Una investigación de la Universidad de Adelaida vinculó a la actividad humana la desaparición del tigre de Tasmania (Thylacine cynocephalus), un marsupial extinguido en 1936 en Australia.
Este estudio contradice la creencia de que la desaparición de esta especie fue causada por una enfermedad.
Se trata del marsupial que pobló gran parte del territorio de la isla de Tasmania, en el sur de Australia, antes de la colonización europea en 1803.
La población de este carnívoro menguó cuando el gobierno isleño alentó su caza con recompensas por cada dos mil ejemplares capturados.
Muchas personas creen que ese incentivo no causó la extinción, sino una rara enfermedad epidémica, apuntó Thomas Prowse, investigador de la Escuela de Ciencias de la Tierra y el Ambiente.
Para probar su teoría, los estudiosos usaron un modelo matemático para evaluar si la presencia de colonos europeos provocó el declive del marsupial, sin la influencia de alguna enfermedad.
El modelo simuló los efectos de la recompensa por la caza, pérdida del hábitat y reducción de presas (canguros y wallabies) debido a la agricultura y la competición por alimentos con millones de ovejas traídas al territorio.
De acuerdo con los investigadores, el impacto negativo de la presencia europea fue suficientemente poderosa, incluso sin ayuda de una enfermedad epidémica, para acabar con la especie.
El tigre de Tasmania, así llamado por las franjas que cruzaban su lomo, era semejante a un perro de gran tamaño, de pelaje corto, podía medir hasta 1,2 metros de largo, con una cola larga y rígida de 65 centímetros.
Otro estudio reveló el año pasado que el dingo o perro salvaje australiano (Canis lupus dingo) fue responsable de la desaparición hace tres mil años del tigre de Tasmania del territorio continental australiano.
Canberra, 31 enero 2013
Prensa Latina