El abogado chileno Eduardo Contreras, querellante en el caso de Pablo Neruda, cuestionó hoy la labor del Servicio Médico Legal sobre los análisis de los restos del poeta tras la exhumación realizada en abril último.
Según el jurista, aún no han sido sometidos a pruebas de ADN, a fin de determinar si su muerte fue natural o provocada por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).
«Lo he dicho en todos los tonos, ese examen debe hacerse porque no tenemos la certeza de que las muestras que han sido periciadas correspondan a Neruda», recalcó Contreras al diario Emol.
Los restos del vate fueron exhumados el pasado 8 de abril. La urna fue extraída de la tumba ubicada en un extremo de su casa-museo en Isla Negra, a 110 kilómetros al noroeste de esta capital, donde también reposa su viuda Matilde Urrutia.
Para Contreras, la actitud de Medicina Legal «demuestra una falta de seriedad y de rigurosidad científica».
La ausencia de dicho examen, enfatizó, podría derivar en que las primeras pericias a las que fueron sometidos los restos «podrían ser perfectamente objetables».
El abogado subrayó que continuará insistiendo para que se concrete su solicitud.
Neruda militó en el Partido Comunista toda su vida y llegó a ser miembro de su Comité Central, senador y candidato a la presidencia de la República.
El abogado Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda, también se hizo parte querellante del proceso, que busca descubrir si la causa de muerte fueron sustancias extrañas suministradas a su organismo.
En respuesta a la petición, a fines de febrero último el juez Mario Carroza ordenó que se lleve a cabo el proceso, abierto muchos años después de que la versión imperante indicaba que el bardo murió a causa de un cáncer de próstata.
Antes de la exhumación, Contreras dijo a Prensa Latina que no se trata de establecer que Neruda padecía de un cáncer prostático, realidad que nadie niega, sino de descubrir la existencia de sustancias nocivas que pudieron provocar el desenlace.
El proceso judicial se desató en 2011 luego de que el chofer de Neruda, Manuel Araya, revelara que una extraña inyección fue puesta en el abdomen del Premio Nobel de Literatura 1971 mientras permanecía en la clínica Santa María.
Neruda se alarmó y llamó a su esposa Matilde, incluso trató de comunicarse con Araya, quien se encontraba ese día en la casa de Isla Negra por encargo del poeta, en víspera del viaje que tenía previsto para salir al exilio a México el 24 de septiembre de 1973, el día antes de su muerte.
Luego del fallecimiento de Neruda, su chofer fue arrestado y recluido en el Estadio Nacional, a la sazón convertido por la dictadura en centro de tortura y muerte.
Años después, el testimonio de Araya apareció en un reportaje en la revista mexicana Proceso, escrito por el periodista chileno Francisco Marín.
Las revelaciones del chofer desmintieron el dictamen de los médicos, quienes certificaron que el escritor murió de una «caquexia cancerosa.»
Santiago de Chile, 30 de mayo 2013
Crónica Digital / PL