‘Hemos perdido lo poco que teníamos y ahora solo dependemos de la ayuda de los propios vecinos y de algunas organizaciones que quieran ayudarnos’, aseguraba este martes una atribulada mujer mostrando a la prensa su casita de cartón y zinc anegada en barro.
En Chile, según datos oficiales, existen más de 820 campamentos donde habitan unas 46 mil familias, cuyos integrantes, cuando tienen empleo, son mayoritariamente en trabajos informales, y parte de ellos son inmigrantes, muchos de los cuales no han podido regularizar sus documentos.
El resumen de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) del Ministerio del Interior da cuenta de que las precipitaciones e inundaciones de este lunes dejaron más de mil casas dañadas y 23 mil clientes sin electricidad en todo el centro sur del país.
Esos datos no incluyen a las precarias viviendas de los campamentos, que tampoco tienen acceso a servicios básicos como la electricidad.
Imágenes de redes sociales y noticieros de televisión dan cuenta de los daños causados por las lluvias a las familias de esos enclaves de miseria, que perdieron sus pocas pertenecías y deben enfrentar en condiciones aun más precarias el invierno que comienza.
Su situación se agrava porque debido a la informalidad de sus trabajos o por su condición de inmigrantes no tienen acceso a las ayudas monetarias del gobierno para enfrentar las calamidades económicas generadas por la pandemia de Covid-19 y que solo benefician en cierta medida a una parte de los más vulnerables del país.
Muchas de ellas no reúnen los requisitos previstos en el Registro Social de Hogares para recibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de 100 mil pesos por persona (unos 120 dólares) aprobado luego de tres meses de pandemia, tras un largo regateo entre la oposición y el gobierno, que proponía un apoyo mucho menor.
Asimismo los afortunados que recibieron las cajas con comida promocionadas en la campaña ‘Alimentos para Chile’ ya la consumieron, mientras otros siguen a la espera de recibirlas.
Según han reconocido las autoridades sanitarias y gubernamentales, la situación social condiciona en gran medida la expansión de la pandemia, y el hacinamiento, la insalubridad, la falta de recursos y de acceso a la salud convierten a esos barrios marginales en focos de la Covid-19 exacerbados por el invierno que ha llegado con fuerza.
Santiago de Chile, 30 de junio 2020
Crónica Digital/PL