Cuando la Presidenta Michelle Bachelet regresó del Vaticano, una de las primeras consultas a sus asesores más directos fue como estaba la agenda de los temas que se tratarían en la cena anual de la poderosa organización empresarial Sofofa. Tanto por las delicadas relaciones que se llevan desde La Moneda post filtración de las actas de la entidad de los industriales, como por el interés personal de la Mandataria de mantener a firme la excelente y fluida comunicación con el timonel de ese organismo; Bruno Philippi. Desde hace algún tiempo entre ambos existe respeto y buena sintonía.
Por lo tanto y a estas alturas, es seguro que cuando ingrese este jueves la mandataria a Casapiedra, se iniciará un nuevo tiempo en las tensas relaciones que mantiene la multigremial y el gobierno. Más aún si se considera la adversidad que mantiene la Sofofa a variados postulados que defiende el Ministro del Trabajo. Estos no se agotan sólo con el tema de la subcontratación, las negociaciones por ramas de la producción y el daño medioambiental.
El tema de fondo será el momento que vive el país a nivel microeconómico como consecuencia de las variadas demandas laborales que existen y las que vienen, las turbulencias monetarias generadas por la caída del dólar y el tema de la alta inflación que pone en peligro la estabilidad social y la credibilidad del modelo a los ojos de los inversores extranjeros. Ya se escuchan voces autorizadas sobre la inconveniencia de que Chile alcance una tasa de inflación de un 6% a fines de año.
A este cuadro se han de sumar las polémicas declaraciones del Ministro de Hacienda desde Washington, en que prioriza el problema económico chileno en torno al alza del petróleo y sus derivados, sin reconocer la gravedad de la alta inflación que sin duda golpea a los sueldos más bajos y, por ende, a los sectores más pobres de la población.
Es evidente que Velasco trata de minimizar este escenario delicado y preocupante en beneficio de salvaguardar el modelo económico neoliberal, que cada vez tiene más opositores y voces que piden reformas urgentes para detener el descontento social y evitar una caída en la inversión y producción a nivel nacional. Es decir, cumplir con el programa de la Concertación que en materia económica propuso una economía con rostro humano por sobre el puro lucro desenfrenado.
Y, aunque la Presidenta tendrá el discurso de Philippi un día antes en su escritorio, será interesante escuchar alguna reacción inmediata o si dejará todo en manos del titular de Hacienda. Lo que sí es seguro, será el tono y las propuestas concretas que harán los anfitriones en su cena anual. Y, hay quienes aseguran que los esfuerzos del líder gremial por silenciar a algunos empresarios duros no será posible, ya que existe unanimidad en señalar al Gobierno con falta de liderazgo en este aspecto, pasividad y silencio ante los conflictos laborales y casi nula credibilidad de lo que salga de la Comisión para la Equidad.
Como tema país se hablará de avanzar en lo que es solidaridad y empleo seguro, pero en la realidad no se verificarán pasos concretos en torno a la propuesta episcopal de fijar un sueldo ético. Esto no es prioridad del gran empresariado hoy, más bien es tema relegado a las famosas comisiones y/o documentos de estudio cuando se usa un discurso público con miras al bien común. ¿Hacia donde girará el timón la Presidenta?
Por Crónica Digital
Santiago de Chile, 22 de octubre 2007
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