Muchos ojos apuntan hoy desde esta capital, sede de la VII Cumbre de las Américas, hacia la visita que realizará mañana a Jamaica el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como antesala de su asistencia a la reunión hemisférica.
En un evidente movimiento para tratar de atraer a las naciones de la Comunidad del Caribe (Caricom) antes de los debates de la cita continental, el jefe de la Casa Blanca llega a esa región con el objetivo de discutir temas de energía y seguridad, según sus voceros oficiales.
Se trata de la primera vez que un presidente norteamericano pisa tierra del caribe anglófono en los últimos 33 años, después de Ronald Reagan en 1982, y ocurre en medio de un fuerte empuje de las fuerzas progresistas en la región latinoamericana y caribeña.
El tema energético está directamente relacionado con las intenciones de Washington de romper el esquema de colaboración petrolera Petrocaribe, desarrollado por Venezuela a favor de los países del área desde 2005 e integrado hoy por 18 estados.
La formación del mecanismo obedeció a la preocupación por «las tendencias de la economía mundial y, particularmente, por las políticas y prácticas prevalecientes en los países industrializados que pueden conducir a una mayor marginación de los países del Tercer Mundo más pequeños y con economías más dependientes del exterior».
El mes pasado, Obama emitió un decreto que califica a Venezuela -eje cardinal de Petrocaribe y otros grupos de integración- como una amenaza inusual y extraordinaria para Estados Unidos, decisión que levantó una ola de rechazo en toda América Latina y el Caribe.
Por otro lado, el tremendo reclamo de esa región también forzó a Washington a admitir la invitación a Cuba para que participe en la cumbre del próximo viernes y sábado en esta ciudad, la primera asistencia desde el inicio de este tipo de encuentros en 1998.
La mayor de las Antillas también es miembro de Petrocaribe y en diciembre pasado celebró en La Habana la V Cumbre Caricom-Cuba, cuya declaración final subrayó la importancia de los nuevos mecanismos de integración en el área.
Entre ellos mencionó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), la Asociación de Estados del Caribe (AEC) y Petrocaribe.
Hace un mes, esa última agrupación celebró en Caracas una cumbre extraordinaria donde el primer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel, denunció los intentos de «echar por tierra con mentiras y maniobras absurdas lo que tanto esfuerzo nos ha costado construir».
Indicó que ese recurso se ha convertido, gracias a la solidaridad de Venezuela, en una poderosa herramienta para construir sociedades más justas y trabajar por la erradicación de la pobreza, la superación del subdesarrollo y la dependencia.
Datos del gobierno venezolano indican que en los casi 10 años desde su fundación, Petrocaribe ha suministrado a sus países miembros más de 300 millones de barriles de petróleo.
Díaz-Canel advirtió además que una situación de inestabilidad en Venezuela no solo afectará al gobierno y su pueblo, «sino que podría provocar una crisis energética regional de efectos devastadores en nuestras economías y en la vida de nuestros pueblos».
Una eventualidad probable en caso de continuar las nuevas acciones norteamericanas, como la escala caribeña de Obama antes de la Cumbre de las Américas.
Por Victor M. Carriba, enviado especial
Panamá, 8 de abril 2015
Crónica Digital / PL