía el secretario de Estado y del extraño modo en el que, a veces, se intenta escribir la historia. Mientras se desarrollaba la movilización de los estudiantes secundarios, “La Tercera” publicó el 4 de junio un perfil de Zilic, al cual describió como “hombre moderado (…) pero de decisiones”. Y consignó que “su carácter decidido quedó claro cuando en 1971 le preguntó a Fidel Castro (…) por la situación de los católicos en Cuba, lo que generó la molestia del Mandatario cubano”. Exactamente la misma información fue publicada en otro perfil del secretario de Estado que el 11 de junio apareció en el Portal “Terra”, pero con un significativo detalle: “el mismo Zilic se encargó de recordar” el episodio en la forma relatada por “La Tercera”. La historia sobre la pregunta y la supuesta molestia del líder cubano fueron entregadas “según cuenta el ahora ministro”. Y dio un dato adicional: afirmó que Fidel Castro “lo invitó a visitar su país”. Vamos a los hechos históricos. CONCEPCION 1971 Durante su primera visita oficial a Chile, Fidel Castro efectivamente sostuvo un diálogo con los estudiantes de la Universidad de Concepción el 18 de noviembre, ocho días de su llegada al país. Zilic fue el segundo estudiante que habló, en representación de la Democracia Cristiana Universitaria. Es importante considerar la situación que entonces vivía la colectividad de la flecha roja. Unos meses antes se había escindido el sector “tercerista”, que originó la Izquierda Cristiana, denunciando la creciente convergencia electoral con la derecha, que significaba –a su juicio– que renunciaba al programa de reformas antiimperialistas y anticapitalistas enarboladas con la candidatura de Radomiro Tomic, de la que había sido principal soporte. Sin embargo, no todo el sector progresista abandonó el PDC, en gran parte influidos por la decisión de Tomic en tal sentido y además porque la colectividad ratificó su proyecto de un “socialismo comunitario”, alternativo al “socialismo estatista”, advirtiendo que su oposición al Gobierno de la UP no era equivalente a una defensa del orden capitalista. Así por ejemplo, un “Documento de Capacitación” de la Juventud Demócrata Cristiana, publicado en mayo de 1972, señalaba que “somos socialistas porque estamos dispuestos a arrebatar el poder a los capitalistas para que lo tomen los trabajadores”. Agregaba que “rechazamos la democracia liberal, forma de legitimación en el poder de las oligarquías capitalistas” y subrayaba que “sólo por una vía revolucionaria” era posible lograr el “socialismo comunitario”. Entre los cuatro autores estaba una joven Soledad Alvear. A continuación, transcribimos textualmente la pregunta de Martín Zilic, conforme a lo reproducido en el libro “Cuba–Chile”, publicado en 1972 por el Comité de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. También tenemos a la vista la prensa de la época. “Comandante Fidel Castro: Los cristianos en América Latina desde hace muchísimos años han comenzado una lucha frontal para liberar a su pueblo de la dominación del imperialismo norteamericano. Nosotros sabemos que en Cuba los cristianos aportaron lo […]

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