Dos figuras de la solidaridad con Cuba en Chile resaltaron hoy la importancia de la batalla por la liberación de tres antiterroristas que cumplen injustas condenas en Estados Unidos.
En conversación con Prensa Latina, Sandra Rojas, responsable del Comité por la Liberación de los antiterroristas cubanos, y Luis Atenas, dirigente zona democristiano, reiteraron el compromiso de muchos chilenos con la causa.
Desde que formamos el Comité en Chile en 2002, nos hemos dado a la tarea de impulsar la cruzada antes por los Cinco (cuando todavía estaban presos René González y Fernando González Llort, y ahora por los tres restantes, explicó.
Rojas subrayó que es un deber moral de justicia seguir clamando por la libertad de Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, «cuando las evidencias son mayores que nunca sobre su inocencia».
Nos gusta apoyar con todo lo que esté a nuestro alance; entregamos mes por mes cartas a la embajada estadounidense con la firma de parlamentarios y personalidades de la política y la cultura de Chile, apuntó.
Por su parte, el político de la democracia cristiana Luis Atenas, señaló que el énfasis fundamental del comité Radomiro Tomic que preside es sensibilizar a los partidos políticos acerca del caso de los antiterroristas cubanos.
Queremos que se conozca cada vez mejor, en especial en la coalición de Gobierno Nueva Mayoría, a la vez que nos esforzamos en romper el cerco mediático que intenta guardar silencio respecto al tema, argumentó.
La víspera, destacados juristas chilenos, grupos de solidaridad y diplomáticos, abordaron la situación actual de Gerardo, Ramón y Tony (Guerrero) en una velada en la sede capitalina del Congreso Nacional.
En ese contexto, se anunció la incorporación de la joven diputada y ex líder estudiantil Camila Vallejo a la campaña internacional por la libertad de los luchadores cubanos.
Vallejo escribió una carta al presidente norteamericano, Barack Obama, en demanda por un gesto del mandatario en favor de los cubanos prisioneros desde hace más de 15 años.
Santiago de Chile, 8 de junio 2014
Crónica Digital / PL
Dom Jun 8 , 2014
En el más completo abandono público y sin haber tenido nunca un reconocimiento por su aporte a la causa de los Derechos Humanos y la labor que desarrolló y que dio como fruto el hallazgo de la fosa clandestina de Pisagua, murió el exjuez de Pozo Almonte, en la localidad de Labranza, Temuco, la tierra que lo acogió desde hace casi dos décadas. En esta localidad residía junto a su esposa Lucía y una pequeña hija de 9 años; además le sobreviven dos hijas mayores, Lorena e Ignacia, de un matrimonio anterior. A su deceso, el exjuez pampino, tenía 70 años y mucha historia que contar, parte de la que quedó novelada en su libro “El Caballo Bermejo”, de la editorial LOM. En lo últimos años sólo permanecía en su casa, leyendo y escribiendo. Sus restos serán sepultados hoy en Labranza, Temuco, la tierra que lo acogió, durante los últimos años de su vida. PERFIL DEL JUEZ Nelson Muñoz Morales estudió Ciencias Jurídicas en la Universidad de Concepción titulándose como abogado en 1978. Desde 1982 a 1990 –el año de hallazgo de la fosa- se desempeñó como juez de Pozo Almonte. Fue el primer director de la Carrera de Derecho de la Universidad Arturo Prat. Y entre 1997 y 1999, cumplió el mismo cargo en la Universidad de Temuco. Su vinculación a esta causa de los DDHH le trajo como consecuencia una amonestación de sus superiores de la Corte de Apelaciones de Iquique y una mala calificación como juez. En 1991 se retira del poder judicial, como una forma de protesta contra la justicia por su actuar en materia de DDHH y publica junto a otros autores el libro “Pisagua, pasión y muerte” VALIENTE HISTORIA Un rol fundamental en los albores de la democracia, cumplió el entonces juez de Pozo Almonte, Nelson Muñoz Morales, cuando de mutuo propio y teniendo antecedentes que le llegaron al Tribunal de Pozo Almonte, donde ejercía como juez, recibió una denuncia de entierros clandestinos de políticos de la Unidad Popular. El magistrado tenía a su cargo un grupo reducido de colaboradores con el que buscaba los restos de los ejecutados en Pisagua, lo que consta a esta periodista, porque también fue parte de algunas de esas expediciones. Sin embargo, es el 2 de junio de 1990, ya en democracia, cuando se llegó a un atroz resultado, cuando de las entrañas de la tierra, ensacados, con los ojos vendados e impactos de balas en sus pechos, aparecieron 20 cadáveres de ejecutados políticos. Aquel 2 de junio de 1990 fue un día tenso; se temía que los cuerpos fueran sustraídos, como una forma de ocultar el delito, oculto durante tantos años. Pese a ello, los restos llegaron al Servicio Médico legal, esa misma noche, gracias a la acción del valiente juez Nelson Muñoz, y sus colaboradores. Entre ellos, la figura del arquélogo Olaff Olmos, -también fallecido- que con sigilo y sumo respeto, dirigió a las excavaciones y con su propia mano, logró que los cuerpos emergieran de […]