Chávez asumió la Presidencia en 1999 luego de imponerse en las elecciones a los partidos de derecha Acción Democrática y el socialcristiano COPEI, que habían gobernado el país durante medio siglo.
El agotamiento de los dos partidos, conjugado con la propuesta de transformaciones, propició la conformación de un movimiento popular que colocó en la palestra política nacional al Movimiento V República (MVR), apoyado por partidos de izquierda.
Desde entonces Chávez y el MVR han ganado una decena de elecciones y consiguieron el control de la Asamblea Nacional, 21 de los 23 estados, además del Distrito Capital, así como el 90 por ciento de los gobiernos municipales y juntas parroquiales.
El respaldo electoral no puede explicarse únicamente por el fortalecimiento de la alianza entre el MVR y los partidos Por la Democracia Social, Patria para Todos y Comunista, entre otros.
A lo largo de siete años Chávez logró demostrar a la población venezolana que se trata de un Gobierno que, efectivamente, cumple sus promesas de transformaciones para lograr una mejor distribución de la riqueza y poner fin a lacras sociales.
En es período puso en marcha programas sociales que, con la denominación de «misiones», atacaron problemas como el analfabetismo, las limitaciones para acceder a la educación, el desempleo y un ineficiente sistema de salud.
Como parte de esos planes Venezuela erradicó el analfabetismo con una campaña para enseñar a leer a 1,5 millones de adultos y abrió la enseñanza primaria, secundaria y universitaria a millones de personas marginadas del sistema educacional.
Con la «Misión Barrio Adentro» fueron construidos mil consultorios populares, 100 centros de diagnóstico integral y 100 salas de rehabilitación, que atienden gratuitamente a millones de venezolanos, la mayoría de ellos de pocos recursos.
Unos 15 millones de los 26 millones de habitantes se benefician de la Misión MERCAL, que suministra alimentos subsidiados, además de otras acciones para la preparación de cientos de miles de desempleados para su ingreso al sector laboral.
La Constitución aprobada bajo el mandato de Chávez terminó a la discriminación de los indígenas y abrió el camino a un proceso de devolución de tierras y apoyo económico a esas comunidades.
Recientemente se puso en marcha la Misión Negra Hipólita, cuyo objetivo es terminar con la pobreza extrema, una de las paradojas más dolorosas del rico país petrolero.
En el aspecto económico, pese al efecto negativo del golpe de estado de 2002 y un paro empresarial de 2002-2003, Venezuela se abrió un proceso de expansión que significó en 2005 un crecimiento de 9,4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
La estrategia de «sembrar petróleo» busca utilizar los ingresos del quinto exportador mundial de hidrocarburos para convertir el país exportador de materias primas en una nación industrializada.
Con ese propósito se han destinado miles de millones de dólares a la activación de la rama industrial, incluyendo la petroquímica, que busca en una fase inicial la sustitución de importaciones.
El enfoque incluye el rescate agropecuario, sector abandonado al influjo de las exportaciones petroleras hasta el extremo de que el país importa hoy del 70 al 80 por ciento de los alimentos.
Este proceso implica asimismo el combate al latifundio para entregar a campesinos e indígenas tierras ociosas, además de impulsar el crecimiento de la agro-industria.
Una característica del proceso es la prioridad dada a las llamadas empresas de producción social y cooperativas, consecuentemente con la proyección socialista que Chávez ha propuesto darle a la profundización de lo que define como la Revolución Bolivariana.
El apoyo popular a estas acciones redundó en el plano político en un desplome de la oposición que, sin liderazgo ni propuesta alternativa, sufre derrota tras derrota, hasta el punto de retirarse de las elecciones parlamentarias del pasado diciembre.
Ante este derrumbe la táctica se dirige ahora a intentar deslegitimar el nuevo gobierno de Chávez que deberá surgir de las elecciones presidenciales de diciembre de este año, en un esfuerzo concertado de ataque al sistema electoral.
En oposición a ello, Chávez se ha planteado el objetivo de ganar esos comicios abrumadoramente con 10 millones de votos de un padrón electoral de 16,6 millones de votos estimado para esa fecha.
Estados Unidos, en un enfrentamiento cada vez más abierto, encabeza en el terreno internacional la campaña de desprestigio de un gobierno que en siete años se ganó el respaldo de la población con una política de inclusión y alto perfil social.
Por: Miguel Lozano. El autor es corresponsal de Prensa Latina en Venezuela.
Caracas, 2 de febrero 2006
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