Por Florencia Lagos: 50 años del triunfo de la Unidad Popular: el pueblo unido jamás será vencido

El triunfo de la Unidad Popular es un hecho histórico que representa un cambio de paradigma para América Latina y el Mundo. Salvador Allende fue el primer Presidente socialista y revolucionario que llegó al poder a través de las urnas.

Si, revolucionario, porque a pesar de que la socialdemocracia chilena quiera esconder esa característica del Presidente Allende, es imposible. Allende fue un verdadero revolucionario y antimperialista.

El proyecto de la Unidad Popular comprendió cambios estructurales en las matrices productivas del sistema. La nacionalización de los recursos naturales e industrias más importantes, antes en manos de transnacionales, representó un quiebre radical con los poderes de las grandes corporaciones extranjeras.

Antimperialista, porque Salvador Allende desde temprano comprendió que serían esas corporaciones las verdaderas enemigas de los pueblos del mundo, como lo señaló en su discurso en la ONU: “Estamos frente a un verdadero conflicto frontal sobre las grandes corporaciones y los Estados. Estos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales, políticas, económicas y militares por organizaciones globales que no dependen de ningún estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún parlamento. Por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada. Las grandes empresas transnacionales no solo atentan contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada será también en los países industrializados donde se asientan”.

Salvador Allende desde temprano supo reconocer en los procesos de emancipación de América Latina y el Mundo a sus aliados. En calidad de Senador viajó a Cuba y declaró su irrestricto respaldo a la Revolución Cubana. Cuando la Isla padecía un aislamiento casi completo asumió la Presidencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), organismo cuyo objetivo fue promover la integración e independencia de los países de nuestra región y del mundo que luchaban por su soberanía, como en Asia y África.

La Unidad Popular es un proyecto inconcluso, pero jamás derrotado. La rebelión de octubre de 2019 hasta hoy en Chile, demuestra que esa semilla fértil de un proceso histórico interrumpido por la fuerza, está más viva que nunca. No es casual que una de las imágenes que más se levanta en las marchas sea la del Presidente Allende. Como lo advirtiera en su último discurso mientras resistía en la Moneda: “Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes Alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Hoy millones en las calles de Chile abren las Grandes Alamedas y exigen una Nueva Constitución que, de una vez por todas, ponga fin a la que nos impuso a sangre y fuego la Dictadura Cívico Militar. Una Carta Magna que integre las demandas históricas del Pueblo: avanzar hacia un Estado Plurinacional a través del reconocimiento de los pueblos indígenas, educación gratuita y de calidad, salud gratuita y de calidad, sueldos y pensiones dignas, derecho de la mujer de decidir sobre su propio cuerpo, recuperación de los recursos naturales, nacionalización del cobre y el litio, entre otras demandas. Y que los responsables de los crímenes cometidos desde la dictadura hasta hoy sean juzgados para que nunca más en Chile se violen los derechos humanos.

Chile puede, si fuéramos dueños de nuestros recursos naturales: nuestro país tiene las mayores reservas del cobre en el planeta.

¿Qué habría sucedido si los miles de millones de dólares que salieron del cobre se hubieran podido invertir en el desarrollo de Chile? Chile sería sin duda hoy el país de mayor desarrollo en toda América Latina. Chile sería hoy un país con condiciones de vida absolutamente diferentes. Chile sería un país que no tendría nada que envidiarle a ningún país desarrollado de Europa.

Un gobierno que se plantee estas metas podría elevar al máximo la dignidad y la soberanía de nuestro país.

Porque es muy triste estar trabajando y no sentir interés por lo que se está produciendo. ¡Qué cosa tan triste es estar prácticamente peleados con el trabajo, peleados con la producción, consecuencia de la contradicción entre la propiedad de nuestros recursos y la fuerza de trabajo que tiene que llevar a cabo esa producción! Al desaparecer esta contradicción, los chilenos y chilenas se sentirían identificados con los intereses de la nación e identificados con la patria. Sabrían que cada esfuerzo que hicieran no iría a enriquecer a nadie, no iría a incrementar las ganancias que salen del país, sino estarían aumentando las riquezas para todo el país y las posibilidades futuras del pueblo. Al desaparecer esa contradicción se crean las condiciones ideales para una marcha ininterrumpida del progreso social.

Ese proyecto que resurge con fuerza en Chile es posible a través de cambios estructurales del sistema. Para eso es necesario avanzar hacia una Democracia Participativa, donde el pueblo no solo decida cada cuatro años quiénes serán sus gobernantes, sino que durante toda la construcción del proceso revolucionario tenga participación real, por ejemplo, a través del mecanismo de la consulta popular.

Quien podría hoy encabezar un proyecto de esa envergadura es el Alcalde Daniel Jadue, líder en las encuestas para una futura elección presidencial, producto de las políticas públicas en beneficio de las personas: farmacia popular, óptica popular, librería popular, “Universidad Abierta”, inmobiliaria popular, todas iniciativas que las y los chilenos admiran.

Ha sido capaz de conectar con las demandas ciudadanas y realizar transformaciones reales en su territorio. Un hombre que junto al pueblo marchó antes y durante la rebelión popular, porque comprende que como dijera Inti Illimani: “Esta vez no se trata de cambiar a un presidente, será el pueblo quien construya un Chile bien diferente”. Daniel Jadue comprende que “el pueblo unido jamás será vencido”.

Por Florencia Lagos Neumann. La autora es analista internacional, Corresponsal de Crónica Digital y Presentadora de Noticias en TeleSur.

La Habana, 10 de septiembre 2020.

Crónica Digital.

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